Hola a todos.
Hacía algún tiempo que no subía ningún fragmento de mi fanfic Un sueño hecho realidad.
En esta ocasión, vemos cómo la noticia del supuesto compromiso entre Freddie Birkhust y Jane Watkins llega hasta el hogar de los Templewood.
Daniel hubiera querido hablar personalmente con Estelle.
Estaba convencido de que aquella mujer estaba mintiendo. Pero no sabía cómo demostrarlo.
Tiene ojos de loca, pensó Daniel en la soledad de su habitación. Su vida había dado otro giro inesperado. En ocasiones, dudaba de su propia cordura. Lo que estaba ocurriendo no era normal. El ser absorbido por un libro. Por una novela romántica...Enamorarse de uno de sus personajes secundarios. Y aquella mujer...Hasta donde él sabía, el personaje de Jane Watkins aparecía poco, muy poco. Era un personaje secundario. Una de las amigas de Estelle...Que acababan haciéndose amiga de Olivia, por supuesto.
Lo cierto era que a él Olivia le agradaba por el cariño que le profesaba Estelle. Pero seguía siendo una borde. Le parecía una borde. Lo último que quería Daniel era hacerle daño a Estelle. Estelle...Le odiaría nada más saber la noticia. Y no lo deseaba.
No tuvo tiempo para hacerlo. Fue lady Birkhust quien se personó en el hogar de los Templewood ella sola para darle la noticia a lady Bridget.
Tanto Olivia como Estelle estaban en el salón en aquellos momentos.
-¡Ese joven no es ningún caballero!-estalló lady Bridget, indignada-¿Cómo ha podido hacer eso? ¿Cómo ha podido darle falsas esperanzas a mi sobrina?
Olivia no miró a su tía.
Estaba mirando con terror a Estelle. De pronto, su prima se había puesto mortalmente pálida. La expresión se le fue de la cara.
-Estelle...-susurró Olivia.
La aludida no dijo nada.
-Freddie...-la oyó murmurar Olivia vagamente.
Cayó desmayada sobre el sofá.
-¡Estelle!-gritó Olivia.
Entonces, lady Birkhust y lady Bridget se percataron de lo que había pasado.
-¡Hija mía!-se asustó lady Bridget.
Olivia se puso de pie y colocó los pies de Estelle sobre el sofá. Una criada acudió al escuchar los gritos.
Rápidamente, fue a buscar el frasquito de sales aromáticas. La oscuridad se había cernido sobre Estelle. La joven lo agradeció.
No escuchó las voces de su madre y de su prima que la estaban llamando de manera desesperada. Olivia pensó realmente que Estelle había muerto. La muchacha sólo reaccionó cuando la criada colocó el frasquito de sales aromáticas que previamente había destapado debajo de la nariz. Estelle parpadeó. Olivia le cogió la mano.
Estelle abrió los ojos. Recordó lo que había escuchado.
-Se va a casar-murmuró con voz lastimera.
Lady Birkhust contempló la escena con el ceño fruncido. Había creído que su hijo estaba interesado en Olivia O' Rourke. Sin embargo, tuvo la sospecha de que algo había pasado entre Freddie y la hija de los Templewood.
La idea le disgustó horrores. En opinión de lady Birkhust, Estelle era poco menos que una niña mimada. Freddie necesitaba una mujer fuerte. Y estaba segura de que la tal Jane Wilson no era la clase de mujer que su hijo necesitaba.
-Te llevaré a tu habitación-se ofreció Olivia.
-¿Por qué se ha desmayado?-le preguntó lady Bridget, alterada.
-Es el calor. Tú misma dices que el calor aquí es sofocante.
-Tu prima está acostumbrada al calor de La India desde que nació.
-Son muchas emociones. El monzón...El venirse aquí. También Estelle es humana. Deja que descanse un rato, tía Bridget. No te preocupes. Cuidaré de ella.
Olivia besó la frente de la aturdida Estelle.
¿Pueden las novelas románticas hacerse realidad? El blog de mis fanfics de "Olivia y Jai"
domingo, 5 de octubre de 2014
viernes, 29 de agosto de 2014
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Hola a todos.
A partir de ahora, aparecerán otros personajes de Olivia y Jai en escena (amigas de Estelle) y puede que alguna de ellas nos dé alguna que otra sorpresa.
La semana siguiente transcurrió como en un sueño para Daniel y para Estelle.
Solían encontrarse en los arrozales, cuando ya no había nadie trabajando allí. Estelle acudía a cada cita nerviosa. Por suerte, Olivia estaba al tanto de sus encuentros. Y le cubría las espaldas.
Daniel solía besarla en las mejillas. La besaba en las manos. La besaba en los labios. Y la besaba en los labios con esa mezcla tan extraña y tan dulce de pasión, de desesperación y de ternura. A veces, Estelle tenía la sensación de que Freddie era otro joven. ¡Pero estaba delante de ella!
No se parecía en nada al capitán Sturges.
También le comparó con Clive Smithers. Lo cierto era que Clive y Freddie habían sido amigos en el pasado. Sin embargo, desde hacía algún tiempo, no se relacionaban. Freddie no había mencionado para nada el nombre de Clive. Parecía que ni se acordaba de él. Clive acudió a despedirse de Estelle cuando los Templewood abandonaron Calcuta para irse a Dívar.
Clive era un cabeza loca. Pero Estelle tenía que reconocer para sus adentros que se había portado bien con ella. Prometieron escribirse. Clive depositó un beso en su frente. Pero también la beso en la mejilla.
-A veces, tengo la sensación de que no eres tú-le confesó Estelle a Daniel durante una de aquellas citas en los arrozales.
-¿Qué quieres decir?-preguntó el joven, un tanto nervioso.
Quería confesarle la verdad a Estelle.
Pero era una verdad tan disparatada que pensaba que ella no se la creería. Ni él mismo terminaba de creerse lo que estaba pasando.
Por las mañanas, cuando se despertaba, tenía la sensación de que estaba en su piso en Murcia. Pero, entonces, entraba Kanvar en su habitación. Y se daba cuenta de que lo que estaba pasando era real. Recordaba las palabras del yogui. No podría salir nunca de allí. Estaba cumpliendo su Destino.
Daniel ya no tenía familia en Madrid. Posiblemente, ni sus tíos ni sus primos le echarían mucho de menos. Pero estaban sus colegas.
-Cuando nos encontramos en la Biblioteca, tuve la sensación de que eras otro hombre-respondió Estelle-Luego, cuando te vi borracho en la "burra khana" de los Pennworthy, pensé que era sólo mi imaginación. Que no habías cambiado. Que seguías siendo un crápula. Un borracho...Pero...No bebes. Ya no te vas de juerga por ahí. Antes...Adorabas a mi prima Libby. ¿Qué te ha pasado, Freddie?
-Tu prima es una mujer muy buena-contestó Daniel-Pero no es el tipo de mujer que me guste.
-¿Y qué ha pasado con las juergas? Todo el mundo comenta que ya no bebes. Es más. He oído decir que estuviste achicando agua junto con tus criados cuando tu casa en Calcuta se inundó.
-Bueno...Se trata de la casa de mi madre. Y yo tenía que hacer algo al respecto.
-Nunca habrías hecho eso antes. Te habrías encerrado en tu habitación. O te habrías metido en el despacho de tu padre a beber. No te reconozco, Freddie. Pero...Admito que me gusta el nuevo Freddie.
Estelle esbozó una sonrisa.
Daniel se apoderó de manera ardiente de sus labios.
Regresó al cabo de un rato a la villa de los Birkhust. Daniel estaba sumido en una especie de sueño.
No se dio cuenta, al entrar en el salón, de que su madre no estaba sola. Había una joven con ella. La joven le miraba con el ceño fruncido. No se trataba de Olivia. Freddie no recordaba haber leído nada acerca de que Freddie tuviera una hermana.
-¿Quién eres tú?-le preguntó a la joven.
-¡Oh, Freddie!-respondió la joven, nerviosa-¿Es que no me reconoces?
-Es la primera vez que te veo.
-¡No me mientas!
Lady Birkhust se parecía más que nunca a Las Tacañonas. Pero en una sola mujer...
-Esta joven es la señorita Jane Watkins-explicó lady Birkhust.
Daniel hizo memoria. Recordaba a una tal Jane.
-¿Eres amiga de Estelle?-le preguntó.
Lady Birkhust se envaró. Su hijo se había referido con demasiada familiaridad a la prima de la señorita O' Rourke. No sabía adónde iba Freddie cuando salía por las tardes.
-¡Frederick!-sollozó la tal Jane.
-¿Has venido buscando a Estelle?-inquirió Daniel.
-¡Tú me prometiste que nos casaríamos! Vine aquí a buscarte. ¿Y qué me encuentro? ¡Estás cortejando a esa californiana!
Daniel tardó unos instantes en reaccionar. Jane no paraba de lloriquear. La vena del cuello de lady Birkhust se hinchó de manera espectacular.
Daniel trató de hacer memoria. En la novela, no se mencionaba ninguna relación amorosa entre Freddie y una tal Jane. De hecho, Freddie se pasaba toda la novela babeando por Olivia. Todo lo que estaba pasando no guardaba relación alguna con Olivia y Jai.
