lunes, 30 de junio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos. 
El fragmento de hoy viene arrancando motores. 
Vamos a ver cómo Daniel se queda dormido en su piso en el año 1992. Pero se despierta en otra parte. 

                             Daniel cerró el libro y por su mente pasaron imágenes de Ana leyendo aquella novela. Tenía la sensación de que estaba viendo su figura esbelta. Aquel rostro que le recordaba a un duendecillo travieso. Los ojos de Ana que le miraban de manera pícara. Su piel blanca...Y aquel cabello de color chocolate...
                           Apoyó la espalda contra la pared. Cerró los ojos. Deseaba quedarse dormido y no despertar nunca. 
                           Le costó mucho trabajo conciliar el sueño en aquella postura. Era la segunda Luna Llena de aquel mes. Noche de Luna azul, como dirían los viejos. Y los más viejos todavía dirían que era una noche mágica. Como la Noche de Todos los Santos...O la Noche de San Juan...
                          Finalmente, se quedó dormido. No había leído todavía la libreta que le había entregado Tania. Decidió que lo haría al día siguiente. Tan sólo quería dormir un poco. 

-Me gustaría disculparme por lo ocurrido hace unas noches-le dijo el capitán Sturges a Estelle-Cometí un terrible error. Le prometo que no volverá a pasar. 
                      La joven se arrepentía de haber accedido a dar un paseo con el capitán Sturges alrededor de la Galería Real. 
                      Estelle le había sugerido entrar en la Galería. Pero el capitán Sturges se había negado. Alegó que hacía dentro un calor sofocante. 
-Disculpas aceptadas...-cedió Estelle-Aunque no hizo nada malo. 
-Me tomé libertades con usted-se excusó el capitán Sturges. 
-Puede creerme cuando le digo que deseaba que se tomara libertades conmigo. 
-Pero...¿Lo dice en serio? Usted...
-No piense mal de mí. Era la noche de mi cumpleaños. Y deseaba vivir un momento romántico. 
-Señorita Templewood, me gusta mucho. Yo la respeto. Y deseo cortejarla. Hablaré con su padre y le contaré mis intenciones hacia usted. 
                     Estelle esbozó una sonrisa. 
                     El capitán Sturges era un hombre muy educado. Sabía que había sido condecorado en varias ocasiones. Tenía fama de ser muy valiente. El capitán se acercó mucho a Estelle. Llenó de besos su cara. 
                     De pronto, se fijó en una figura que yacía enfrente de ellos. A los pies de la Galería Real...
                    El corazón de Estelle se detuvo. Creía reconocer a la persona que yacía inconsciente a los pies de la Galería. 
-Otro inglés borracho...-masculló el capitán Sturges-Si heredo algún día el título de mi tío, no pienso pasarme toda la vida bebiendo. Haré cosas útiles. 
                 Se acercaron a ver quién era. 
-¡Joder!-exclamó Daniel, al tiempo que sentía los rayos de Sol dándole de lleno en la cara-¡Menuda resaca! ¡La leche! ¿Dónde coño estoy? 
                    Parpadeó varias veces. Estaba acostado en el suelo. Sin embargo, no estaba acostado en el suelo de su piso. 
                       Logró sentarse en el suelo. Le dolía todo el cuerpo. Lo achacó a las birras que había consumido sin descanso desde la muerte de Ana. 
-¡Mister Birkhust!-exclamó una voz-¿No le da vergüenza? 
                       En un primer momento, Daniel no supo a quién le estaban echando el sermón. 
-¡Levántese!-le ordenó un hombre al que Daniel no había visto en su vida. De pronto, sintió cómo aquel hombre le ponía de pie de muy malas maneras-¿Qué está haciendo aquí? ¿Por qué ha abandonado la plantación? ¿Y qué es esa ropa que lleva puesta? 
-¿Quién coño eres tú, tío?-le increpó Daniel-¡No me des sermones! 
-¿Qué idioma es ese? 
                         De pronto, Daniel se dio cuenta de que el desconocido le estaba hablando en el inglés. Y que él, a su vez, le estaba hablando en español. No se entendían.
                          El desconocido parecía regresar de una fiesta de disfraces. 
                          Tenía unas patillas que le recordaba a un profesor suyo del colegio donde estudió, allá por los años 70. Pero la ropa era lo que más llamó su atención. 
                         Tenía toda la pinta de ser un pijo. 

