miércoles, 2 de julio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, el monzón llega a Calcuta.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                               Olivia estaba muy pálida cuando la obligaron a subir, junto con Estelle y con lady Bridget, a su habitación.
                               Las tres se encerraron en la habitación de lady Bridget. Tanto la mujer como Estelle estaban acostumbradas a las tormentas monzónicas. Lady Bridget pensó que se curó de espanto la noche en la que Estelle vino al mundo, en pleno monzón. Lo mismo le pasaba a su hija.
-Llueve muy pocas veces en el año en Sacramento-dijo Olivia en un murmuro-Y nunca llueve con tanta fuerza.
                                   Estelle y Olivia la abrazaron.

                                  La Tacañona se llamaba lady Birkhust.
                                 Por lo visto, era la madre del tal Frederick.
                                 Daniel bajó al salón.
                                 No entendía el porqué La Tacañona le confundía con el tal Frederick. Tampoco sabía el porqué todavía no se había despertado de su sueño.
-¡Sahib!-le gritó el desconocido que había estado antes en su habitación-Regrese a su cuarto.
-¿Qué pasa?-le preguntó Daniel.
                                  No pudo bajar el último peldaño de la escalera. De pronto, la casa parecía haberse convertido en una piscina. Y, fuera, estaba lloviendo. El viento rugía con fiereza. Los relámpagos le daban un brillo sobrenatural al cielo.
-Se está inundando, sahib-le respondió el desconocido-Usted no puede hacer nada.
-¿Y qué estás haciendo tú?-inquirió Daniel.
-Salvar su casa. Impedir que se inunda.
                             Daniel no entendía nada de lo que estaba pasando. Aquella mansión no podía ser su casa.
                             No sabía cómo había ido a parar a Calcuta.
                             No entendía el porqué una de Las Tacañonas le decía que era su madre.
                             Pero había hombres también de tez morena que estaban achicando el agua con cubos. Debe de ser también su casa, pensó Daniel.
-Dame un cubo-le pidió al desconocido.
-Suba a su cuarto, sahib-insistió éste-Aquí no puede hacer nada.
-Te he dicho que me des un cubo. Quiero ayudar.
                            El hombre titubeó.
-Se ha vuelto loco-le oyó mascullar Daniel-La bebida le está haciendo hacer cosas raras. No le entiendo. ¡Por Shiva!
                             Finalmente, fue a buscar un cubo. Regresó con el cubo y se lo entregó a Daniel.
                             El joven pensó que el desconocido se llamaba Shiva. O que, a lo mejor, conocía a algún Shiva. Lo único que pensó después fue que la casa se estaba inundando. Varias mujeres subieron sillas y mesas arriba.
                              Las siguientes horas fueron infernales. Parecía que el cielo se había abierto. No paraba de llover.
                            Las mujeres trataron de salvar del desastre todo lo que pudieron. Daniel se fijó en que eran mujeres de tez morena, igual que los hombres. Las veía subir en varias veces a las habitaciones de arriba floreros. Platos...Cubiertos...
                             Y él sólo veía agua a su alrededor. Parecía que no iba a parar nunca de llover. En la tele, había visto los desastres que podía ocasionar una tromba de agua. Había visto casas y tiendas inundadas y a personas lamentándose porque lo habían perdido todo.



                                El agua se colaba por las ventanas. La fuerza del viento había roto los cristales.
                                Era como estar dentro de un barco que se estaba hundiendo.
                                Finalmente, las mujeres se quedaron en las habitaciones de arriba. Daniel las escuchaba llorar, presas de un ataque de nervios. Las escuchó rezar en un idioma desconocido para él. Intentaban mantenerse serenas. No se escuchó en ningún momento hablar a La Tacañona.
                               Transcurrieron lo que parecieron que eran siglos. Olivia estaba aterrada. Alguien había tapiado la ventana de la habitación de lady Bridget con tablas de madera. Sir Joshua y Jai estaban abajo ayudando a los hombres a achicar el agua. Estelle y lady Bridget luchaban por mantener la calma para no asustar aún más a la aterrada Olivia.
-Estelle, cariño, háblale de la pantomima que quieres hacer-le pidió lady Bridget a su hija-Interpretará a una de las hermanastras de La Cenicienta.
-Hice las pruebas el otro día-relató la aludida-Yo quería ser La Cenicienta. Pero me conformo con ser una de las hermanastras. Soy algo arpía.
                               Sonó un trueno muy fuerte. Olivia gritó, presa del pánico.
                               Estelle la abrazó y la besó en la frente.
                               Se dio cuenta de que su prima estaba temblando con violencia. Olivia nunca antes había vivido un monzón. Quizás, había oído hablar de él. Pero era la primera vez que vivía un monzón. Su terror era comprensible.
                                Clementine y King Charles, los perritos de Estelle, se subieron a la cama de lady Bridget.
-Vosotros nos protegeréis-afirmó la mujer-¿Verdad que nos protegeréis?
-Mi perro...-balbuceó Olivia-Spike...
-¿Tienes un perro?-se interesó Estelle-Háblanos de él.
                               Necesitaba distraer la atención de Olivia de la tormenta. Hablar con ella la ayudaría.
-Lo está cuidando nuestra vecina Sally-contó la aterrada joven.

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