La tormenta monzónica...El hecho de que estaban en Dívar. La supuesta relación amorosa entre Freddie y Jane...Todo lo que estaba viviendo lo había escrito Ana en su libreta. Se arrepintió de no haberla leído.
De aquel modo, podría ir un paso por delante.
De pronto, pensó en Estelle. ¡Sólo Dios sabía lo que aquella joven podía decirle!
-Freddie...-murmuró Jane con adoración.
-Mira, lo siento-se excusó Daniel-Pero no siento nada por ti. No recuerdo gran cosa de lo que ha pasado entre nosotros. Pero...
-No ha pasado nada entre nosotros. Tan sólo nos hemos prometido en matrimonio.
A partir de ahora, aparecerán otros personajes de Olivia y Jai en escena (amigas de Estelle) y puede que alguna de ellas nos dé alguna que otra sorpresa.
La semana siguiente transcurrió como en un sueño para Daniel y para Estelle.
Solían encontrarse en los arrozales, cuando ya no había nadie trabajando allí. Estelle acudía a cada cita nerviosa. Por suerte, Olivia estaba al tanto de sus encuentros. Y le cubría las espaldas.
Daniel solía besarla en las mejillas. La besaba en las manos. La besaba en los labios. Y la besaba en los labios con esa mezcla tan extraña y tan dulce de pasión, de desesperación y de ternura. A veces, Estelle tenía la sensación de que Freddie era otro joven. ¡Pero estaba delante de ella!
No se parecía en nada al capitán Sturges.
También le comparó con Clive Smithers. Lo cierto era que Clive y Freddie habían sido amigos en el pasado. Sin embargo, desde hacía algún tiempo, no se relacionaban. Freddie no había mencionado para nada el nombre de Clive. Parecía que ni se acordaba de él. Clive acudió a despedirse de Estelle cuando los Templewood abandonaron Calcuta para irse a Dívar.
Clive era un cabeza loca. Pero Estelle tenía que reconocer para sus adentros que se había portado bien con ella. Prometieron escribirse. Clive depositó un beso en su frente. Pero también la beso en la mejilla.
-A veces, tengo la sensación de que no eres tú-le confesó Estelle a Daniel durante una de aquellas citas en los arrozales.
-¿Qué quieres decir?-preguntó el joven, un tanto nervioso.
Quería confesarle la verdad a Estelle.
Pero era una verdad tan disparatada que pensaba que ella no se la creería. Ni él mismo terminaba de creerse lo que estaba pasando.
Por las mañanas, cuando se despertaba, tenía la sensación de que estaba en su piso en Murcia. Pero, entonces, entraba Kanvar en su habitación. Y se daba cuenta de que lo que estaba pasando era real. Recordaba las palabras del yogui. No podría salir nunca de allí. Estaba cumpliendo su Destino.
Daniel ya no tenía familia en Madrid. Posiblemente, ni sus tíos ni sus primos le echarían mucho de menos. Pero estaban sus colegas.
-Cuando nos encontramos en la Biblioteca, tuve la sensación de que eras otro hombre-respondió Estelle-Luego, cuando te vi borracho en la "burra khana" de los Pennworthy, pensé que era sólo mi imaginación. Que no habías cambiado. Que seguías siendo un crápula. Un borracho...Pero...No bebes. Ya no te vas de juerga por ahí. Antes...Adorabas a mi prima Libby. ¿Qué te ha pasado, Freddie?
-Tu prima es una mujer muy buena-contestó Daniel-Pero no es el tipo de mujer que me guste.
-¿Y qué ha pasado con las juergas? Todo el mundo comenta que ya no bebes. Es más. He oído decir que estuviste achicando agua junto con tus criados cuando tu casa en Calcuta se inundó.
-Bueno...Se trata de la casa de mi madre. Y yo tenía que hacer algo al respecto.
-Nunca habrías hecho eso antes. Te habrías encerrado en tu habitación. O te habrías metido en el despacho de tu padre a beber. No te reconozco, Freddie. Pero...Admito que me gusta el nuevo Freddie.
Estelle esbozó una sonrisa.
Daniel se apoderó de manera ardiente de sus labios.
Regresó al cabo de un rato a la villa de los Birkhust. Daniel estaba sumido en una especie de sueño.
No se dio cuenta, al entrar en el salón, de que su madre no estaba sola. Había una joven con ella. La joven le miraba con el ceño fruncido. No se trataba de Olivia. Freddie no recordaba haber leído nada acerca de que Freddie tuviera una hermana.
-¿Quién eres tú?-le preguntó a la joven.
-¡Oh, Freddie!-respondió la joven, nerviosa-¿Es que no me reconoces?
-Es la primera vez que te veo.
-¡No me mientas!
Lady Birkhust se parecía más que nunca a Las Tacañonas. Pero en una sola mujer...
-Esta joven es la señorita Jane Watkins-explicó lady Birkhust.
Daniel hizo memoria. Recordaba a una tal Jane.
-¿Eres amiga de Estelle?-le preguntó.
Lady Birkhust se envaró. Su hijo se había referido con demasiada familiaridad a la prima de la señorita O' Rourke. No sabía adónde iba Freddie cuando salía por las tardes.
-¡Frederick!-sollozó la tal Jane.
-¿Has venido buscando a Estelle?-inquirió Daniel.
-¡Tú me prometiste que nos casaríamos! Vine aquí a buscarte. ¿Y qué me encuentro? ¡Estás cortejando a esa californiana!
Daniel tardó unos instantes en reaccionar. Jane no paraba de lloriquear. La vena del cuello de lady Birkhust se hinchó de manera espectacular.
Daniel trató de hacer memoria. En la novela, no se mencionaba ninguna relación amorosa entre Freddie y una tal Jane. De hecho, Freddie se pasaba toda la novela babeando por Olivia. Todo lo que estaba pasando no guardaba relación alguna con Olivia y Jai.
La tormenta monzónica...El hecho de que estaban en Dívar. La supuesta relación amorosa entre Freddie y Jane...Todo lo que estaba viviendo lo había escrito Ana en su libreta. Se arrepintió de no haberla leído.
De aquel modo, podría ir un paso por delante.
De pronto, pensó en Estelle. ¡Sólo Dios sabía lo que aquella joven podía decirle!
-Freddie...-murmuró Jane con adoración.
-Mira, lo siento-se excusó Daniel-Pero no siento nada por ti. No recuerdo gran cosa de lo que ha pasado entre nosotros. Pero...
-No ha pasado nada entre nosotros. Tan sólo nos hemos prometido en matrimonio.
martes, 19 de agosto de 2014
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Hola a todos.
En este fragmento que hoy os traigo de Un sueño hecho realidad, Daniel se encuentra con un yogui que parece saber muchas cosas de él.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Era la primera vez que Daniel veía a un yogui de cerca. La primera vez que oyó hablar de ellos fue en un reportaje que vio por la tele. Posiblemente, fue una noche de sábado, cuando sus padres se quedaron a ver Informe Semanal y él se estaba preparando para salir.
Daniel había salido a dar un paseo aquella tarde. Sus pasos lo llevaron hasta una loma llena de árboles. En realidad, necesitaba alejarse de la villa de los Birkhust. La Tacañona estaba amenazando con volverle loco. Tanto ella como Kanvar como los demás criados estaban convencidos de que él era Freddie Birkhust. En realidad, Daniel tenía la sensación de que Kanvar había adivinado que él no era realmente Freddie Birkhust.
-Andas perdido-le dijo una voz a Daniel.
Le estaba hablando en un inglés que se notaba que era aprendido. Daniel se detuvo al escuchar aquella voz. De pronto, se dio cuenta de que no estaba solo en aquella loma.
Estuvo a punto de gritar cuando aquel hombre le abordó. El hombre se sentó en el suelo.
-¿Quién coño eres tú?-le preguntó Daniel en su también aprendido inglés.
El hombre cruzó las piernas.
-No eres de aquí-respondió-Vienes de muy lejos. Quieres regresar a tu casa.
Daniel se le quedó mirando fijamente. Lanzó un grito de júbilo. Tuvo la sensación de que, por fin, alguien le creía. Siempre se había dicho que los yoguis eran hombres sabios. Daniel creía que debían de tener algún poder sobrenatural. Aquel hombre le ayudaría a regresar a su tiempo. Al lugar de donde había venido.
Le calculó que tendría unos sesenta años. Su cabello era largo hasta los hombros y era canoso. Pero había sido de color negro una vez. Su tez era morena.
-Yo lo único que deseo es volver al lugar de donde procedo-le explicó Daniel-Yo no tendría que estar aquí. ¡Todo lo que ha pasado es un completo disparate!
El hombre le cogió las manos al muchacho.
-¿En serio quieres regresar a ese lugar?-le interrogó.
Sus ojos tenían una mirada profunda y penetrante. Daniel tuvo la sensación de que le estaba leyendo la mente. Y se envaró.
Aquel hombre era alto. Debía de medir lo mismo que medía él. Y estaba muy delgado.
Daniel quería regresar al lugar de donde venía. Pero sabía que, al hacerlo, tendría que dejar en Piedade a Estelle. Al pensar en Estelle, el pensamiento de Daniel flaqueó. El yogui se percató de que algo había cambiado en Daniel. Había acertado cuando vio a aquel chico. No era de allí. Pero tampoco quería irse de allí.
