sábado, 26 de julio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
Hacía ya varios días que no me pasaba por este blog para subir un nuevo fragmento de este bonito "fanfic".
Tenía otras cosas de las que ocuparme y confieso que lo tengo un poco descuidado.
Por desgracia, no sé cuándo volveré a subir más fragmentos.
Hoy, he podido hacer un hueco y, por eso, os traigo este nuevo fragmento.
En esta ocasión, Daniel está confundido. No sólo por la surrealista situación que está viviendo, sino por los sentimientos que Estelle despierta en él.
¿Qué pasará?
¡Vamos a descubrirlo!

                                       Daniel salió a dar un paseo al día siguiente por la aldea de Piedade.
                                      Sentía que le iba a estallar la cabeza si permanecía recluido un segundo más dentro de aquella villa. Recorrió con la vista la aldea donde se encontraba. Y se fijó en las dos jóvenes que se acercaban a él cogidas del brazo.
                                       Una mujer estaba barriendo la puerta de su casa.
                                        Y Olivia y Estelle se estaban acercando poco a poco a él. Podía oler a pan recién hecho. Oía las risas de una mujer que se dirigía al lavadero a lavar la ropa. Pasaron cerca de él dos niños que estaban corriendo y jugando. Se le encogió el corazón a Daniel.
                                      Es real, pensó. Todo lo que estaba pasando era real. Estelle era real. Tan real como lo era él.
                                   Olivia y Estelle estaban algo tristes. Sir Joshua había decidido regresar a Calcuta. Se habían despedido de él aquella misma mañana. Sus asuntos le requerían. En realidad, era Arthur Ransome quién le requería.
-Buenas tardes, mister Birkhust-le saludó Estelle, tratando de aparentar una tranquilidad que estaba lejos de sentir-Es una sorpresa muy agradable que nos hayamos encontrado. A Olivia le gusta mucho salir a dar largos paseos.
                                   Sin embargo, Daniel no podía dejar de mirar a Estelle.
                                   Olivia se percató de ello. Y también se percató de que Estelle se estaba poniendo cada vez más nerviosa. No le quedó la menor duda de que había algo entre su prima y Freddie Birkhust.
-Tía Bridget nos está esperando-le dijo a su prima-Ha sido un placer verle, mister Birkhust.
-Pueden venir a visitarnos a nuestra villa siempre que quieran-alcanzó a decir Daniel.
                                  Depositó un beso en la mano de Estelle. Y también besó a Olivia en la mano. Debía de comportarse como un caballero, se dijo así mismo. Todo el mundo creía, por algún extraño motivo, que era el honorable Frederick Alistair Birkhust. No le quedaba otra opción que seguirle la corriente al resto del mundo.
-Así lo haremos-dijo Estelle.
                           Daniel contempló cómo la muchacha se alejaba en compañía de Olivia.
                           Pensó que estaba comportándose de una manera estúpida. ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde la muerte de Ana? Le seguía doliendo el corazón. Había perdido a Alejandra. Ana había sido su tabla de salvación.
                            Había aparecido como un ángel en el momento en el que más desesperado estaba y encontrarla había sido un punto de inflexión en su vida. De no haber sido por Ana, Daniel estaría muerto. De eso estaba completamente seguro.
                            Recordaba el cabello de color chocolate de Ana. Su piel blanca como la leche...Sus ojos de mirada expresiva...Pero otra imagen empezó a aparecer en su mente. Vio a Estelle Templewood.
                            Daniel decidió regresar a la villa.
                            El mayordomo hindú le abrió la puerta.
                            Daniel no entendía el porqué lady Birkhust tenía tantos sirvientes hindúes. Parecían vivir esclavizados por los ingleses. Se corrigió así mismo. ¡Estaban esclavizados por los invasores!
-Ya ha regresado de su paseo, sahib-le dijo el mayordomo.
-No me llames sahib-le pidió Daniel-No me agrada.
                            El mayordomo le miró con cara de sorpresa.



                                Lady Birkhust estaba en el salón. Daniel la escuchó interpretar una pieza al piano. Aquella mujer disfrazada de Tacañona podía pasarse las horas muertas tocando el piano. No hacía otra cosa en todo el día. De vez en cuando, recibía a sus visitas. O se encerraba en su despacho a escribir cartas o a revisar documentos. A veces, salía a dar un paseo acompañada por una doncella, también hindú.
-Ya has regresado, hijo-comentó lady Birkhust cuando Daniel entró en el salón, pero sin dejar de tocar-¿Has visto a la señorita O' Rourke? ¿Has hablado con ella?
-No entiendo el interés que tienes en encasquetarme a esa tía-contestó Daniel-Además, no me gusta nada. Le caigo gordo. Me mira con una cara que me dice que desearía cortarme en dos. Además, no la soporto. Es muy borde.
-La señorita O' Rourke tiene que acostumbrarse a vivir en La India. Ha vivido en compañía de salvajes.
-Hasta donde yo sé, no ha vivido con ningún salvaje. Ha vivido con su padre.
                             La Tacañona se equivocó en una nota. El piano desafinó. Daniel no sabía qué melodía estaba interpretando.
-Es bueno que la cortejes-insistió lady Birkhust, dejando de tocar y mirándole-La señorita O' Rourke me cae bien. Me parece una joven sensata. Puede ayudarte a cambiar. A ser de otra manera.

martes, 15 de julio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
En esta ocasión, en el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, vamos a ver cómo los Templewood visitan a los Birkhust con la intención de que Olivia y Freddie puedan iniciar una relación.
Sin embargo, la intención de Daniel es bien distinta.

