lunes, 30 de junio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, Estelle le confiesa a su prima lo ocurrido entre ella y el joven quien ella cree que es Daniel.

                                  El día siguiente fue una pesadilla para Estelle.
                                  Le costaba trabajo centrarse en algo.
                                  Trató de pintar un bodegón, pero lo único que consiguió fue llenar de garabatos una hoja de su cuaderno de dibujo.
                                   Tampoco probó bocado a la hora de la cena. Estelle siempre repetía el postre, pero, aquella vez, ni siquiera lo probó. Cuando lady Bridget se retiró a su cuarto a dormir la siesta, estaba preocupada por su hija.
                                  Olivia y Estelle se quedaron a solas en el salón y Olivia aprovechó para hablarle de las noticias que habían llegado desde Sacramento. Por lo visto, su padre le había escrito contándole que crecía con fuerza el rumor de que se había encontrado oro allí.
-Papá piensa que todo Sacramento se llenará de forasteros-contó Olivia-Dice que eso es malo porque no hay tanto oro en todo el Estado. Habrá problemas.
                                Estelle trató de reunir el coraje necesario para hablar de un tema que la estaba angustiando de sobremanera. Respiró hondo.
-Libby...-titubeó-Yo...El capitán Sturges vino a verme. Y ocurrió algo que me tiene muy angustiada.
                              Olivia miró atónita a su prima. Recordó que Estelle había regresado del paseo sola. Y había vuelto muy nerviosa. No quiso contarle a nadie el porqué estaba así. El vestido de la chica estaba compuesto. Pero, aún así, el capitán Sturges pudo haberle hecho algo o habría intentado hacerle algo. Olivia apretó con rabia los puños.
-¡Te juro que no era mi intención hacerlo!-le aseguró Estelle-El capitán Sturges me dijo que estaba muy hermosa y me habló del título que va a heredar de su tío. También se excusó conmigo por lo que pasó la noche de mi cumpleaños. Él es todo un caballero. Me trató con respeto.
-Eso no lo pongo en duda-afirmó Olivia-Pero ocurrió algo durante el paseo.
                            Estelle sabía que su prima no sentía nada por Freddie Birkhust, pero no podía evitar preguntarse cuál sería su reacción. Tragó saliva.
-Encontramos a Freddie Birkhust-se sinceró Estelle-Estaba tirado en la calle. Y vestía de una manera muy rara. Ha regresado de la plantación. Yo estaba furiosa con él. No sé el porqué estaba tan furiosa con él por verlo en aquel estado. Me acuerdo de la "burra Khana" de los Pennworthy. Estaba peor ahí. Y...El caso es que le pedí al capitán Sturges que me dejara a solas con él. Yo quería echarle un buen sermón. Pero...No era sólo eso.
                             La sorpresa de Olivia iba en aumento a medida que iba escuchando a su prima.
-¿Qué ocurrió entre mister Birkhust y tú?-la interrogó.
                            Estelle clavó la mirada en el suelo. Casi no se atrevía a seguir. Alzó la cara para clavar sus ojos en los ojos de Olivia. Respiró hondo otra vez. No podía mentirle.
-En ocasiones, me sorprendo a mí misma pensando mucho en mister Birkhust-le confesó-Y no está bien. Mamá lo desea para ti. Como tu marido...Pensé que si lo besaba, saldría de mi mente. Y lo besé.
-¿Has besado a mister Birkhust?-se sorprendió Olivia-¿A Ojos de Grosella Hervida, como tú le llamas?
                             La joven pensó que su prima estaba de broma.
                             Hasta donde ella sabía, Estelle estaba interesada en el capitán Sturges.
-¡Sí!-contestó la muchacha-¡Lo hice! No sé el porqué lo hice. Llevo toda la noche deseando arrepentirme de lo que hice, Libby. Pero no puedo hacerlo. ¡Oh, Libby! Necesitaba sacarme a Freddie de mi cabeza. ¿Entiendes? Pensaba mucho en él. Y, cuando lo hice, fue distinto a cuando lo hice con el capitán Sturges.
                               Estelle se paseó de un lado a otro del salón. Estaba muy agitada. Se sentía nerviosa. Pero también sentía que estaba flotando en una nube.
                               ¡Y era Freddie Birkhust quien la hacía sentirse así! A pesar de que lady Bridget deseaba emparejarlo con Olivia. A pesar de lo gallardo que era el capitán Sturges. A pesar de todo eso... Estelle sentía que había algo entre Freddie y ella. Se parecía más al Freddie que había visto en la Biblioteca. No se parecía en nada al Freddie que se emborrachó en la "burra khana" de los Pennworthy.
                             Olivia no salía de su asombro. Estelle era una chica alegre. Pero siempre había sido comedida. Olivia, por el contrario, siempre había sido más lanzada.
                               Las mejillas de Estelle estaban encendidas. Hacían juego con el vestido que llevaba puesto, de color rosa. Le costaba trabajo asimilar lo ocurrido. El beso que le había dado a Freddie.