Podía adivinar el porqué no quería irse de allí. La causa era una mujer. Muchas de las acciones que cometían los hombres tenían su origen en lo mismo. El amor...Una mujer...
-Ella no pertenece a tu mundo-afirmó el yogui-Tú no eres de este lugar. Y ella sí pertenece a este lugar.
-¿Qué es lo que quieres decir, tío?-se impacientó Daniel.
-No quieres irte por esa muchacha. Es la que te retiene aquí. ¿Aún no te has dado cuenta? Has cumplido lo que el Destino ha escrito para ti.
Daniel sintió que todo le daba vueltas. Pensó que el yogui tenía que estar bromeando.
-¿Qué coño estás diciendo?-casi gritó.
-Los dioses escriben nuestros Destinos desde el momento en el que nacemos-contestó el yogui.
-¡He sido absorbido por un puto libro! ¿Eso es lo que han escrito para mí?
-No es sólo eso. Es tu Destino, muchacho. Ya no perteneces al lugar de donde procedes. Ahora, perteneces aquí. Ya está hecho.
El yogui soltó la mano de Daniel.
Se puso de pie. Se dio la vuelta. Y se marchó con paso lento y cansado. Daniel estaba demasiado aturdido como para reaccionar. Lo único que había entendido era que el yogui le había dicho que su Destino se había cumplido. ¿Acaso su única misión en la vida era terminar dentro de un libro?
¿Dentro de un libro? ¡Piedade no se mencionaba para nada en Olivia y Jai!
Los ladridos de un perro le sacaron de su estado de estupor.
-¡Clementine!-oyó gritar a Estelle-¡Vamos, no seas mala! ¡Ven aquí! ¡Clementine!
El corazón de Daniel dio un vuelco. Estelle...Su Destino era conocerla. Estelle era su Destino. El pensamiento le golpeó con fuerza.
Todo le había llevado hasta ella.
-Freddie...-dijo Estelle cuando le vio.
Clementine se colocó frente a Daniel. Empezó a ladrarle con entusiasmo.
-¿Qué estás haciendo aquí?-quiso saber Estelle.
Daniel no contestó. La miró con expresión maravillada. Tenía la sensación de que nunca volvería al lugar de donde procedía. Y sabía Dios lo que pensarían sus colegas al no tener noticias suyas.
Allí estaba ella. Llevaba toda su vida soñando con Estelle. Ésa era la realidad. Cuando estaba con Alejandra. Cuando estaba con Ana. Pero Estelle siempre se había interpuesto entre aquellas dos relaciones. No sabía cómo definir los sentimientos que se agolparon dentro de su pecho. Dolor porque no volvería a ver nunca más a sus amigos. Alegría...Miedo...
Acunó entre sus manos el rostro de Estelle.
Y sus labios se apoderaron casi con avaricia de los labios de ella.
En este fragmento que hoy os traigo de Un sueño hecho realidad, Daniel se encuentra con un yogui que parece saber muchas cosas de él.
¡Vamos a ver lo que pasa!
Era la primera vez que Daniel veía a un yogui de cerca. La primera vez que oyó hablar de ellos fue en un reportaje que vio por la tele. Posiblemente, fue una noche de sábado, cuando sus padres se quedaron a ver Informe Semanal y él se estaba preparando para salir.
Daniel había salido a dar un paseo aquella tarde. Sus pasos lo llevaron hasta una loma llena de árboles. En realidad, necesitaba alejarse de la villa de los Birkhust. La Tacañona estaba amenazando con volverle loco. Tanto ella como Kanvar como los demás criados estaban convencidos de que él era Freddie Birkhust. En realidad, Daniel tenía la sensación de que Kanvar había adivinado que él no era realmente Freddie Birkhust.
-Andas perdido-le dijo una voz a Daniel.
Le estaba hablando en un inglés que se notaba que era aprendido. Daniel se detuvo al escuchar aquella voz. De pronto, se dio cuenta de que no estaba solo en aquella loma.
Estuvo a punto de gritar cuando aquel hombre le abordó. El hombre se sentó en el suelo.
-¿Quién coño eres tú?-le preguntó Daniel en su también aprendido inglés.
El hombre cruzó las piernas.
-No eres de aquí-respondió-Vienes de muy lejos. Quieres regresar a tu casa.
Daniel se le quedó mirando fijamente. Lanzó un grito de júbilo. Tuvo la sensación de que, por fin, alguien le creía. Siempre se había dicho que los yoguis eran hombres sabios. Daniel creía que debían de tener algún poder sobrenatural. Aquel hombre le ayudaría a regresar a su tiempo. Al lugar de donde había venido.
Le calculó que tendría unos sesenta años. Su cabello era largo hasta los hombros y era canoso. Pero había sido de color negro una vez. Su tez era morena.
-Yo lo único que deseo es volver al lugar de donde procedo-le explicó Daniel-Yo no tendría que estar aquí. ¡Todo lo que ha pasado es un completo disparate!
El hombre le cogió las manos al muchacho.
-¿En serio quieres regresar a ese lugar?-le interrogó.
Sus ojos tenían una mirada profunda y penetrante. Daniel tuvo la sensación de que le estaba leyendo la mente. Y se envaró.
Aquel hombre era alto. Debía de medir lo mismo que medía él. Y estaba muy delgado.
Daniel quería regresar al lugar de donde venía. Pero sabía que, al hacerlo, tendría que dejar en Piedade a Estelle. Al pensar en Estelle, el pensamiento de Daniel flaqueó. El yogui se percató de que algo había cambiado en Daniel. Había acertado cuando vio a aquel chico. No era de allí. Pero tampoco quería irse de allí.
Podía adivinar el porqué no quería irse de allí. La causa era una mujer. Muchas de las acciones que cometían los hombres tenían su origen en lo mismo. El amor...Una mujer...
-Ella no pertenece a tu mundo-afirmó el yogui-Tú no eres de este lugar. Y ella sí pertenece a este lugar.
-¿Qué es lo que quieres decir, tío?-se impacientó Daniel.
-No quieres irte por esa muchacha. Es la que te retiene aquí. ¿Aún no te has dado cuenta? Has cumplido lo que el Destino ha escrito para ti.
Daniel sintió que todo le daba vueltas. Pensó que el yogui tenía que estar bromeando.
-¿Qué coño estás diciendo?-casi gritó.
-Los dioses escriben nuestros Destinos desde el momento en el que nacemos-contestó el yogui.
-¡He sido absorbido por un puto libro! ¿Eso es lo que han escrito para mí?
-No es sólo eso. Es tu Destino, muchacho. Ya no perteneces al lugar de donde procedes. Ahora, perteneces aquí. Ya está hecho.
El yogui soltó la mano de Daniel.
Se puso de pie. Se dio la vuelta. Y se marchó con paso lento y cansado. Daniel estaba demasiado aturdido como para reaccionar. Lo único que había entendido era que el yogui le había dicho que su Destino se había cumplido. ¿Acaso su única misión en la vida era terminar dentro de un libro?
¿Dentro de un libro? ¡Piedade no se mencionaba para nada en Olivia y Jai!
Los ladridos de un perro le sacaron de su estado de estupor.
-¡Clementine!-oyó gritar a Estelle-¡Vamos, no seas mala! ¡Ven aquí! ¡Clementine!
El corazón de Daniel dio un vuelco. Estelle...Su Destino era conocerla. Estelle era su Destino. El pensamiento le golpeó con fuerza.
Todo le había llevado hasta ella.
-Freddie...-dijo Estelle cuando le vio.
Clementine se colocó frente a Daniel. Empezó a ladrarle con entusiasmo.
-¿Qué estás haciendo aquí?-quiso saber Estelle.
Daniel no contestó. La miró con expresión maravillada. Tenía la sensación de que nunca volvería al lugar de donde procedía. Y sabía Dios lo que pensarían sus colegas al no tener noticias suyas.
Allí estaba ella. Llevaba toda su vida soñando con Estelle. Ésa era la realidad. Cuando estaba con Alejandra. Cuando estaba con Ana. Pero Estelle siempre se había interpuesto entre aquellas dos relaciones. No sabía cómo definir los sentimientos que se agolparon dentro de su pecho. Dolor porque no volvería a ver nunca más a sus amigos. Alegría...Miedo...
Acunó entre sus manos el rostro de Estelle.
Y sus labios se apoderaron casi con avaricia de los labios de ella.
domingo, 10 de agosto de 2014
"ONE SHOT" DE "OLIVIA Y JAI"
Hola a todos.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros este one shot que escribí ayer de Olivia y Jai.
Tiene como protagonistas a dos personajes muy secundarios, casi invisibles, de la novela: Polly Drummond y Clive Smithers. Polly es la mejor amiga de Estelle y Clive Smithers es el hermano de otra amiga de Estelle, de Charlotte.
En este one shot, Polly y Clive aparecen como un matrimonio que lleva algún tiempo casado.
Es muy corto y espero que os guste.
Hoy, me gustaría compartir con vosotros este one shot que escribí ayer de Olivia y Jai.
Tiene como protagonistas a dos personajes muy secundarios, casi invisibles, de la novela: Polly Drummond y Clive Smithers. Polly es la mejor amiga de Estelle y Clive Smithers es el hermano de otra amiga de Estelle, de Charlotte.