                            Entrar en la mansión que los Birkhust poseían en Dívar era lo último que Estelle esperaba hacer. Sin embargo, fue idea de lady Bridget el visitar a lady Birkhust y a su hijo Freddie. Estelle y Olivia entraron en el recibidor de la villa. Las dos intercambiaron una mirada cargada de significado. Ninguna de las dos quería estar en aquel lugar. Olivia no quería saber nada de Freddie. Y Estelle tampoco quería saber nada de Freddie. Pero los motivos por los cuales deseaba alejarse de aquel joven eran muy distintos a los motivos de Olivia.
-Tendría que haberme quedado en Calcuta-opinó la joven-Yo podría serle de mucha ayuda a tu hermano.
-¡Mi querida Bridget!-exclamó lady Birkhust cuando los cuatro miembros de la familia Templewood entraron en el salón-¡Qué alegría me da verte!
                             Freddie estaba allí, de pie, junto a su madre, pensó Estelle con nerviosismo. Y la estaba mirando.
                             Daniel se había jurado así mismo que intentaría mantenerse alejado de Estelle.
                             Pero, por algún motivo, terminaba encontrándose con ella. Sabía que no era culpa suya. Ni siquiera sabía el motivo real por el cual se encontraba allí.
                             Se sentaron.
                             Una criada hindú entró en el salón y sirvió el té. Daniel se sentía incómodo. Aquella villa era más grande que el chalet que tenían sus padres en Somosaguas. En ocasiones, tenía la impresión de que nada de lo que estaba pasando era real. En cualquier momento, se despertaría. Ana estaría a su lado. Pero recordaba todo lo que había ocurrido.
-El honorable Freddie Birkhust hace una bonita pareja con tu prima-le comentó lady Bridget a Estelle-¿No te parece, querida? Hemos de ayudar a Libby a que se empareje con ese gallardo joven, Estelle.
                            La aludida dirigió una mirada cargada de nerviosismo a su más que incómoda prima.
-¿Dónde estudió usted?-se atrevió a preguntar Olivia.
-No me acuerdo-respondió Daniel.
-Mi hijo, últimamente, se dedica a gastar bromas-intervino lady Birkhust-Lo cierto es que estás estudiando en Oxford.
-Es que quiero estudiar inglés a distancia.
                         Ocurrió contra su voluntad. Estelle se echó a reír con el comentario que acababa de hacer Daniel.
                          Cuatro pares de ojos se posaron en ellos. Lady Bridget carraspeó un poco incómoda y Estelle trató de aguantarse la risa. Se alisó una arruga imaginaria de su falda de color blanco.
-Lo siento mucho, mamá-se excusó-Es que me ha hecho gracia. Lo de estudiar inglés a distancia.
-Frederick, no entiendo el porqué has hecho ese comentario-le regañó lady Birkhust a Daniel.
-Tía, es la verdad-replicó el chico-Se puede estudiar inglés a distancia.
                          Tuvo que guardar silencio. La Tacañona no conocía los cursos CEAC. Ni sabía lo que era eso.
-Lo cierto es que mi hijo está muy raro desde que abandonó la plantación-se lamentó lady Birkhust-Debe de ser que se esté recuperando de alguna enfermedad rara.
-Ser pijo ya es una enfermedad de por sí-dijo Daniel.
                          Estelle se excusó. Se puso de pie y salió por la puerta delantera al jardín. No pudo contener la risa. Encontraba a Freddie Birkhust gracioso. ¡Gracioso! ¡Pero si contaba unos chistes malísimos! Cuando quería contar chistes deseoso de impresionar a Olivia. Eso ocurría casi nunca.
                          No se dio cuenta de que Daniel también se había puesto de pie. Se había excusado. Y había salido al jardín por la puerta principal. Para verla reírse. Para tener la sensación de que el Sol había salido.
                           Estelle se dio cuenta de que no estaba sola en el jardín. Dejó de reírse y clavó sus hermosos ojos azules en Freddie. El joven se acercó poco a poco a ella.
                           Consideró seriamente la idea de excusarse y de volver a meterse dentro de la casa. Después de todo, no había nada entre ellos. Estaba destinado a Olivia.
                           Y ella acabaría enamorándose antes o después del capitán Sturges. Era cuestión de tiempo y empezaría a amarle. Pero, antes, debía de mantener la distancia con Freddie. Por el bien de ambos...
-Tienes una risa muy bonita-la alabó Daniel.
-¡Por tu culpa!-le reprochó Estelle-¿Por qué haces esa clase de comentarios? No los ha entendido nadie.
-Pero te has reído.
-Porque me han hecho gracia. Aunque no tienen la menor gracia. Libby no se ha reído.
-Yo no quiero hacer reír a tu prima. Tan sólo quiero hacerte reír a ti, Estelle. No sé porqué me gusta tu risa. Hace que me reconcilie con el mundo. Que piense que todavía quedan en este jodido planeta cosas bonitas por las que vale la pena pelear.
                          En aquel momento, Daniel hablaba con el corazón. Se acercó a Estelle y, como movido por un impulso, posó sus labios sobre los labios de ella. Ella le rodeó el cuello con los brazos. No se resistió al beso que le dio Daniel. Correspondió a aquel beso con todo su corazón. Poniendo en aquel beso todo lo que sentía. Lo que se resistía a sentir.

 

                          Se separaron. Daniel permaneció con la frente apoyada contra la frente de Estelle. Luchando por alejarse de ella. Pero sin querer alejarse de ella.

jueves, 10 de julio de 2014

UN FRAGMENTO DE "UN SUEÑO HECHO REALIDAD" PARA ANNA, UNA APASIONADA DEL ROMANCE

Hola a todos.
El fragmento de ayer de Un sueño hecho realidad estaba dedicado a Citu, toda una Enamorada de las Letras.
Os recomiendo que visitéis su blog porque todos los lunes y todos los viernes tenéis una cita con su preciosa novela Melodías prohibidas. 
El link es:

http://enamoradadelasletras.blogspot.com.es/

El fragmento de hoy está dedicado a una buena amiga. Se trata de Anna, la administradora del "Romance" y toda una apasionada de la novela romántica.
Hace unos días, subió a su blog un pequeño relato de amor y de magia que nos invita a viajar a los cuentos que escuchábamos en nuestra niñez.
Os recomiendo que lo visitéis y que leáis este relato porque es precioso y mágico.
El link es:

http://romanceanna.blogspot.com/

En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, Estelle habla con Daniel (a quien cree Freddie) para hablarle de cómo tiene que cortejar a Olivia. El encuentro tiene un resultado inesperado para ambos.

