miércoles, 9 de julio de 2014

UN FRAGMENTO DE UN SUEÑO HECHO REALIDAD" PARA ENAMORADA DE LAS LETRAS

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, Daniel sigue sin entender nada de lo que está pasando y lo único que quiere es respuestas.

                           Daniel se despertó a la mañana siguiente cuando ni siquiera había amanecido. Tardó unos instantes en darse cuenta de dónde estaba.
                           Se sentó en la cama. Se sentía ridículo viéndose obligado a dormir llevando puesto un ridículo camisón corto. Camisa de dormir, le había dicho el tío que decía ser su ayudante de cámara. Pero sus problemas no se reducían sólo a tener que dormir vestido de aquella manera.
                         Sacó los pies fuera de la cama. Se puso de pie. Se acercó a la ventana. Contempló el paisaje que se extendía ante sus ojos.
                         El problema era saber que él no era el verdadero Freddie Birkhust. Que estaba atrapado en el interior de una novela. Pero...¿Dónde cojones ponía que los Templewood se enfrentaban a una tormenta monzónica y se marchaban a una isla fluvial llamada Dívar? La libreta, pensó Daniel. Esto debía de estar puesto en la libreta de Ana. ¿Por qué quiso contar una historia alternativa a la novela? ¡Si estaba tonta con aquella birria!
                             Su ayudante de cámara debió de escucharle. Porque, en aquel preciso instante, entró en su habitación.
-¿Es que no te das cuenta de que voy vestido igual que la Obregón?-le espetó Daniel a aquel tío.
-¿Quién es ésa?-inquirió aquel hombre.
-Da igual. No lo entenderías. Mira, tío, aquí ha habido un error. ¡Ni siquiera debería de estar aquí! ¿Lo pillas? Esa tía que parece una de las Tacañonas no es mi vieja. Y yo no soy quién vosotros decís que soy.
-Habla muy raro esta mañana, sahib. Tiene algo en la garganta. ¿Ha probado a hacer gárgaras? Eso despeja la garganta.
                              Daniel le propinó un puñetazo cargado de frustración a la pared. Sin perder la compostura, el ayudante de cámara se dirigió al armario. Sacó una ropa parecida, pero igual de ridícula, a la que había llevado puesta Daniel el día antes.
-Tío, yo no soy Freddie Birkhust-afirmó el chico-Me llamo Daniel. Y soy de Madrid. ¡Ni siquiera he visitado Inglaterra! Soy español. Y no tendría que estar aquí. Estaba leyendo una de esas tonterías románticas que perteneció a mi chica. Y, de pronto, me he visto aquí.
-Sahib tiene una gran imaginación-sonrió el ayudante de cámara-Y tiene mucho sentido del humor.
-¿Qué coño significa sahib? ¿Es una forma de decir Freddie?
-Sabih significa señor. 
-¿Y por qué me llamas sahib? ¿Por qué no me llamas Freddie, si dices que me llamo así?
-No puedo llamarle por su nombre. Soy su ayudante de cámara. Su criado...
                         El ayudante de cámara dejó la ropa encima de la cama. Daniel le calculó que debía de tener la misma edad que tenía Adolfo, el padre de Ana. Quizás, era un poco más joven. No entendía el porqué se refería a él como si fuera un señor mayor cuando no lo era.
-Me puedes llamar como dices que me llamo-le ofreció-Si tú dices que me llamo Freddie, adelante. Llámame así.
-No puedo llamarle así, sahib-rechazó, nervioso, el hombre-Usted es el señor de la casa. Y...
-¡Tío, yo no soy el señor de nada! Ésta no es mi casa. Ni siquiera sé el porqué estoy aquí. ¡Esto es de locos! Además, no soy un carroza. Tú sí eres un carroza. Tutéame y llámame como quieras. Y no te preocupes por La Tacañona, que hablaré con ella.
                            El ayudante de cámara vertió agua de una jarra que traía en el interior de una jofaina. De pronto, se echó a reír con ganas. No sabía lo que le había pasado a su señor, pero había regresado distinto de la plantación.
-¿De qué te ríes?-le preguntó Daniel.
-Usted siempre está serio-respondió el ayudante de cámara-Nunca hace reír a nadie.
-¿Cómo te llamas?
-Me llamo Kanvar.
                        A Daniel le pareció un nombre curioso. Lo repitió para sus adentros. Lo que más necesitaba en aquellos momentos era contar con un aliado para poder salir de allí.
-Pues, tío, Kanvar, ya somos colegas-afirmó Daniel.
                        Para estupor de Kanvar, el chico chocó los cinco con él. Con la mano abierta, le dio una palmada en la mano. El hombre no entendía nada.
-¿Qué ha sido eso?-le preguntó.
-Eso es chocar los cinco-respondió Daniel.
-¿Por qué ha hecho eso conmigo?
-Porque somos colegas. Tú tienes pinta de ser un tío listo. ¡Necesito a alguien listo a mi lado! Quizás, conozcas a alguien que pueda ayudarme. Créeme. Lo que me ha pasado es una historia larga de contar y, a lo mejor, no te la crees. Pero puede ser que conozcas a alguien que sí me crea.

2 comentarios:

  1. Uy genial capitulo pobre Daniel y gracias por dedicármelo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Hola Citu.
      Me alegro de que te haya gustado.
      Un fuerte abrazo.

      Eliminar