En este one shot, Polly y Clive aparecen como un matrimonio que lleva algún tiempo casado.
Es muy corto y espero que os guste.
UN MATRIMONIO
ISLA HARE, ESTADO DE TAMIL NADU, LA INDIA, DURANTE LA DÉCADA DE 1850
-Ha sido una "burra khana" entretenida-comentó Polly Smithers en el interior del palanquín-Me ha sorprendido ver a Olivia. Al final, ha terminado convertida en la señora Raventhorne. Aunque...Si lo piensas bien. Sir Joshua debió de haber reconocido a Jai como hijo suyo. Haberle dado su apellido.
-Sir Joshua, por desgracia, se voló la cabeza hace ya varios años-le recordó su marido, Clive Smithers.
Y también hacía unos años que Polly Drummond se había convertido en Polly Smithers.
Al detenerse el palanquín delante de la verja del bungalow donde vivía el matrimonio, Clive fue el primer en descender.
Cogió la mano de Polly y la ayudó a bajar.
Se metieron en el jardín. Se dirigieron hacia la vivienda. El mayordomo, de origen inglés, les abrió la puerta.
-Estoy muy cansada-manifestó Polly-Pero me ha alegrado poder hablar un rato con Olivia. A su marido le veo más sociable.
La joven se dirigió hacia su habitación y decidió que no iba a despertar a su doncella. Hacía un largo rato que se había retirado a su habitación en el sótano a dormir. Mientras procedía a despojarse de su vestido, Polly empezó a reflexionar. Clive y ella todavía no habían tenido hijos. Pero los niños no iban a tardar mucho en venir. Polly lo intuía. Lo sabía.
Se había casado con Clive porque, para su sorpresa, se había dado cuenta de que estaba enamorada de él y que quería pasar el resto de su vida a su lado.
Se puso el camisón.
En aquel momento, Clive entró en la habitación.
Entonces, el cabello de Polly cayó en cascada por su espalda tras soltarse el moño. Clive se quedó sin aliento al verla.
Se acercó a ella. Clive estaba completamente desnudo, para pasmo de Polly.
Rodeó la cintura de su esposa con los brazos. La atrajo hacia sí para darle un fuerte abrazo. Y la besó con suavidad en los labios. Aunque, poco a poco, el beso se fue tornando más intenso.
-Algunas veces, me pregunto si no nos hemos vuelto locos al habernos casado-se sinceró Polly.
Clive condujo a su mujer hasta la enorme cama adoselada que estaba en la habitación.
La recostó sobre la cama.
-He cometido muchas locuras a lo largo de mi vida-se sinceró Clive.
Recordaba cómo cortejó a Polly. Los paseos que daban por la isla de Hare acompañados por la doncella de ella. Hacía las veces de carabina.
Polly rodeó con sus brazos el cuello de Clive y posó sus labios sobre los labios de su marido. Clive saboreó los labios de Polly. Los labios de la joven eran suaves. Polly llenó de besos entusiastas el rostro de Clive y también recordó la época en la que él empezó a cortejarla.
-Pero no me arrepiento de haberme casado contigo-añadió el joven.
Se enamoraron durante el festival de la cosecha. Más conocido como Pongal...
Los Drummond y los Smithers se habían trasladado casi al mismo tiempo a vivir a la isla de Hare.
Una tarde, Clive salió a dar un paseo. Sus pasos le llevaron hasta el embarcadero.
-Buenas tardes, miss Drummond-saludó a Polly en cuanto la vio.
-Buenas tardes, mister Smithers-le devolvió ella el saludo-¡Qué sorpresa más agradable!
-Me he venido a vivir aquí con mis padres.
-¿Dónde está Charlotte?
-Mi hermana ha decidido irse a vivir a Inglaterra. Quiere conocer Londres. Mis padres la han enviado con una tía nuestra.
-Me apena mucho saberlo.
-Yo, por el contrario, he preferido venirme a vivir aquí también, con mis padres. Me he cansado del trasiego de la gran ciudad.
-Entiendo.
En el presente, Clive y Polly volvieron a besarse.
-¿Lo recuerdas?-le preguntó él a su mujer.
-En el embarcadero...-respondió Polly-Todo empezó a partir de aquel momento.
Recordaba los picnics que Clive y ella habían compartido. Las charlas que habían tenido. Una flor que él le regaló. Las visitas que hacía a su casa. El interés que demostraba hacia ella. El primer beso que le robó.
Se estaban besando acostados en la cama. En la cama de ella...
Polly podía escuchar los latidos acelerados del corazón de Clive. Y él deseaba perderse en la suavidad de ella.
Se besaron nuevamente. Clive rodeó con sus brazos la cintura de Polly y rodaron sobre la cama.
Recorrió con sus labios el cuello de su mujer. Bajó las mangas de su camisón un poco para besar sus hombros.
Polly se sintió atrevida. Se puso encima de Clive y llenó de besos cada centímetro de su piel. Clive se atrevió a succionarle un pezón a su mujer.
Al acabar, Polly se acurrucó sobre el pecho de Clive. Apoyó la cabeza en su torso. Él hundió la cara en la cabeza de la joven.
-Soy muy feliz-se sinceró Polly.
-Te amaré siempre-le aseguró Clive.
FIN
sábado, 9 de agosto de 2014
ESTELLE Y DANIEL
Hola a todos.
Navegando por Internet, he encontrado esta foto que corresponde a cómo me imagino yo a Estelle y a Daniel: con los rostros de los actores Eddie Redmayne y Amanda Seyfried cuando interpretaron a los enamroados Marius y Cosette en la adaptación cinematográfica de Los miserables.
Esta escena es realmente hermosa.
Casi puedo ver a Estelle y a Daniel besándose. Con la mano de él apoyada delicadamente sobre la barbilla de ella...Mirándose a los ojos. Enamorados...Estando juntos.
Es una imagen muy bonita. Y, por eso, me gustaría compartirla con vosotros.
Navegando por Internet, he encontrado esta foto que corresponde a cómo me imagino yo a Estelle y a Daniel: con los rostros de los actores Eddie Redmayne y Amanda Seyfried cuando interpretaron a los enamroados Marius y Cosette en la adaptación cinematográfica de Los miserables.
Esta escena es realmente hermosa.
Casi puedo ver a Estelle y a Daniel besándose. Con la mano de él apoyada delicadamente sobre la barbilla de ella...Mirándose a los ojos. Enamorados...Estando juntos.
Es una imagen muy bonita. Y, por eso, me gustaría compartirla con vosotros.
jueves, 7 de agosto de 2014
EXTRACTO DEL DIARIO DE LADY ESTELLE TEMPLEWOOD
Hola a todos.
El fragmento que me gustaría compartir con vosotros no tiene nada que ver con Un sueño hecho realidad.
Más bien, tiene que ver con el diario que imagino que Estelle Templewood llevaría.
Está relacionado con Un sueño hecho realidad porque Estelle habla de los cambios que, supuestamente, ha experimentado Freddie y de cómo es su relación con él.
¿Qué tiene que contarnos?
Estoy completamente desconcertada.
Cuando voy al encuentro con Freddie, en la zona donde los arrozales están en barbecho, me digo a mí misma que estoy cometiendo una locura. Trato de evocar la imagen del capitán Sturges. Pienso que el capitán Sturges debería de estar aquí porque es el hombre más indicado para mí.
-Estelle...-me dice cuando me ve llegar.
Y yo noto que algo ha cambiado en Freddie. Por lo que tengo entendido, no acude a los fumaderos de opio. Antes, por lo que me contó Polly, su madre enviaba a dos fornidos criados a buscarle por todos los fumaderos de opio que hay en Calcuta.
Ya no se emborracha. En Dívar, no hay locales como El Trasero Dorado.
Pero sí hay varias tabernas. Freddie todavía no ha pisado ni una sola de esas tabernas.
Y, cuando estoy con Freddie, siento cómo el resto del mundo desaparece.
Le doy un beso en la mejilla, a pesar de que hay hombres trabajando en los arrozales que pueden vernos. Hombres...Y también mujeres...
Cuando estoy con Freddie, siento que puedo hablar con él de cualquier cosa porque él me escucha.
Y, cuando me besa, tengo la sensación de que estamos solos en nuestro Universo particular.
El fragmento que me gustaría compartir con vosotros no tiene nada que ver con Un sueño hecho realidad.
Más bien, tiene que ver con el diario que imagino que Estelle Templewood llevaría.
Está relacionado con Un sueño hecho realidad porque Estelle habla de los cambios que, supuestamente, ha experimentado Freddie y de cómo es su relación con él.
¿Qué tiene que contarnos?
Estoy completamente desconcertada.
Cuando voy al encuentro con Freddie, en la zona donde los arrozales están en barbecho, me digo a mí misma que estoy cometiendo una locura. Trato de evocar la imagen del capitán Sturges. Pienso que el capitán Sturges debería de estar aquí porque es el hombre más indicado para mí.
-Estelle...-me dice cuando me ve llegar.
Y yo noto que algo ha cambiado en Freddie. Por lo que tengo entendido, no acude a los fumaderos de opio. Antes, por lo que me contó Polly, su madre enviaba a dos fornidos criados a buscarle por todos los fumaderos de opio que hay en Calcuta.