                              Era cerca del mediodía.
                              Kanvar fue a buscar a Daniel y le entregó una nota.
                             El chico sonrió para sus adentros al leer aquella nota. Se la había escrito Estelle. Gracias a lo que recordaba de sus lecciones de inglés, supo que la joven quería verle aquella tarde.
                               Daniel supo que se encontraba en la aldea más grande de la isla, llamada Piedade. Estelle lo citaba en la fachada de la Iglesia Católica de Nuestra Señora de la Compasión sobre las cuatro de la tarde.
                               Daniel acudió puntual a la cita.
                               Estelle no entendía el porqué estaba tan nerviosa. Lo que quería hacer era aclarar la situación con Freddie de una vez por todas.
-¡Por fin llegas!-exclamó la joven cuando vio aparecer a Daniel.
-Recibí tu nota-dijo el chico-Me ha llamado mucho la atención que quisieras verme.
-Se trata de mi prima.
                                Daniel estaba harto de escuchar el nombre de Olivia.
-Es más que evidente que estás enamorado de mi prima y que lo que ha habido entre nosotros, si es ha habido algo alguna vez, no ha sido nada-prosiguió Estelle-Ha sido un sueño raro por mi parte. Y un momento de locura, además. Pero eso no significa nada. Se lo he contado a Olivia. Dice que no le da importancia. Pero miente.
-¿Quién te ha dicho a ti que tu prima te miente?-le preguntó Daniel.
-Mamá piensa que eres el mejor partido para Libby.
-¿Tu vieja piensa eso de mí? ¿Está fumada o qué?
-¡Frederick!
-Lo que quiero decir es que no soy la clase de tío que le mole a tu prima.
-Mira, creo que no te entiendo. Hablar de forma rara no te servirá conmigo, Freddie. Eres lo que mi madre busca para Olivia. No ha pasado nada entre nosotros. Yo, por mi parte, todo está olvidado.
                             Hacía mucho tiempo que Estelle conocía a Freddie. Le aseguró que era un joven apuesto y, cuando no bebía, era bastante agradable. Daniel se echó a reír. Era evidente que Estelle no le conocía tan bien como pensaba. Al tal Freddie, en realidad.
                            Los Birkhust eran una de las familias más ricas de toda la colonia inglesa. Y, además, estaban emparentados con la aristocracia. Si lo pensaba bien, Freddie era el mejor partido para Olivia. No podía encontrar otro mejor.
-Imagina que soy tu hermana-le propuso Estelle a Daniel-Te estoy pidiendo que me hagas un favor. Libby es una joven maravillosa. Tiene una imaginación febril y un tanto exagerada. Pero te aseguro que lo hace sólo para reírse de la gente que piensa de ella que es una salvaje. ¡Y no es ninguna salvaje!
-¿Y qué pasa contigo, Estelle?-le preguntó Daniel-¿Cuándo vas a pensar en ti misma?
-La felicidad de Libby es importante para mí.
-¿Y qué pasa con tu felicidad? Lo único que haces es hablar una y otra vez de Olivia.
                              Eso fue lo que más le molestó de la novela. El nombre de Olivia aparecía en todas las páginas. Era la protagonista absoluta de aquellas ochocientas y pico páginas. Los demás personajes parecían desaparecer. Incluso, Jai estaba desaparecido. Era muy difícil empatizar con un hombre maltratado por la vida si no aparecía nunca. ¡Hasta Kinjal aparecía más veces que Jai! Pero, claro, Kinjal era la mejor amiga de Olivia.
-Mi felicidad está con el capitán John Sturges-contestó Estelle-Es un hombre gallardo y educado. Algún día, será el marqués de Quenberry. Y yo seré su marquesa.
-Lady Quenberry...-dijo Daniel con tono burlón-No está mal.
-¡No te rías!
                            El Sol dio de lleno en el rostro de Estelle y Daniel se quedó sin habla. Tuvo la sensación de estar delante de una especie de hada. O de ninfa...
                             Tuvo la sensación de que Estelle no sentía nada por aquel niño pijo. Si estaba con él era porque la obligaban a estar con él. Porque la autora de la novela así lo había querido.
-Tú no estás enamorada del pijo ése-observó Daniel-No te engañes a ti misma. No le amas. No eres un personaje de ficción, Estelle. Eres de carne y hueso. Por algún motivo, lo que está pasando es real. Yo lo siento como real. Aunque sea un completo disparate.
-No entiendo nada de lo que me dices-replicó la muchacha, sorprendida-Pero sí sé que quiero mucho al capitán Sturges. Nos casaremos algún día. Y tú te casarás con mi prima. Y...
                          Estelle se interrumpió cuando Daniel le cogió las manos. Se las llevó a los labios para besárselas con fervor.



                             De pronto, Estelle sintió cómo Daniel la tomaba entre sus brazos. Cómo llenaba de besos su cara. Y cómo la besaba con fervor en los labios.
-Freddie...-susurró Estelle.
                             Le cogió las manos al joven y se las besó.
                            No pensó en nada mientras Daniel volvía a tomarla entre sus brazos. Mientras la abrazaba. Mientras la besaba con tanta pasión que Estelle sentía que todo lo demás desaparecía a su alrededor.
                            Pero regresó al presente. Se separó con gesto asustado de Daniel. Todo lo que estaba ocurriendo era demasiado disparatado. Daniel también lo pensaba. No entendía el porqué estaba obrando de aquel modo con aquella muchacha.
-¡No tiene que volver a pasar!-gritó Estelle, nerviosa.
-Y no volverá a pasar-le prometió Daniel.
-He de irme. No quiero verte nunca más a solas.
                           Se alejó corriendo del lado de Daniel.

                           Estelle llegó a la villa. Vio que Olivia la estaba esperando en el jardín, donde se disponía a plantar un rosal.
-¿De dónde vienes, prima?-le preguntó con preocupación-¡Qué pálida que estás!
                           Estelle estaba como ida y no sabía cómo había llegado hasta la villa de su familia. En lo único que podía pensar era en Freddie y en su encuentro. Había vuelto a pasar.
-¡Oh, Libby!-exclamó Estelle ahogando un sollozo.
                            Su prima dejó caer la paleta de jardín que sujetaba con su mano. Se acercó a su prima y la abrazó con cariño. Le dio un beso en la frente.
-Mi querida Estelle...-dijo Olivia con ternura-Tienes dieciocho años y estás empezando a descubrir el mundo. Y también estás empezando a descubrir nuevos sentimientos en tu interior.
                            Estelle se separó un poco de su prima. Tenía la sensación de que Olivia le estaba hablando con conocimiento de causa.
-¿Tú sientes algo por ese chico de Sacramento?-le preguntó.
-¿Te refieres a Greg?-inquirió Olivia.
-Sí...A veces, he pensado que no quieres saber nada de Freddie porque tienes a ese chico, a Greg, en la cabeza metido. No lo sé.
-Quiero mucho a Greg, es verdad.
-Pero...¿Estás enamorada de él? ¿Lo amas de verdad?
-Me he dado cuenta de que el cariño y el amor, en ocasiones, no significa lo mismo. No estoy enamorada de Greg. Y no entiendo el porqué tía Bridget desea emparejarme con mister Birkhust cuando no siento nada por él.
-Es un buen partido. Y el capitán Sturges es un buen partido para mí.
                               Había tanta desolación reflejada en el rostro de Estelle que Olivia, conmovida, volvió a abrazarla.

miércoles, 9 de julio de 2014

UN FRAGMENTO DE UN SUEÑO HECHO REALIDAD" PARA ENAMORADA DE LAS LETRAS

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, Daniel sigue sin entender nada de lo que está pasando y lo único que quiere es respuestas.