-¿Por qué dices que fue distinto?-la interrogó Olivia-Cuéntamelo.
-Sentí algo raro en mi estómago-contestó Estelle con honestidad.
-¿A qué te refieres?
-Cuando sentí los labios de Freddie posados sobre los míos, no sentí asco. No sentí el mismo asco que me invadió cuando me besó el capitán Sturges. Yo...Sentí otra cosa. Yo fui la que lo besó y él correspondió a mi beso con tanta pasión que pensé que no podía ser real. Y su lengua invadió con suavidad mi boca.
                          Estelle hablaba de una manera insólita. Hablaba con pasión.
                         Olivia pensó que su prima se había enamorado de Freddie.
-Él puede venir a ver a tío Josh y contarle que siente lo mismo por ti-opinó la joven-Creo que estás enamorada de él. Y me alegro mucho.
-¡No!-replicó Estelle-¡No quiero verle! Es una locura.
                           Se resistía a seguir hablando de aquel tema con Olivia.

                           Daniel despertó al escuchar una canción que alguien estaba interpretando al piano. De algún modo, se dio cuenta de que ya no estaba acostado sobre el duro suelo. Ni en su piso...Ni en la calle...
                          Un hombre con la tez morena estaba a su lado. Daniel se percató de que estaba acostado sobre el blando colchón de una gran cama.
-¿Quién eres tú, tío?-le preguntó al desconocido.
                          Quien estaba tocando el piano desafinó de un modo que a Daniel le resultó terrible.
-Buenas tardes, sahib-le respondió el desconocido.
-¿Sahib?-se extrañó Daniel-No, tío. No me llamo Sahib. Me llamo Daniel.
-Sahib Birkhust, nos alegramos de que haya vuelto.
-¡Tío, te he dicho que me llamo Daniel! No sé quién es el tal Sahib Birkhust. ¿Te debe pasta?
-¿Cómo dice?
                          El desconocido parpadeó.
                          Daniel estaba confuso. Recordaba cómo la tarde anterior alguien apareció donde él se encontraba. Era introducido de malas maneras dentro de un carruaje. ¿Un carruaje?
                         Debía de estar todavía soñando. Había estado con Estelle Templewood. Recordaba todo lo que había pasando entre ellos. Recorrió con la vista la habitación. ¡Era el doble de grande que su piso! Pero estaba tan poco amueblada como su piso. Estaba acostado en una cama que ocupaba la mitad de la habitación.
-¿Se ha despertado ya mi hijo?-oyó preguntar a una mujer.
-Creo que sí, mensahib-oyó responder a alguien.
-¿Hay otro tío más aquí?-inquirió Daniel.
                             El muchacho no entendía nada de lo que estaba pasando.
                            De pronto, escuchó el fuerte sonido de un trueno. En realidad, Daniel escuchó varios truenos. Lo último que le apetecía era regresar a su piso lloviendo. Le pidió al desconocido que estaba con él que llamara a un taxi.
-¿Qué es eso de llamar a un taxi?-se extrañó.
-Coge el teléfono-le explicó Daniel-Llama a un taxi. Me quiero pirar de aquí.
-¿Teléfono?
                          Daniel bufó.
                         En aquel momento, una mujer entró en la habitación. También aquella señora parecía venir de una fiesta de disfraces. Llevaba puesto un vestido de color negro.
                         Daniel ahogó la risa al verla. Le recordaba mucho a las míticas Tacañonas del Un, dos, tres. Incluso, tenía sus mismo gesto serio.
                          La mujer recorrió con disgusto la figura de Daniel con la mirada. Le habían encontrado en un estado lamentable. Y vestido de un modo horrible...
-Espero que me des una buena explicación sobre el porqué has abandonado la plantación sin avisar, Frederick-le exigió La Tacañona.
-No, tía-le corrigió Daniel-No soy Frederick.
-Hijo, no tengo ganas de soportar tus bromitas. El monzón se acerca. Pero exijo que me des explicaciones.
-¡Tía, estamos en Murcia! ¿Cómo va a venir un monzón aquí? Eso pasa en La India.
-Frederick, no sé lo que pasó ayer. No sé cómo se te ha ocurrido abandonar la plantación. Y no quiero ni pensar en lo que has tomado. Pero te recuerdo que estamos en Calcuta.
                             Fuera, el viento había empezado a soplar con mucha fuerza. Daniel pensó que estaba en mitad de un huracán.
                             Golpeaba con fuerza el viento los cristales de las ventanas de toda la casa.
-¿En Calcuta?-se sorprendió Daniel.
                              Se levantó de golpe de la cama. Se dirigió a la ventana. Esperaba ver la catedral de Murcia desde allí. Desde su piso, se veía la catedral de Murcia.
                              Pero no vio nada parecido. Vio unas extrañas nubes que cubrían el cielo. Pero el paisaje que se dibujaba ante él no se parecía en nada al paisaje de Murcia. Las gotas de lluvia empezaron a golpear los cristales de la ventana. Daniel se apartó de allí. No entendía nada de lo que estaba pasando.

2 comentarios:

  1. Uy pobre Daniel cuando se de cuenta. Te me cuidas te mando un beso y lindo miércoles

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    1. Cuando Daniel se dé cuenta de lo que de verdad está pasando no se lo va a creer, je, je.
      Un fuerte abrazo, Citu, y disfruta de un feliz viernes.

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