Ya no se emborracha. En Dívar, no hay locales como El Trasero Dorado.
Pero sí hay varias tabernas. Freddie todavía no ha pisado ni una sola de esas tabernas.
Y, cuando estoy con Freddie, siento cómo el resto del mundo desaparece.
Le doy un beso en la mejilla, a pesar de que hay hombres trabajando en los arrozales que pueden vernos. Hombres...Y también mujeres...
Cuando estoy con Freddie, siento que puedo hablar con él de cualquier cosa porque él me escucha.
Y, cuando me besa, tengo la sensación de que estamos solos en nuestro Universo particular.
lunes, 4 de agosto de 2014
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, Daniel y Estelle vuelven a verse y la relación que ambos mantienen sigue avanzando, a pesar de los intentos de ambos de no verse.
-He recibido tu nota-dijo Daniel.
-Quería verte de nuevo-admitió Estelle.
-No sé si estamos haciendo lo correcto. Aunque, si te soy sincero, me importa una mierda si estamos haciendo mal.
-Libby piensa que debería de darte una oportunidad.
Daniel y Estelle se encontraron cerca de los arrozales.
Ella llevaba suelto su cabello rubio. Cuando Daniel la vio llegar, se quedó sin aliento.
Se dijo así mismo que debía de evitar a aquella joven. Ya no era sólo lo absurdo de la situación en la que se encontraba. Habían pasado dos meses y medio desde la muerte de Ana.
Pero, en cuanto vio a Estelle, no pudo resistirlo. Cogió el rostro de la muchacha entre sus manos y la besó con tanta pasión que Estelle pensó que se desmayaría.
-Tus viejos lo van a flipar cuando se enteren-sonrió Daniel.
-No entiendo nada de lo que quieres decir-dijo Estelle-No sé en qué me idioma me estás hablando. Te noto distinto. Ya eras distinto cuando nos encontramos en la Biblioteca. Después, volviste a ser el que eras. En la "burra khana" de los Pennworthy.
-Estelle...Ha ocurrido algo. Puede que yo no sea yo. Quiero decir que yo no sea Freddie Birkhust. ¿Lo has pensado bien? Puede que yo sea otra persona.
-Tienes los ojos del mismo color que las grosellas hervidas. No me cabe la menor duda. Eres Freddie.
¿Y qué ocurrirá el día en el que consiga salir de este lugar?, se preguntó Daniel así mismo.
¿Y si no quería irse?
Llevaba soñando toda su vida con Estelle. Incluso, cuando estaba con Alejandra, la imagen de Estelle estaba metida en su cabeza. Era una especie de fantasma que se interponía entre Alejandra y él. Pero también la imagen de Estelle se interponía entre Ana y él. De algún modo, Daniel tuvo la sensación de que iba a terminar encontrándose con ella.
El pensar en eso le pareció ridículo.
-En ocasiones, ocurren cosas que escapan a nuestro entendimiento-afirmó Daniel-Cosas que son imposibles de explicar porque carecen por completo de lógica.
-Enamorarnos-suspiró Estelle-Eso sí que ha escapado por completo a mi lógica.
De pronto, Estelle abrazó con fuerza a Daniel y llenó de besos su rostro. Los labios de ambos se encontraron en un beso lleno de dulzura. Pero también fue un beso cargado de pasión. En aquel momento, Daniel no pensó en nada más que no fuera Estelle. En estar con ella. En sentir la calidez que desprendía su cuerpo.
Rodeó su cintura con el brazo. Al acabar el beso, permanecieron juntos. Ninguno quería separarse del otro.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, Daniel y Estelle vuelven a verse y la relación que ambos mantienen sigue avanzando, a pesar de los intentos de ambos de no verse.
-He recibido tu nota-dijo Daniel.
-Quería verte de nuevo-admitió Estelle.
-No sé si estamos haciendo lo correcto. Aunque, si te soy sincero, me importa una mierda si estamos haciendo mal.
-Libby piensa que debería de darte una oportunidad.
Daniel y Estelle se encontraron cerca de los arrozales.
Ella llevaba suelto su cabello rubio. Cuando Daniel la vio llegar, se quedó sin aliento.
Se dijo así mismo que debía de evitar a aquella joven. Ya no era sólo lo absurdo de la situación en la que se encontraba. Habían pasado dos meses y medio desde la muerte de Ana.
Pero, en cuanto vio a Estelle, no pudo resistirlo. Cogió el rostro de la muchacha entre sus manos y la besó con tanta pasión que Estelle pensó que se desmayaría.
-Tus viejos lo van a flipar cuando se enteren-sonrió Daniel.
-No entiendo nada de lo que quieres decir-dijo Estelle-No sé en qué me idioma me estás hablando. Te noto distinto. Ya eras distinto cuando nos encontramos en la Biblioteca. Después, volviste a ser el que eras. En la "burra khana" de los Pennworthy.
-Estelle...Ha ocurrido algo. Puede que yo no sea yo. Quiero decir que yo no sea Freddie Birkhust. ¿Lo has pensado bien? Puede que yo sea otra persona.
-Tienes los ojos del mismo color que las grosellas hervidas. No me cabe la menor duda. Eres Freddie.
¿Y qué ocurrirá el día en el que consiga salir de este lugar?, se preguntó Daniel así mismo.
¿Y si no quería irse?
Llevaba soñando toda su vida con Estelle. Incluso, cuando estaba con Alejandra, la imagen de Estelle estaba metida en su cabeza. Era una especie de fantasma que se interponía entre Alejandra y él. Pero también la imagen de Estelle se interponía entre Ana y él. De algún modo, Daniel tuvo la sensación de que iba a terminar encontrándose con ella.
El pensar en eso le pareció ridículo.
-En ocasiones, ocurren cosas que escapan a nuestro entendimiento-afirmó Daniel-Cosas que son imposibles de explicar porque carecen por completo de lógica.
-Enamorarnos-suspiró Estelle-Eso sí que ha escapado por completo a mi lógica.
De pronto, Estelle abrazó con fuerza a Daniel y llenó de besos su rostro. Los labios de ambos se encontraron en un beso lleno de dulzura. Pero también fue un beso cargado de pasión. En aquel momento, Daniel no pensó en nada más que no fuera Estelle. En estar con ella. En sentir la calidez que desprendía su cuerpo.
Rodeó su cintura con el brazo. Al acabar el beso, permanecieron juntos. Ninguno quería separarse del otro.
domingo, 3 de agosto de 2014
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Hola a todos.
En el fragmento de hoy, Daniel habla con Kanvar, el ayudante de cámara de Freddie.
Kanvar se desvela como un hombre inteligente que parece saber más de lo que Daniel piensa acerca de lo que le ha pasado.
Kanvar sacó del armario la ropa que Daniel debía de ponerse aquella mañana.
-He estado llevando la misma ropa mogollón de días-protestó el joven cuando vio aquellos ridículos pantalones-¡Y, ahora, me tengo que estar cambiando de ropa cinco veces al día! ¡Vaya putada!
-Sahib, no debería de quejarse tanto-le exhortó Kanvar-Ha hecho lo mismo toda la vida.
-¿Toda la vida?
-Quizás, hizo otras cosas cuando estaba en la plantación.
-¡Yo nunca he estado en una jodida plantación! ¡No sé ni qué cojones hago aquí!
-Ésta es su casa. La casa que heredará de su padre, sahib. Debe de aprender a llevarla. Asumir sus responsabilidades.
Daniel se detuvo delante del espejo de la habitación. Le costaba trabajo reconocerse así mismo.
Llevaba puesta una ridícula camisa corta que, por lo visto, todos los hombres usaban para dormir. De no ser por Estelle, reflexionó, estaría ya buscando una manera de salir de aquel lugar. Pero salir de aquel lugar no se limitaba sólo a abandonar Piedade. No...
Debía de encontrar la manera de regresar a Murcia. El problema era que nadie le creería si contaba la verdad.
-Todos los hechos de nuestra vida tienen un fin, sahib-comentó Kanvar mientras vertía una jarra de agua fría en la jofaina-Nos llevan hasta lo que será nuestro sino.
-¿Y cuál es mi sino?-le preguntó Daniel con curiosidad.
-Usted tiene que averiguarlo.
-Tío, no te vas a creer lo que me pasa. ¡Y no me llames nunca más sahib, joder! Nunca he ido a clases de hindú.
-Indostaní...
-¿Cómo dices?
-Se habla indostaní.
-No existen cursos de indostaní donde yo vivo. Que yo sepa.
Daniel se fijó en Kanvar mientras se echaba agua fría en la cara. El hombre parecía saber cosas que él ignoraba. Todos los hechos de nuestra vida tienen un fin, repitió Daniel para sus adentros.
Aquella frase tenía mucho sentido. Había pasado toda su vida soñando con Estelle Templewood. Ni siquiera conocía la existencia de aquella joven hasta que Ana le habló de Olivia y Jai.
Le parecía absurdo haber pasado toda su vida soñando con el personaje secundario de una novela romántica. Pero había terminado siendo absorbido por algo. Y se encontraba dentro de aquella historia. Aunque presentaba muchas variaciones con respecto a la novela que había leído. Para empezar, Kanvar ni siquiera existía.