                           Daniel se despertó a la mañana siguiente cuando ni siquiera había amanecido. Tardó unos instantes en darse cuenta de dónde estaba.
                           Se sentó en la cama. Se sentía ridículo viéndose obligado a dormir llevando puesto un ridículo camisón corto. Camisa de dormir, le había dicho el tío que decía ser su ayudante de cámara. Pero sus problemas no se reducían sólo a tener que dormir vestido de aquella manera.
                         Sacó los pies fuera de la cama. Se puso de pie. Se acercó a la ventana. Contempló el paisaje que se extendía ante sus ojos.
                         El problema era saber que él no era el verdadero Freddie Birkhust. Que estaba atrapado en el interior de una novela. Pero...¿Dónde cojones ponía que los Templewood se enfrentaban a una tormenta monzónica y se marchaban a una isla fluvial llamada Dívar? La libreta, pensó Daniel. Esto debía de estar puesto en la libreta de Ana. ¿Por qué quiso contar una historia alternativa a la novela? ¡Si estaba tonta con aquella birria!
                             Su ayudante de cámara debió de escucharle. Porque, en aquel preciso instante, entró en su habitación.
-¿Es que no te das cuenta de que voy vestido igual que la Obregón?-le espetó Daniel a aquel tío.
-¿Quién es ésa?-inquirió aquel hombre.
-Da igual. No lo entenderías. Mira, tío, aquí ha habido un error. ¡Ni siquiera debería de estar aquí! ¿Lo pillas? Esa tía que parece una de las Tacañonas no es mi vieja. Y yo no soy quién vosotros decís que soy.
-Habla muy raro esta mañana, sahib. Tiene algo en la garganta. ¿Ha probado a hacer gárgaras? Eso despeja la garganta.
                              Daniel le propinó un puñetazo cargado de frustración a la pared. Sin perder la compostura, el ayudante de cámara se dirigió al armario. Sacó una ropa parecida, pero igual de ridícula, a la que había llevado puesta Daniel el día antes.
-Tío, yo no soy Freddie Birkhust-afirmó el chico-Me llamo Daniel. Y soy de Madrid. ¡Ni siquiera he visitado Inglaterra! Soy español. Y no tendría que estar aquí. Estaba leyendo una de esas tonterías románticas que perteneció a mi chica. Y, de pronto, me he visto aquí.
-Sahib tiene una gran imaginación-sonrió el ayudante de cámara-Y tiene mucho sentido del humor.
-¿Qué coño significa sahib? ¿Es una forma de decir Freddie?
-Sabih significa señor. 
-¿Y por qué me llamas sahib? ¿Por qué no me llamas Freddie, si dices que me llamo así?
-No puedo llamarle por su nombre. Soy su ayudante de cámara. Su criado...
                         El ayudante de cámara dejó la ropa encima de la cama. Daniel le calculó que debía de tener la misma edad que tenía Adolfo, el padre de Ana. Quizás, era un poco más joven. No entendía el porqué se refería a él como si fuera un señor mayor cuando no lo era.
-Me puedes llamar como dices que me llamo-le ofreció-Si tú dices que me llamo Freddie, adelante. Llámame así.
-No puedo llamarle así, sahib-rechazó, nervioso, el hombre-Usted es el señor de la casa. Y...
-¡Tío, yo no soy el señor de nada! Ésta no es mi casa. Ni siquiera sé el porqué estoy aquí. ¡Esto es de locos! Además, no soy un carroza. Tú sí eres un carroza. Tutéame y llámame como quieras. Y no te preocupes por La Tacañona, que hablaré con ella.
                            El ayudante de cámara vertió agua de una jarra que traía en el interior de una jofaina. De pronto, se echó a reír con ganas. No sabía lo que le había pasado a su señor, pero había regresado distinto de la plantación.
-¿De qué te ríes?-le preguntó Daniel.
-Usted siempre está serio-respondió el ayudante de cámara-Nunca hace reír a nadie.
-¿Cómo te llamas?
-Me llamo Kanvar.
                        A Daniel le pareció un nombre curioso. Lo repitió para sus adentros. Lo que más necesitaba en aquellos momentos era contar con un aliado para poder salir de allí.
-Pues, tío, Kanvar, ya somos colegas-afirmó Daniel.
                        Para estupor de Kanvar, el chico chocó los cinco con él. Con la mano abierta, le dio una palmada en la mano. El hombre no entendía nada.
-¿Qué ha sido eso?-le preguntó.
-Eso es chocar los cinco-respondió Daniel.
-¿Por qué ha hecho eso conmigo?
-Porque somos colegas. Tú tienes pinta de ser un tío listo. ¡Necesito a alguien listo a mi lado! Quizás, conozcas a alguien que pueda ayudarme. Créeme. Lo que me ha pasado es una historia larga de contar y, a lo mejor, no te la crees. Pero puede ser que conozcas a alguien que sí me crea.

martes, 8 de julio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
Aquí os dejo con este nuevo fragmento de mi novela Un sueño hecho realidad. 
Daniel visita la villa de los Templewood en Dívar para seguir cortejando a Olivia, en su rol de Freddie. Y se encuentra con Estelle.