  

                                El cuello de su camisa estampada estaba subido hasta las mejillas, pero no ocultaban ningún grano. Lucía unos pantalones de color gris tan ajustados que marcaba el paquete. Este tío está para ir a La Ostra Azul, pensó Daniel con sorna. 
                             De pronto, se dio cuenta de que el pijo no estaba solo. Vio una figura delgada y delicada cerca de él. 
-Señorita Templewood...-alcanzó a decir en inglés. 
-Déjenos solos, capitán-le pidió Estelle al capitán Sturges-Le puedo asegurar que mister Birkhust no está interesado en mí. Es a mi prima a quien desea cortejar. 
-¿Cortejar yo a Cara de Perro?-pensó Daniel atónito. 
                          Recordó el sueño que había tenido meses antes. 
                          Pensó que estaba soñando. Antes o después, se despertaría y se encontraría en su piso. 
-¿Y qué piensa hacer a solas con él, señorita Templewood?-quiso saber el Pijo. 
-Hablar con él-contestó Estelle-Decirle que no puede actuar así. Perdería el favor de Olivia. 
-No me gusta. Está borracho. 
-Tío, tú no me has visto a mí todavía trompa-le aseguró Daniel. 
                         El vocabulario que empleó el muchacho escandalizó mucho al capitán Sturges. No había tenido un trato cercano con Freddie Birkhust. Sin embargo, las pocas veces que habían hablado le había parecido un joven bastante educado. 
                         No se parecía en nada a aquella piltrafa humana. Pero Estelle quería quedarse a solas con él. El capitán Sturges cogió la mano de la joven y se la besó con cortesía. Lanzó una mirada cargada de desdén a Daniel y se alejó de allí. 
-¿Se ha vuelto loco?-le increpó Estelle a Daniel. 
                       Un matrimonio pasó por al lado de ellos. Se quedaron mirando el extraño atuendo que lucía Daniel. 
-¿Qué pasa?-les increpó el joven-¿Tengo monos en la cara o qué? 
-No le entiendo, mister Birkhust-protestó Estelle-¿Acaso es que ha tomado opio? 
-He bebido birra. 
-¿Birra? 
                          Hablaba de una manera muy extraña. Estelle casi no le entendía. Sin embargo, sentía cómo sus fuerzas se estaban viniendo abajo. Freddie había regresado a Calcuta. 
-Cerveza...-contestó Daniel. 
-Ya entiendo. Acaba de llegar y ya viene de El Trasero Dorado. 
                        Estelle escupió aquella observación. Estaba disgustada de un modo muy visible. 
-Yo no vengo de ningún culo, guapa-afirmó Daniel. 
-¿Cómo dice?-gritó Estelle, disgustada. 
                       Por la calzada pasó un palanquín. Los dos portadores del palanquín se quedaron mirándoles. 
-Tía, estoy soñando-afirmó Daniel-Esto es sólo un sueño. Cuando me despierte, habrá pasado todo. 
                       Un sueño, pensó Estelle. 
                       Llegó a la conclusión de que lo que sentía por Freddie era producto de un sueño. Aquel pelirrojo no era el hombre de su vida. Iba a sacar finalmente a Ojos de Grosella Hervida de su cabeza. Le cogió la cabeza entre las manos. Iba a montar un gran escándalo, pensó mientras se ponía de puntillas. 
-¿Qué estás haciendo, tía?-le preguntó Daniel, atónito. 
-Sacarte de mi cabeza-respondió Estelle, indignada. 
-¿Y qué pasa con el tío pijo ése?
-Es el capitán John Sturges. En cuanto haga esto, él podrá cortejarme. ¡Y tú no volverás a molestarme! 

  

                         Daniel no tuvo tiempo de reaccionar. 
                         Los labios de Estelle se posaron sobre sus labios. Aquella muchacha sacada de una novela romántica...¡Le estaba besando! Fue un beso cargado de rabia por parte de ella. Pero aquel beso era muy real. En contra de su voluntad, Daniel se vio así mismo correspondiendo a aquel beso. Sus manos rodearon la cintura de avispa de Estelle. Y el beso se hizo más hondo. 
                        Fue la propia Estelle quien puso fin a aquel beso. Miró con horror a Daniel. 
                        Sentía algo parecido al revoloteo de una mariposa en su estómago. De miles de mariposas...
                        Salió corriendo sin decir nada. 
                        Daniel se quedó paralizado. 
                        Deseó ir corriendo tras ella. Pero no lo hizo. Antes o después, despertaría de aquel sueño. Volvería a su espantosa realidad. 
                         Sin Ana...

2 comentarios:

  1. Uy que giro inesperado veamos que es lo que pasa. Cada vez esta mejor esta novela

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    1. Es ahora cuando empieza lo bueno, Citu.
      La espera, créeme, ha valido la pena.
      Un fuerte abrazo.

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