-¿Y si yo te contara que no me llamo Freddie Birkhust?-le preguntó Daniel-¿Y si yo no fuera el hijo de La Tacañona? O sea...El hijo de lady Birkhust...Escucha, tío. Yo...Yo no soy Freddie Birkhust. Me llamo Daniel. Lo que me ha pasado ha sido la cosa más absurda del mundo. He sido absorbido por algo. No sé si era un libro o una libreta. Y no estoy para nada interesado en Cara de Perro. Perdón...Quise decir que no me siento para nada atraído por la señorita O' Rourke. Es más. Me cae gorda.
-Usted es el honorable Frederick Alistair Birkhust-respondió Kanvar mientras mojaban jabón en la jofaina. Se disponía a afeitar a Daniel-Y va a ser así hasta el día en que se muera. Eso no lo va a poder cambiar. Tiene su propio destino trazado. Es hora de que lo entienda.
-No entiendo ni papa de lo que quieres decir.
Kanvar hizo sentarse a Daniel ante el espejo. Pasó la pastilla de jabón mojada por su cara.
Sabe algo, pensó el joven. Este tío es mucho más listo de lo que podría aparentar. Tiene que ayudarme.
Entonces, una imagen pasó por su cabeza. Estelle...Si lograba regresar a Murcia. Podría no volver a ver nunca más a Estelle.
Con destreza, Kanvar pasó la navaja de afeitar por el rostro enjabonado de Daniel.
Procuró no hacerle ningún corte mientras le afeitaba.
-Es mejor que deje las cosas como están-le aconsejó Kanvar.
De pronto, Daniel entendió lo que aquel hombre quería decirle.
-Dejar las cosas como están-repitió Daniel en voz alta.
-Ya está-dijo Kanvar cuando terminó de afeitarle.
Daniel se puso de pie. Contempló de nuevo su imagen reflejada en el cristal del espejo. Tuvo la sensación de que había dejado de ser Daniel. Se había convertido en Freddie Birkhust. El personaje secundario de una novela romántica...
En el fragmento de hoy, Daniel habla con Kanvar, el ayudante de cámara de Freddie.
Kanvar se desvela como un hombre inteligente que parece saber más de lo que Daniel piensa acerca de lo que le ha pasado.
Kanvar sacó del armario la ropa que Daniel debía de ponerse aquella mañana.
-He estado llevando la misma ropa mogollón de días-protestó el joven cuando vio aquellos ridículos pantalones-¡Y, ahora, me tengo que estar cambiando de ropa cinco veces al día! ¡Vaya putada!
-Sahib, no debería de quejarse tanto-le exhortó Kanvar-Ha hecho lo mismo toda la vida.
-¿Toda la vida?
-Quizás, hizo otras cosas cuando estaba en la plantación.
-¡Yo nunca he estado en una jodida plantación! ¡No sé ni qué cojones hago aquí!
-Ésta es su casa. La casa que heredará de su padre, sahib. Debe de aprender a llevarla. Asumir sus responsabilidades.
Daniel se detuvo delante del espejo de la habitación. Le costaba trabajo reconocerse así mismo.
Llevaba puesta una ridícula camisa corta que, por lo visto, todos los hombres usaban para dormir. De no ser por Estelle, reflexionó, estaría ya buscando una manera de salir de aquel lugar. Pero salir de aquel lugar no se limitaba sólo a abandonar Piedade. No...
Debía de encontrar la manera de regresar a Murcia. El problema era que nadie le creería si contaba la verdad.
-Todos los hechos de nuestra vida tienen un fin, sahib-comentó Kanvar mientras vertía una jarra de agua fría en la jofaina-Nos llevan hasta lo que será nuestro sino.
-¿Y cuál es mi sino?-le preguntó Daniel con curiosidad.
-Usted tiene que averiguarlo.
-Tío, no te vas a creer lo que me pasa. ¡Y no me llames nunca más sahib, joder! Nunca he ido a clases de hindú.
-Indostaní...
-¿Cómo dices?
-Se habla indostaní.
-No existen cursos de indostaní donde yo vivo. Que yo sepa.
Daniel se fijó en Kanvar mientras se echaba agua fría en la cara. El hombre parecía saber cosas que él ignoraba. Todos los hechos de nuestra vida tienen un fin, repitió Daniel para sus adentros.
Aquella frase tenía mucho sentido. Había pasado toda su vida soñando con Estelle Templewood. Ni siquiera conocía la existencia de aquella joven hasta que Ana le habló de Olivia y Jai.
Le parecía absurdo haber pasado toda su vida soñando con el personaje secundario de una novela romántica. Pero había terminado siendo absorbido por algo. Y se encontraba dentro de aquella historia. Aunque presentaba muchas variaciones con respecto a la novela que había leído. Para empezar, Kanvar ni siquiera existía.
-¿Y si yo te contara que no me llamo Freddie Birkhust?-le preguntó Daniel-¿Y si yo no fuera el hijo de La Tacañona? O sea...El hijo de lady Birkhust...Escucha, tío. Yo...Yo no soy Freddie Birkhust. Me llamo Daniel. Lo que me ha pasado ha sido la cosa más absurda del mundo. He sido absorbido por algo. No sé si era un libro o una libreta. Y no estoy para nada interesado en Cara de Perro. Perdón...Quise decir que no me siento para nada atraído por la señorita O' Rourke. Es más. Me cae gorda.
-Usted es el honorable Frederick Alistair Birkhust-respondió Kanvar mientras mojaban jabón en la jofaina. Se disponía a afeitar a Daniel-Y va a ser así hasta el día en que se muera. Eso no lo va a poder cambiar. Tiene su propio destino trazado. Es hora de que lo entienda.
-No entiendo ni papa de lo que quieres decir.
Kanvar hizo sentarse a Daniel ante el espejo. Pasó la pastilla de jabón mojada por su cara.
Sabe algo, pensó el joven. Este tío es mucho más listo de lo que podría aparentar. Tiene que ayudarme.
Entonces, una imagen pasó por su cabeza. Estelle...Si lograba regresar a Murcia. Podría no volver a ver nunca más a Estelle.
Con destreza, Kanvar pasó la navaja de afeitar por el rostro enjabonado de Daniel.
Procuró no hacerle ningún corte mientras le afeitaba.
-Es mejor que deje las cosas como están-le aconsejó Kanvar.
De pronto, Daniel entendió lo que aquel hombre quería decirle.
-Dejar las cosas como están-repitió Daniel en voz alta.
-Ya está-dijo Kanvar cuando terminó de afeitarle.
Daniel se puso de pie. Contempló de nuevo su imagen reflejada en el cristal del espejo. Tuvo la sensación de que había dejado de ser Daniel. Se había convertido en Freddie Birkhust. El personaje secundario de una novela romántica...
sábado, 2 de agosto de 2014
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Hola a todos.
Éste es el último fragmento que voy a subir por el momento.
No sé cuándo volveré a subir más fragmentos, pero yo creo que va a ser dentro de algún tiempo.
En esta ocasión, Estelle encuentra un gran apoyo en Olivia. La joven se siente confundida con respecto a sus sentimientos hacia Daniel.
Daniel se despidió de Estelle al cabo de un rato dándole un beso lleno de dulzura.
Todo esto lo recordó ella al día siguiente.
Había empezado a llover fuera. En realidad, estaba cayendo una ligera llovizna. Lady Bridget estaba tejiendo un chal para regalárselo a Olivia. Ya había terminado no hacía mucho un chal que deseaba regalárselo a Estelle. Sir Joshua empezó a leer en voz alta la carta que había recibido aquella misma mañana. Era una carta que Jai había escrito.
-Me alegro de que las reformas estén avanzando a buen paso-afirmó lady Bridget-Me dará mucha pena cuando tengamos que dejar Piedade. Se respira aquí una calma que no se puede encontrar en Calcuta.
-¿Dice si vendrá a vernos, tío Josh?-inquirió Olivia.
-Está demasiado ocupado. No sabe cuándo podrá venir a vernos. Ni si vendrá a vernos.
Olivia recordó cómo se había despedido de Jai. Él le había dado un suave apretón en las manos.
La joven se paseó de un lado a otro del salón. Miró en dirección hacia el ventanal donde la lluvia caía suavemente sobre el césped del jardín. Pero también miró en dirección a Estelle.
La muchacha estaba sentada en el suelo, junto a la chimenea, que estaba encendida. Tenía abierto el cuaderno de dibujo. Estaba corrigiendo un dibujo que acababa de terminar. Olivia se acercó para ver qué estaba dibujando.
-Esa cara me suena-observó Olivia, inclinándose sobre ella.
Se sentó a su lado en el suelo. Estelle parecía estar nerviosa. Casi sin darse cuenta, había dibujado una cara en su cuaderno de dibujo. Era el rostro de Freddie.
-Es un dibujo muy malo-dijo Estelle, tratando de disimular-Nunca se me ha dado bien dibujar.
-Mi padre escribe en periódicos-le contó Olivia-Empezó a escribir como una manera que tenía de sacar fuera todo lo que llevaba dentro de su corazón. Tú dibujas por la misma razón por la que mi padre escribe. Porque necesitas sacar fuera todo lo que llevas dentro de tu alma.