                           Era algo raro.
                          Nunca antes había oído hablar de la isla de Dívar. Pero he aquí que se encontraba en aquel sitio.
                          Dio un paseo, mientras intentaba hacer memoria. Dívar...Dívar...
                         Tuvo que reconocer que la isla era un lugar interesante. Muy chulo...
                          Vivían unas cincuenta familias, entre inglesas y portuguesas, en aquel sitio. Le saludaron al verle.
                          No te saludan a ti, gilipollas, se recriminó así mismo Daniel. Saludan al tal Freddie. Y tú te pareces un huevo a ese tío.
                           No entendía nada.
                           La noche antes, no pudo conciliar el sueño.
                           Trató de recordar pasajes de Olivia y Jai. Desde luego, todo lo que estaba ocurriendo no se ajustaba en nada a lo que él había leído en la novela. ¿Y si tenía algo que ver con lo que había escrito Ana en su libreta? No había leído la libreta. Y se arrepentía de no haberlo hecho.
                           Tenía que buscar ayuda. Pero no sabía a quién recurrir. No conocía a nadie en aquella isla. Y, además, si contaba lo que le estaba pasando, probablemente, le tomarían por loco. O por algo peor...Y el tal Freddie tenía una fama espantosa.
                          Dívar era un pueblo muy bonito. Era un lugar tranquilo, muy diferente de Madrid, de Murcia o de Calcuta. Se rió para sus adentros.
                         Constaba de posada. Tenía una herrería. Se veían unos pocos carruajes en aquel lugar. Había casas más pequeñas. No sólo había villas.
                           También tenía un dispensario médico.
                          Acudir a merendar a la casa de los Templewood había sido un error. Daniel lo supo cuando entró en el comedor, donde Estelle y Olivia le estaban esperando. Cortejar a Olivia también era un error. Deseaba ponerse a gritar a los cuatro vientos que él no era Freddie Birkhust. Todo lo que estaba pasando era demasiado disparatado.
-¿Le gusta Divar, mister Birkhust?-le preguntó Estelle.
-Es un lugar muy interesante-respondió Daniel-Está guay.
-¿Cómo dice?-se extrañó Olivia.
-Quiero decir que me gusta.
-A mí también me gusta estar aquí-admitió Estelle.
-¿Piensan regresar muy pronto a Calcuta?-inquirió Daniel-¿O se van a quedar aquí más tiempo?
-Nuestra casa en Calcuta se inundó con la llegada del monzón. Es algo que se repite todos los años. Por eso, nos hemos venido aquí a pasar unas semanas mientras se realizan las obras de reparación. Jai está en Calcuta supervisándolo todo. No sé si papá viajará allí para ver cómo van las obras de reparación. Pero creo que es una tontería. Antes o después, volverán los monzones. ¡Y vuelta a empezar! Ya me entiende.
-Es una pena que no esté aquí. Su hermano, digo. No he tenido mucha relación con él. Me habría gustado hacerme amigo suyo.
                        Y preguntarle cómo salir de aquí.
                        Creía que el tío abuelo de Jai por parte de madre era una especie de yogui o algo así. Un sabio hindú...No se decía de ese modo en la novela. Pero Daniel creía que sí. Si hablaba con Jai, le llevaría hasta los Árboles del Té. La tribu de la madre de Jai, Chandramani, vivía allí. Podía pedir ayuda. Descubrir por qué estaba en aquel sitio.
                        Estelle se dio cuenta de que estaba llevando ella el peso de la conversación con Freddie. Le dio un codazo a Olivia. Su prima estaba distraída.
                        Daniel cogió una tartaleta de cereza y le dio un mordisco. Pensó que los Phoskitos que solía comer para merendar estaban mucho más buenos. Pero aquella tartaleta tenía un sabor también delicioso. Todo lo que estaba pasando parecía estar sacado de aquellos sueños que llevaba teniendo desde hacía mucho tiempo.
                       Todavía no se podía creer lo que estaba pasando. En ningún momento de Olivia y Jai se mencionaba una merienda en la casa de los Templewood en la isla de Divar. ¡Pero es que tampoco se hacía referencia alguna a una segunda residencia de la familia Templewood en la isla de Divar!
-El maharajá de Kirtingar ha invitado a Olivia a visitar su palacio-contó Estelle-Desea que participe en la cacería del tigre que organiza todos los años.
-¿Y a usted no la han invitado?-inquirió Daniel.
-Siempre suele ir papá o suele ir Jai. Pero el monzón ha sido más dañino con nuestra casa este año. Además...No me gusta ir a la cacería del tigre. Detesto ver cómo se mata a un animal.
-O sea, que es usted ecologista. Podría unirse a Greenpeace. 
-¿Cómo dice?-preguntó Olivia extrañada-¿Qué es Greenpeace? ¿Un nuevo culto a un dios hindú?
                     Daniel pensó que había cometido un error al mencionar a la organización ecologista por excelencia.
                        Pero las palabras de Estelle podían coincidir con el pensamiento de cualquier miembro de la organización. Estaba mal cazar animales. La muchacha sentía repugnancia al pensar en que su prima participaría en aquella dichosa cacería. Olivia miraba de manera alternativa a Freddie y a Estelle. Tuvo la sensación de que estaba de más en aquella merienda. Pero optó por no levantarse de la mesa.
-Son cosas mías-mintió Daniel-No me haga caso. Son ganas de tomarle el pelo. De hacerla reír. No se cabree. Por favor...
-¿Ha participado en alguna cacería del tigre, mister Birkhust?-preguntó Olivia, alentada por Estelle, que le hacía gestos de forma disimulada.
-¡Ni hablar! ¡No podría yo tampoco matar a un animal indefenso!
-¿Un tigre es un animal indefenso?
-Son animales carnívoros. Comen carne.
                       Daniel no tenía ganas de discutir sobre ecología con una californiana de 1848. Posiblemente, Olivia no lo entendería.
                       Pero es que él tampoco entendía nada de lo que estaba pasando. Aquellos pantalones de tela le picaban.
                       La corbata le estaba asfixiando. En un momento dado, se despojó de ella y la metió en el bolsillo de su chaqueta. Olivia y Estelle lo miraron con gesto extrañado.
                       Las dos notaban que el honorable Freddie Birkhust se estaba comportando de un modo muy extraño. Lo curioso era que a Estelle le agradaba el nuevo Freddie que estaba descubriendo.
                         Y la atraía a la vez.

lunes, 7 de julio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, vamos a ver cómo transcurre la primera semana de nuestros protagonistas en la bonita isla de Dívar.
Espero que os guste.

                                  Hizo unos días de mucho Sol.
                                 Había pasado una semana desde que la familia Templewood se instaló en la villa que poseían en la isla de Dívar. Era una mansión de estilo rococó. Lady Bridget respiró aliviada al comprobar que los lirios que había plantado unos meses antes habían sido respetados por el monzón. Estelle fue corriendo a ver su rosal.
-¡Está intacto!-le indicó a su madre con alborozo.
                             La mansión se encontraba cerca del viejo templo erigido al dios hindú Ganesh.
                             Estelle era la encargada de sacar a Olivia de paseo todas las tardes. Muy a menudo, se las veía a ambas paseando por la orilla del río Mandovi. La mansión de los Templewood debía de ser el cuádruple de grande que la casa donde vivía Olivia con su padre en Sacramento.
                            Una tarde, a los dos días de llegar, Olivia le escribió a su buena amiga y vecina Sally. Le explicó lo ocurrido y le envió sus nuevas señas. Por supuesto, sabía que la carta tardaría meses en llegar. Y, a lo mejor, para entonces, ya estaban de vuelta en Calcuta. No le importó. ¡Dios, cuánto echaba de menos a Sally! Era como una segunda madre para ella. Tenía la sensación de que estaba tan lejos de Sally como de la Luna. Ya no podía ir a su casa a contarle nada. Se sentía, en ocasiones, muy sola.
                            Sir Joshua y lady Bridget hablaron de organizar una pequeña fiesta sólo para los vecinos. Debían de celebrar el verdadero cumpleaños de Estelle. Lady Bridget le había cantado el Cumpleaños Feliz mientras fuera rugía la tormenta monzónica.
                           Una tarde, Estelle llevó a Olivia a ver los arrozales. Era domingo y no había ningún trabajador allí.
-Esta isla es como un pequeño trocito de Paraíso en La Tierra-afirmó Estelle-Me quedaría aquí a vivir toda la vida.
-Pero tienes que regresar a Calcuta-le recordó Olivia.
-En ocasiones, siento el deseo de decirle a mis padres que quiero quedarme aquí para siempre.
                              La villa era pequeña, al menos, en proporción con otras villas de la isla. Pero era elegante. Y sólida...
                              Era un edificio que a Olivia se le antojó enorme cuando la barca atracó en el embarcadero y saltaron a tierra. Y el interior de la casa la dejó sin habla, aunque pensó que estaba siendo tonta. Era una casa más, como las demás casas que había visto en la colonia inglesa de Calcuta. No obstante, se recordó así misma que su tío era un hombre muy rico.
                            La villa constaba de varios dormitorios. Un salón muy amplio...Los barracones donde dormían los miembros del servicio. Una lavandería...Y un amplio establo con varios caballos, varias yeguas y unos pocos potrillos. No pudieron traer consigo a Jasmine. Olivia lo lamentó. Se había encariñado con aquella yegua.
                         Una tarde, no pudieron salir a dar un paseo porque empezó a llover. Sir Joshua estaba de pie junto a la ventana cuando vio llegar una barca al embarcadero de la isla. Vio saltar de la barca a lady Birkhust. Y venía acompañada por su hijo Frederick. Sir Joshua se quedó sorprendido al verle. A pesar de que la última vez que lo vio, en la "burra khana" de los Pennworthy, estaba muy borracho, había algo distinto en Freddie. No sabía lo que era. Parecía ser otro joven.
-¿Vosotras sabíais que el joven Birkhust ha abandonado la plantación?-le preguntó a su hija y a su sobrina.
                            Estelle y Olivia intercambiaron una mirada cargada de ansiedad.
-¿Por qué preguntas eso, tío Josh?-inquirió, a su vez, Olivia.
-Acabo de verlo llegar-respondió sir Joshua-Él y su madre se van a instalar en la villa que tienen aquí. Precisamente, van a ser nuestros vecinos.
                             El corazón de Estelle dio un vuelco al escuchar aquellas palabras. Freddie iba a ser su vecino. Luego, tendría que ver a Freddie todos los días.
-Estoy convencida de que vendrá a verte, Olivia-auguró lady Bridget-Te ruego que trates de ser amable con él. Ese joven es un excelente partido para ti.
                            El rostro de Estelle perdió todo el color.
-Puede que él no sienta lo mismo por mí-replicó Olivia-Tía Bridget...Tú dices que está enamorado de mí. Pero...
                            Estelle notó cómo las manos le temblaban mientras intentaba sujetar el libro que Olivia le había prestado. Se llamaba Cumbres borrascosas y su autora se llamaba Emily Bronte. Hablaba de una historia de amor desquiciado en un entorno sombrío y hostil entre dos seres atormentados llamados Heathcliff y Catherine. Pensó que, de algún modo, Heathcliff y Catherine se parecían mucho a Freddie y a ella.
-¡Tonterías!-bufó lady Bridget.
                          Daniel, por su parte, sentía que estaba perdiendo el control. Había seguido a La Tacañona hasta una isla que ni siquiera conocía.
                           Lady Birkhust le había dicho que los Birkhust tenían una villa allí donde permanecían mientras era reconstruida su mansión en Calcuta. La mansión estaba completamente destrozada tras el paso del monzón. Daniel caminó detrás de la mujer que se había autoproclamado su madre, pisando todos los charcos que encontraba a su paso.
                           Entraron en la mansión. Un criado se ocupó de llevar las supuestas maletas con la supuesta ropa de Daniel a su supuesta habitación. Todo era supuesto porque Daniel estaba convencido de no ser el tal Freddie Birkhust. Era un chico atrapado dentro de un libro.
                          Mientras recorría el salón con la mirada, Daniel se preguntó por enésima vez así mismo cómo iba a escapar de aquella situación. No sabía cómo salir de aquella estúpida novela de amores para volver a su vida de mierda en Murcia.
                         De pronto, recordó un detalle. Jai había nacido en una noche de tormenta monzónica. Olivia había dado a luz a su primer hijo, Amos, en el palacio del maharajá y asistida por la maharaní, Kinjal, y por la comadrona de ésta. No se mencionaba nada de un monzón en Calcuta. Ni de un viaje a Dívar...
                       ¿Qué coño estaba pasando?