Estelle dejó de dibujar. Su corazón latía muy deprisa cuando pensaba en Freddie Birkhust.
-Estás enamorada de Freddie-afirmó Olivia-No trates de negarlo.
-¡Pero se supone que él debe de cortejarte!-protestó Estelle.
-Y yo no siento nada por él. Y, por lo que veo, él tampoco siente nada por mí. Sólo tiene ojos para ti, mi querida Estelle. Si ni su madre ni tío Josh ni tía Bridget pueden verlo, es su problema.
-Sí...
-No deberías de reprimir todo lo que sientes por Freddie. Le noto distinto. Desde que regresó de la plantación, le veo cambiado. Es más raro, sí. Pero es mejor persona. Le veo más agradable. Más divertido...Te hace reír, Estelle.
Olivia abrazó con cariño a su prima.
viernes, 1 de agosto de 2014
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, seguimos asistiendo al avance de la relación entre Daniel y Estelle.
Clementine y King Charles correteaban por el jardín mientras ladraban.
Estelle sujetaba con una mano su cuaderno de dibujo. Recorrió con la mirada el jardín mientras, de vez en cuando, hacía un trazo en su cuaderno de dibujo. Se sentía inspirada aquella mañana.
Le gustaba mucho pintar. Debía de admitir que se trataba de su pasión. Había llenado muchos cuadernos de pinturas al óleo y de dibujos de bodegones y de paisajes.
No se dio cuenta de que Daniel se estaba acercando poco a ella y por la espalda. Pudo ver el cuaderno de dibujo de Estelle abierto. Y la mano de ella que sujetaba un lápiz. Aquel lápiz había dibujado la colina boscosa donde se encuentra Piedade. Daniel tenía la sensación de estar viviendo en mitad de un bosque desde que llegó con La Tacañona a Piedade.
-Bonito dibujo...-comentó en voz alta-Se te da muy bien pintar.
Estelle se sobresaltó al escuchar la voz de Daniel. Reconocía su voz en cualquier parte.
-Es sólo un dibujo-dijo la joven.
-Tienes mucho talento-opinó Daniel-Eres como Picasso.
-¿Quién es Picasso?
Daniel pensó que Estelle no podía conocer a Pablo Picasso. Los dibujos de la muchacha le recordaban a graffitis que él había visto en las paredes.
Algunos graffitis eran puros garabatos.
Pero había visto graffitis realmente buenísimos. Parecían cuadros que, en lugar de estar plasmados en un lienzo, estaban plasmados en la pared. Daniel pensó que Estelle, de vivir en el año 1992, podría ser una buena graffitera.
-¿Qué estás dibujando?-le preguntó-¿Eso es Piedade?
-Sí...-respondió Estelle-Es como estar dentro de un bosque de cuento de hadas. Toda mi vida la recuerdo viniendo aquí tras el monzón. Cuando Jai era pequeño, papá compró esta villa. He escuchado la historia muchas veces. Pensaba venirse a vivir aquí con Jai y con su primera esposa para escapar de Calcuta. Nunca le ha gustado vivir allí.
-¿Y por qué seguís viviendo allí?
-Papá no quiere descuidar su negocio. La Compañía está obteniendo muchos beneficios. Aunque papá está pensando en dejarlo todo en manos de Jai.
-No es un hombre muy viejo que digamos.
Daniel se sentó al lado de Estelle en la hierba. Pensó que no se parecía en nada a la niñata malcriada que Rebecca Ryman había reflejado en su libro. Por lo menos, Estelle aparecía así, en opinión de Olivia, durante los primeros capítulos. La muchacha que estaba viendo le recordaba más a la Estelle que regresaba a Calcuta.
Se inclinó y la besó con suavidad en los labios.
-Freddie...-murmuró ella, apartándose un poco.
Pensó en ponerse de pie y meterse corriendo dentro de su casa. Clementine se detuvo para contemplar la escena. Estelle notaba cómo su corazón latía más deprisa. Y, casi sin darse cuenta de lo que estaba haciendo, besó a Daniel con ternura en los labios.
Clementine se acercó a ellos.
-No pienso quitarte a tu ama-le aseguró Daniel-Sólo quiero estar un rato con ella. Tienes a la mejor ama del mundo, Clementine. No se da cuenta de que debe de hacer honor a su nombre. Que tiene que brillar como la estrella que es.
Estelle no entendió el porqué Freddie Birkhust se refería a ella de aquel modo. Tampoco entendía el porqué el que había sido hasta hacía poco el pretendiente de Olivia, su querida prima, parecía estar interesado en ella.
Pero Freddie se había colado poco a poco en su corazón. Agradecía el saber que el capitán Sturges seguía en Calcuta. Con un poco de suerte, conseguirá olvidarme, pensó Estelle.
No sentía nada por aquel hombre. Había sido una tonta por pensar que podía llegar a enamorarse de él.
-Dices muchas cosas bonitas-opinó Estelle-Pero también demuestras algo con tus gestos. Cuando te portas de ese modo conmigo. Y yo no sé qué pensar. Estoy muy confundida.
Daniel pensó que él también estaba confundido.
Todo lo que he vivido ha terminado por conducirme hasta este momento, pensó aturdido. De algún modo, siempre he sabido que esto iba a terminar pasando. Lo único que había hecho era intentar no creerlo. Le parecía demasiado disparatado. Le seguía pareciendo demasiado disparatado. Pero todo tenía una lógica. Lo pensó cuando se perdió en los hermosos ojos de color azul cielo de Estelle Templewood.
sábado, 26 de julio de 2014
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Hola a todos.
Hacía ya varios días que no me pasaba por este blog para subir un nuevo fragmento de este bonito "fanfic".
Tenía otras cosas de las que ocuparme y confieso que lo tengo un poco descuidado.
Por desgracia, no sé cuándo volveré a subir más fragmentos.
Hoy, he podido hacer un hueco y, por eso, os traigo este nuevo fragmento.
En esta ocasión, Daniel está confundido. No sólo por la surrealista situación que está viviendo, sino por los sentimientos que Estelle despierta en él.
¿Qué pasará?
¡Vamos a descubrirlo!
Daniel salió a dar un paseo al día siguiente por la aldea de Piedade.
Sentía que le iba a estallar la cabeza si permanecía recluido un segundo más dentro de aquella villa. Recorrió con la vista la aldea donde se encontraba. Y se fijó en las dos jóvenes que se acercaban a él cogidas del brazo.
Una mujer estaba barriendo la puerta de su casa.
Y Olivia y Estelle se estaban acercando poco a poco a él. Podía oler a pan recién hecho. Oía las risas de una mujer que se dirigía al lavadero a lavar la ropa. Pasaron cerca de él dos niños que estaban corriendo y jugando. Se le encogió el corazón a Daniel.
Es real, pensó. Todo lo que estaba pasando era real. Estelle era real. Tan real como lo era él.
Olivia y Estelle estaban algo tristes. Sir Joshua había decidido regresar a Calcuta. Se habían despedido de él aquella misma mañana. Sus asuntos le requerían. En realidad, era Arthur Ransome quién le requería.
-Buenas tardes, mister Birkhust-le saludó Estelle, tratando de aparentar una tranquilidad que estaba lejos de sentir-Es una sorpresa muy agradable que nos hayamos encontrado. A Olivia le gusta mucho salir a dar largos paseos.
Sin embargo, Daniel no podía dejar de mirar a Estelle.
Olivia se percató de ello. Y también se percató de que Estelle se estaba poniendo cada vez más nerviosa. No le quedó la menor duda de que había algo entre su prima y Freddie Birkhust.
-Tía Bridget nos está esperando-le dijo a su prima-Ha sido un placer verle, mister Birkhust.
-Pueden venir a visitarnos a nuestra villa siempre que quieran-alcanzó a decir Daniel.
Depositó un beso en la mano de Estelle. Y también besó a Olivia en la mano. Debía de comportarse como un caballero, se dijo así mismo. Todo el mundo creía, por algún extraño motivo, que era el honorable Frederick Alistair Birkhust. No le quedaba otra opción que seguirle la corriente al resto del mundo.
-Así lo haremos-dijo Estelle.
Daniel contempló cómo la muchacha se alejaba en compañía de Olivia.
Pensó que estaba comportándose de una manera estúpida. ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde la muerte de Ana? Le seguía doliendo el corazón. Había perdido a Alejandra. Ana había sido su tabla de salvación.
Había aparecido como un ángel en el momento en el que más desesperado estaba y encontrarla había sido un punto de inflexión en su vida. De no haber sido por Ana, Daniel estaría muerto. De eso estaba completamente seguro.
Recordaba el cabello de color chocolate de Ana. Su piel blanca como la leche...Sus ojos de mirada expresiva...Pero otra imagen empezó a aparecer en su mente. Vio a Estelle Templewood.
Daniel decidió regresar a la villa.
El mayordomo hindú le abrió la puerta.
Daniel no entendía el porqué lady Birkhust tenía tantos sirvientes hindúes. Parecían vivir esclavizados por los ingleses. Se corrigió así mismo. ¡Estaban esclavizados por los invasores!
-Ya ha regresado de su paseo, sahib-le dijo el mayordomo.
-No me llames sahib-le pidió Daniel-No me agrada.