sábado, 5 de julio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
Hoy, en el fragmento de Un sueño hecho realidad, los Templewood y los Birkhust abandonan Calcuta tras el monzón.

                                   Al día siguiente, Olivia, lady Bridget, sir Joshua y Estelle abandonaron Calcuta. Jai se quedó en la ciudad para supervisar la labor de reparación de la casa. Estaba hecha un desastre. Muchos muebles se habían salvado. Pero la parte baja estaba inundada. La acequia se había desbordado.
-Tardaremos mucho tiempo en reparar el jardín-se lamentó lady Bridget cuando se subió al carruaje-Y, cuando esté creciendo otra vez la hierba, volverá el monzón.
-¡Dios mío!-se asustó Olivia.
-¿Te encuentras bien, Libby?-se interesó Estelle.
-Pudimos haber muerto. Esa tormenta...
                           Olivia rompió a llorar.
                             La familia Templewood partía en dirección a la villa que poseían en la isla de Dívar. Numerosos portugueses habían construido allí sus villas. Pero también vivían unas cuantas familias inglesas.
                              Los Birkhust también tenían una villa en Dívar.
                              Daniel tenía la mente hecha un lío cuando se subió al carruaje. No se reconocía cuando miraba la ropa que le había hecho ponerse aquel hombre de piel oscura. Tuvo la sensación de haber sido poseído por el espíritu del Pijo que vio frente a la Galería Real. Sí...Era la Galería Real.
                               Le habían preparado un baño de agua fría al no haber agua caliente. Le habían hecho meterse, no en una ducha (el desconocido de piel oscura no sabía lo que era una ducha), sino en una bañera de porcelana. La bañera podía moverse de una habitación a otra. Eso llamó mucho la atención de Daniel.
                             A continuación, aquel hombre quiso afeitarle. Pero no utilizó una máquina de afeitar.
                            ¡Aquel loco le afeitó usando una navaja! Al verle avanzar hacia él con la navaja, Daniel empezó a chillar.
-Sahib, yo voy a afeitarle-le dijo el desconocido.
-¡Aléjate de mí o llamo a la pasma!-chilló Daniel.
                            La Tacañona fue la que le obligó a afeitarse. Daniel tuvo la sensación de que se había vuelto loco. Le mojaron la cara en una cosa llamada jofaina. Le pasaron jabón por la cara en vez de pasarle espuma de afeitar, como era lógico.
                           Le masajeó el desconocido la cara. Y, poco después, le pasó la navaja por la cara. Tuvo que reconocer que tenía las mejillas más suaves. Luego, procedió a peinarle. Pero el colmo vino cuando le vistió.
-¿Qué coño es eso, tío?-le preguntó al ver que le sacaba del armario una ropa desconocida para él.
                          Parecía estar sacada de una tienda de disfraces.
-Es su ropa, sahib-respondió el desconocido-¿No le gusta?
                           Llevaba puesta una camisa de color blanco. Tanto el puño como las mangas estaban rectos y Daniel se sintió incómodo. Su cuello estaba almidonado. También le incomodaba. Los pantalones le estaban muy ceñidos, en su opinión. Lo llevaba largo hasta los tobillos. Y lucía, además, un ridículo chaleco corto.
                           Lady Birkhust elevó la vista al cielo.
                           Necesitaba armarse de paciencia. Su hijo y ella iban a pasar una larga temporada en su villa en Dívar. Supuso que los Templewood también estarían allí. Y se habrían llevado con ellos a Olivia.
                         Con un poco de suerte, Freddie empezaría a visitar con más frecuencia a los Templewood y vería a Olivia. Entonces, sentaría la cabeza y se casaría con ella.
                          Daniel deseaba despertar lo antes posible. Odiaba estar metido en el interior de un carruaje con una Tacañona. Odiaba estar vestido de un modo ridículo. Y, sobre todo, odiaba tener que admitir que se encontraba envuelto en una situación absurda.
-¿Y usted cómo sabe que soy su hijo?-le preguntó a lady Birkhust-Puede ser que esté equivocada. Puede ser que yo sea un impostor que se está haciendo pasar por su hijo. ¡Yo qué sé!
-Eres mi hijo-respondió la dama-No soy tonta. ¡Y deja de una vez ese estúpido juego de no saber quién eres, Frederick!
                          Lo que Daniel más odiaba era ser Freddie Birkhust. Un personaje ridículo...Un tío que vivía obsesionado con Cara de Perro. Bien...Debía de encontrar la manera de salir de aquella situación surrealista. Y de volver a Murcia. Pero no sabía cómo.



-Nos espera un viaje muy largo, Frederick-le avisó La Tacañona.
                        Daniel se recostó contra el asiento. Se sentía cansado.
-Pues avísame cuando lleguemos-le pidió.

viernes, 4 de julio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola.
Hoy, veremos la reacción de Daniel cuando sea consciente de lo que le ha pasado.

                                     Se removió en la cama. Era ya de noche y notó una presencia a su alrededor. Al abrir los ojos, Daniel no vio a Ana acostada a su lado.
                                    A quien vio era a Alejandra, quien le miraba y le sonreía. Le estaba abrazando.
-Lo he soñado todo-le dijo a Alejandra-¡Estás viva!
                                  Llenó de besos su cara, en un rapto de alegría. No podía dejar de abrazarla.
-He debido de soñar con el accidente-sonrió.
                                   La besó de lleno en los labios. Entonces, a lo mejor, si todo había sido un sueño, nunca había besado a Ana.
-He soñado que ya no volvería a abrazarte nunca más-le contó Daniel-Creía que nunca más volvería a besarte. Pero, ahora que te veo a mi lado, lo único que puedo hacer es reír y llorar a la vez porque estás conmigo.
-Estás soñando, Dani-le advirtió Alejandra con una voz demasiado rara como para ser la suya-No estoy contigo.
-¿Qué estás diciendo, Alex? Mira, no tengo ganas de bromear. He tenido un sueño muy raro. Y espantoso a la vez...Lo único que quiero es pensar que estás bien. Que todo ha quedado atrás. Y que...
-Yo no existo, Dani. Lo que has vivido en lo que tú llamas tu sueño es la realidad. Esto...El estar yo aquí sí es tu sueño.
                                  De pronto, la visión de Alejandra desapareció. Alguien le estaba llamando a gritos.
-¡Frederick!-le llamó alguien-¡Frederick, despierta!
                                 Pero yo no soy el tal Frederick, pensó Daniel aturdido. Me llamo Daniel. ¿Es que nadie me cree?
                                 Se había desmayado. Cuando abrió los ojos, pensó que estaría en su piso de Murcia. Pero no fue así. La Tacañona seguía de pie, frente a su cama. Le miraba entre preocupada y disgustada. ¿Todo porque se había desmayado?
                               La Tacañona se acercó a él. Le tocó la cara con las manos.
-Por lo menos, no tienes fiebre-dijo más para ella que para Daniel.
-¿Qué hago yo aquí?-inquirió el aturdido joven.
-Vives aquí. Hace algunos meses que llegaste a Calcuta. Fue un castigo que decidió tu padre después de que te expulsaran de Oxford. Pero sigues igual que cuando estabas estudiando. O peor, diría yo. ¡Ya ni te acuerdas de quién eres!
                               Daniel pensó que lo que le estaba pasando era producto de algún delirio. O que, quizás, había consumido alguna droga demasiado fuerte. Una desconocida con aspecto de Tacañona le estaba diciendo que era su madre cuando su madre llevaba muerta años. Le estaba hablando de que su padre le había mandado a Calcuta como castigo por haber sido expulsado de Oxford. ¿De Oxford? Daniel nunca había ido a la Universidad. ¡Y mucho menos había estado en Oxford! Además...Su padre también estaba muerto.
                               Frederick Birkhust...Así era como le llamaban.
-Un momento...-pensó Daniel-Frederick Birkhust...Olivia O'Rourke...Estelle Templewood...¡Son personajes de Olivia y Jai! Eso quiere decir que ¡estoy metido en la novela! ¿Cómo?
                               Una carcajada histérica se escapó de la garganta del chico.
                               Había creído que lo que estaba viviendo era el producto de un sueño. Y que, al despertar, al ver a Alejandra a su lado, era la realidad. Que podía besarla de nuevo. Acariciarla otra vez. Darle un abrazo nuevo. Pero la realidad era la más absurda de todas.
                                La Tacañona frunció el ceño al presenciar su risa histérica.



-¡Joder, esto no puede estar pasando!-exclamó Daniel, tornándose serio de pronto-¡Esto tiene que ser un jodido sueño!

jueves, 3 de julio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
Hoy, vamos a ver cómo ha quedado todo tras la llegada del monzón.
Y Daniel empieza a recordar.

                                Estaba en su piso de Murcia.
                                Se encontraba sentado en el suelo, leyendo Olivia y Jai. 
                                Los rayos de Luna se colaban por la ventana. Daban de lleno en el libro. En la libreta...
                                De pronto, Daniel sintió como una fuerza tiraba de él. Una fuerza desconocida que le empujaba.
                               Aquella fuerza le sacó de su sueño. Le despertó porque sentía la necesidad de huir. No entendía nada de lo que estaba pasando.
                                 Pensó que la cerveza que había consumido le habían hecho perder la cabeza. ¡El libro se lo estaba tragando! ¿Se lo estaba tragando un libro de 800 páginas? En la tele hablaban de lo que significaba ser absorbido por la lectura. Había creído que se refería a que uno se quedaba leyendo absorto cuando el libro era bueno. Interesante...
                                La situación le pareció ridícula. Recordó tratar de aferrarse a algo. Pensó en pedir socorro. Pero, ¿quién le habría creído?
                                Despertó de golpe. Quería pensar que todo lo que había vivido en Calcuta había sido sólo el producto de aquel sueño tan disparatado. Ser absorbido por un libro era parte de aquel sueño. Como también formaba parte de él su encuentro con Estelle Templewood. La llegada del monzón...
                                Abrió los ojos. Recordaba sentir con total nitidez los labios de Estelle sobre sus labios ante la fachada de la Galería Real.
                                 Con sus manos, tocó algo blando. No estaba tirado en el suelo de su piso de Murcia. Estaba de nuevo en aquella amplia habitación. Y se encontraba acostado en aquella enorme cama. Se sentó de golpe. Al hacerlo, todos los huesos de su cuerpo crujieron.
-Veo que estás despierto-observó La Tacañona. Entró sin llamar en la habitación-Te portaste bien la otra noche. Aunque estuvo mal que lo hicieras.
-¿A qué te refieres?-inquirió Daniel.
-A ayudar a los sirvientes-contestó La Tacañona-Tapiaste ventanas. Achicaste agua.
                          Lady Birkhust no entendía el comportamiento de su hijo. Nunca pensó que estaría ayudando a los sirvientes en su lucha contra el monzón. Daniel estaba cubierto de agua y de barro. Su aspecto deplorable era todavía más deplorable.
-Le diré a una de las criadas que te prepare un baño caliente-decidió La Tacañona-Tu ayudante de cámara te traerá ropa limpia. Te dará un buen afeitado. Y te peinará. Me tienes que contar de dónde has sacado esa ropa tan horrible.
-¿A qué te refieres, tía?-le preguntó Daniel.
-No entiendo el porqué me llamas así. Pero te recomiendo que no vuelvas a usar ese término cuando hable contigo, jovencito. Me refiero a esa cosa que llevas puesta. Y a esos pantalones...Son muy raros. Y tus zapatos...
                                Daniel llevaba puestos unos pantalones vaqueros y rotos, una camiseta de manga corta que había conocido tiempos mejores y unos tenis con suciedad de antes incrustada. Tenía barba de varios días.
                             Se puso de pie. Lo único que quería era volver a su casa. A su piso...
-Mira, no entiendo nada-afirmó-Yo sólo estaba leyendo un libro. Y, de pronto, me he encontrado aquí.
-Tú nunca lees-le recordó La Tacañona.
-Era una novela. Pertenecía a Ana, mi novia.
-No conozco a ninguna Ana. Además, tú estás cortejando a la sobrina de los Templewood. A la señorita Olivia O' Rourke.
-¿Que yo soy el novio de Cara de Perro? ¡Anda ya! ¿Cómo voy a tirarle los trastos a esa tía?
-¡Frederick! ¡Por Dios! ¿Cómo se te ocurre hablar así de la señorita O' Rourke? Además, estabas muy interesado en ella.
-Tía, no me llamo Frederick. Me llamo Daniel. ¿Te enteras?
                                Lady Birkhust estaba escandalizada. ¿Cómo se le ocurría su hijo hablarle de aquel modo? ¿Y por qué decía que se llamaba Daniel? Pensó que se había vuelto loco o que podía estar un tanto confundido. De ser lo segundo cierto, se encargaría de sacarle de dudas.
                             Se sentó en la cama.
-Tu nombre es Frederick Alistair Birkhust-le explicó con suavidad-Y te recomiendo que no vuelvas a llamarme nunca más tía. Yo soy tu madre.
-¿Cómo dice?-se asombró Daniel.
                              Definitivamente, la situación no podía ir a peor.

miércoles, 2 de julio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, el monzón llega a Calcuta.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                               Olivia estaba muy pálida cuando la obligaron a subir, junto con Estelle y con lady Bridget, a su habitación.
                               Las tres se encerraron en la habitación de lady Bridget. Tanto la mujer como Estelle estaban acostumbradas a las tormentas monzónicas. Lady Bridget pensó que se curó de espanto la noche en la que Estelle vino al mundo, en pleno monzón. Lo mismo le pasaba a su hija.
-Llueve muy pocas veces en el año en Sacramento-dijo Olivia en un murmuro-Y nunca llueve con tanta fuerza.
                                   Estelle y Olivia la abrazaron.

                                  La Tacañona se llamaba lady Birkhust.
                                 Por lo visto, era la madre del tal Frederick.
                                 Daniel bajó al salón.
                                 No entendía el porqué La Tacañona le confundía con el tal Frederick. Tampoco sabía el porqué todavía no se había despertado de su sueño.
-¡Sahib!-le gritó el desconocido que había estado antes en su habitación-Regrese a su cuarto.
-¿Qué pasa?-le preguntó Daniel.
                                  No pudo bajar el último peldaño de la escalera. De pronto, la casa parecía haberse convertido en una piscina. Y, fuera, estaba lloviendo. El viento rugía con fiereza. Los relámpagos le daban un brillo sobrenatural al cielo.
-Se está inundando, sahib-le respondió el desconocido-Usted no puede hacer nada.
-¿Y qué estás haciendo tú?-inquirió Daniel.
-Salvar su casa. Impedir que se inunda.
                             Daniel no entendía nada de lo que estaba pasando. Aquella mansión no podía ser su casa.
                             No sabía cómo había ido a parar a Calcuta.
                             No entendía el porqué una de Las Tacañonas le decía que era su madre.
                             Pero había hombres también de tez morena que estaban achicando el agua con cubos. Debe de ser también su casa, pensó Daniel.
-Dame un cubo-le pidió al desconocido.
-Suba a su cuarto, sahib-insistió éste-Aquí no puede hacer nada.
-Te he dicho que me des un cubo. Quiero ayudar.
                            El hombre titubeó.
-Se ha vuelto loco-le oyó mascullar Daniel-La bebida le está haciendo hacer cosas raras. No le entiendo. ¡Por Shiva!
                             Finalmente, fue a buscar un cubo. Regresó con el cubo y se lo entregó a Daniel.
                             El joven pensó que el desconocido se llamaba Shiva. O que, a lo mejor, conocía a algún Shiva. Lo único que pensó después fue que la casa se estaba inundando. Varias mujeres subieron sillas y mesas arriba.
                              Las siguientes horas fueron infernales. Parecía que el cielo se había abierto. No paraba de llover.
                            Las mujeres trataron de salvar del desastre todo lo que pudieron. Daniel se fijó en que eran mujeres de tez morena, igual que los hombres. Las veía subir en varias veces a las habitaciones de arriba floreros. Platos...Cubiertos...
                             Y él sólo veía agua a su alrededor. Parecía que no iba a parar nunca de llover. En la tele, había visto los desastres que podía ocasionar una tromba de agua. Había visto casas y tiendas inundadas y a personas lamentándose porque lo habían perdido todo.



                                El agua se colaba por las ventanas. La fuerza del viento había roto los cristales.
                                Era como estar dentro de un barco que se estaba hundiendo.
                                Finalmente, las mujeres se quedaron en las habitaciones de arriba. Daniel las escuchaba llorar, presas de un ataque de nervios. Las escuchó rezar en un idioma desconocido para él. Intentaban mantenerse serenas. No se escuchó en ningún momento hablar a La Tacañona.
                               Transcurrieron lo que parecieron que eran siglos. Olivia estaba aterrada. Alguien había tapiado la ventana de la habitación de lady Bridget con tablas de madera. Sir Joshua y Jai estaban abajo ayudando a los hombres a achicar el agua. Estelle y lady Bridget luchaban por mantener la calma para no asustar aún más a la aterrada Olivia.
-Estelle, cariño, háblale de la pantomima que quieres hacer-le pidió lady Bridget a su hija-Interpretará a una de las hermanastras de La Cenicienta.
-Hice las pruebas el otro día-relató la aludida-Yo quería ser La Cenicienta. Pero me conformo con ser una de las hermanastras. Soy algo arpía.
                               Sonó un trueno muy fuerte. Olivia gritó, presa del pánico.
                               Estelle la abrazó y la besó en la frente.
                               Se dio cuenta de que su prima estaba temblando con violencia. Olivia nunca antes había vivido un monzón. Quizás, había oído hablar de él. Pero era la primera vez que vivía un monzón. Su terror era comprensible.
                                Clementine y King Charles, los perritos de Estelle, se subieron a la cama de lady Bridget.
-Vosotros nos protegeréis-afirmó la mujer-¿Verdad que nos protegeréis?
-Mi perro...-balbuceó Olivia-Spike...
-¿Tienes un perro?-se interesó Estelle-Háblanos de él.
                               Necesitaba distraer la atención de Olivia de la tormenta. Hablar con ella la ayudaría.
-Lo está cuidando nuestra vecina Sally-contó la aterrada joven.