El mayordomo le miró con cara de sorpresa.
Lady Birkhust estaba en el salón. Daniel la escuchó interpretar una pieza al piano. Aquella mujer disfrazada de Tacañona podía pasarse las horas muertas tocando el piano. No hacía otra cosa en todo el día. De vez en cuando, recibía a sus visitas. O se encerraba en su despacho a escribir cartas o a revisar documentos. A veces, salía a dar un paseo acompañada por una doncella, también hindú.
-Ya has regresado, hijo-comentó lady Birkhust cuando Daniel entró en el salón, pero sin dejar de tocar-¿Has visto a la señorita O' Rourke? ¿Has hablado con ella?
-No entiendo el interés que tienes en encasquetarme a esa tía-contestó Daniel-Además, no me gusta nada. Le caigo gordo. Me mira con una cara que me dice que desearía cortarme en dos. Además, no la soporto. Es muy borde.
-La señorita O' Rourke tiene que acostumbrarse a vivir en La India. Ha vivido en compañía de salvajes.
-Hasta donde yo sé, no ha vivido con ningún salvaje. Ha vivido con su padre.
La Tacañona se equivocó en una nota. El piano desafinó. Daniel no sabía qué melodía estaba interpretando.
-Es bueno que la cortejes-insistió lady Birkhust, dejando de tocar y mirándole-La señorita O' Rourke me cae bien. Me parece una joven sensata. Puede ayudarte a cambiar. A ser de otra manera.
Hacía ya varios días que no me pasaba por este blog para subir un nuevo fragmento de este bonito "fanfic".
Tenía otras cosas de las que ocuparme y confieso que lo tengo un poco descuidado.
Por desgracia, no sé cuándo volveré a subir más fragmentos.
Hoy, he podido hacer un hueco y, por eso, os traigo este nuevo fragmento.
En esta ocasión, Daniel está confundido. No sólo por la surrealista situación que está viviendo, sino por los sentimientos que Estelle despierta en él.
¿Qué pasará?
¡Vamos a descubrirlo!
Daniel salió a dar un paseo al día siguiente por la aldea de Piedade.
Sentía que le iba a estallar la cabeza si permanecía recluido un segundo más dentro de aquella villa. Recorrió con la vista la aldea donde se encontraba. Y se fijó en las dos jóvenes que se acercaban a él cogidas del brazo.
Una mujer estaba barriendo la puerta de su casa.
Y Olivia y Estelle se estaban acercando poco a poco a él. Podía oler a pan recién hecho. Oía las risas de una mujer que se dirigía al lavadero a lavar la ropa. Pasaron cerca de él dos niños que estaban corriendo y jugando. Se le encogió el corazón a Daniel.
Es real, pensó. Todo lo que estaba pasando era real. Estelle era real. Tan real como lo era él.
Olivia y Estelle estaban algo tristes. Sir Joshua había decidido regresar a Calcuta. Se habían despedido de él aquella misma mañana. Sus asuntos le requerían. En realidad, era Arthur Ransome quién le requería.
-Buenas tardes, mister Birkhust-le saludó Estelle, tratando de aparentar una tranquilidad que estaba lejos de sentir-Es una sorpresa muy agradable que nos hayamos encontrado. A Olivia le gusta mucho salir a dar largos paseos.
Sin embargo, Daniel no podía dejar de mirar a Estelle.
Olivia se percató de ello. Y también se percató de que Estelle se estaba poniendo cada vez más nerviosa. No le quedó la menor duda de que había algo entre su prima y Freddie Birkhust.
-Tía Bridget nos está esperando-le dijo a su prima-Ha sido un placer verle, mister Birkhust.
-Pueden venir a visitarnos a nuestra villa siempre que quieran-alcanzó a decir Daniel.
Depositó un beso en la mano de Estelle. Y también besó a Olivia en la mano. Debía de comportarse como un caballero, se dijo así mismo. Todo el mundo creía, por algún extraño motivo, que era el honorable Frederick Alistair Birkhust. No le quedaba otra opción que seguirle la corriente al resto del mundo.
-Así lo haremos-dijo Estelle.
Daniel contempló cómo la muchacha se alejaba en compañía de Olivia.
Pensó que estaba comportándose de una manera estúpida. ¿Cuánto tiempo había transcurrido desde la muerte de Ana? Le seguía doliendo el corazón. Había perdido a Alejandra. Ana había sido su tabla de salvación.
Había aparecido como un ángel en el momento en el que más desesperado estaba y encontrarla había sido un punto de inflexión en su vida. De no haber sido por Ana, Daniel estaría muerto. De eso estaba completamente seguro.
Recordaba el cabello de color chocolate de Ana. Su piel blanca como la leche...Sus ojos de mirada expresiva...Pero otra imagen empezó a aparecer en su mente. Vio a Estelle Templewood.
Daniel decidió regresar a la villa.
El mayordomo hindú le abrió la puerta.
Daniel no entendía el porqué lady Birkhust tenía tantos sirvientes hindúes. Parecían vivir esclavizados por los ingleses. Se corrigió así mismo. ¡Estaban esclavizados por los invasores!
-Ya ha regresado de su paseo, sahib-le dijo el mayordomo.
-No me llames sahib-le pidió Daniel-No me agrada.
El mayordomo le miró con cara de sorpresa.
Lady Birkhust estaba en el salón. Daniel la escuchó interpretar una pieza al piano. Aquella mujer disfrazada de Tacañona podía pasarse las horas muertas tocando el piano. No hacía otra cosa en todo el día. De vez en cuando, recibía a sus visitas. O se encerraba en su despacho a escribir cartas o a revisar documentos. A veces, salía a dar un paseo acompañada por una doncella, también hindú.
-Ya has regresado, hijo-comentó lady Birkhust cuando Daniel entró en el salón, pero sin dejar de tocar-¿Has visto a la señorita O' Rourke? ¿Has hablado con ella?
-No entiendo el interés que tienes en encasquetarme a esa tía-contestó Daniel-Además, no me gusta nada. Le caigo gordo. Me mira con una cara que me dice que desearía cortarme en dos. Además, no la soporto. Es muy borde.
-La señorita O' Rourke tiene que acostumbrarse a vivir en La India. Ha vivido en compañía de salvajes.
-Hasta donde yo sé, no ha vivido con ningún salvaje. Ha vivido con su padre.
La Tacañona se equivocó en una nota. El piano desafinó. Daniel no sabía qué melodía estaba interpretando.
-Es bueno que la cortejes-insistió lady Birkhust, dejando de tocar y mirándole-La señorita O' Rourke me cae bien. Me parece una joven sensata. Puede ayudarte a cambiar. A ser de otra manera.
martes, 15 de julio de 2014
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Hola a todos.
En esta ocasión, en el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, vamos a ver cómo los Templewood visitan a los Birkhust con la intención de que Olivia y Freddie puedan iniciar una relación.
Sin embargo, la intención de Daniel es bien distinta.
Entrar en la mansión que los Birkhust poseían en Dívar era lo último que Estelle esperaba hacer. Sin embargo, fue idea de lady Bridget el visitar a lady Birkhust y a su hijo Freddie. Estelle y Olivia entraron en el recibidor de la villa. Las dos intercambiaron una mirada cargada de significado. Ninguna de las dos quería estar en aquel lugar. Olivia no quería saber nada de Freddie. Y Estelle tampoco quería saber nada de Freddie. Pero los motivos por los cuales deseaba alejarse de aquel joven eran muy distintos a los motivos de Olivia.
-Tendría que haberme quedado en Calcuta-opinó la joven-Yo podría serle de mucha ayuda a tu hermano.
-¡Mi querida Bridget!-exclamó lady Birkhust cuando los cuatro miembros de la familia Templewood entraron en el salón-¡Qué alegría me da verte!
Freddie estaba allí, de pie, junto a su madre, pensó Estelle con nerviosismo. Y la estaba mirando.
Daniel se había jurado así mismo que intentaría mantenerse alejado de Estelle.
Pero, por algún motivo, terminaba encontrándose con ella. Sabía que no era culpa suya. Ni siquiera sabía el motivo real por el cual se encontraba allí.
Se sentaron.
Una criada hindú entró en el salón y sirvió el té. Daniel se sentía incómodo. Aquella villa era más grande que el chalet que tenían sus padres en Somosaguas. En ocasiones, tenía la impresión de que nada de lo que estaba pasando era real. En cualquier momento, se despertaría. Ana estaría a su lado. Pero recordaba todo lo que había ocurrido.
-El honorable Freddie Birkhust hace una bonita pareja con tu prima-le comentó lady Bridget a Estelle-¿No te parece, querida? Hemos de ayudar a Libby a que se empareje con ese gallardo joven, Estelle.
La aludida dirigió una mirada cargada de nerviosismo a su más que incómoda prima.
-¿Dónde estudió usted?-se atrevió a preguntar Olivia.
-No me acuerdo-respondió Daniel.
-Mi hijo, últimamente, se dedica a gastar bromas-intervino lady Birkhust-Lo cierto es que estás estudiando en Oxford.
-Es que quiero estudiar inglés a distancia.
Ocurrió contra su voluntad. Estelle se echó a reír con el comentario que acababa de hacer Daniel.
Cuatro pares de ojos se posaron en ellos. Lady Bridget carraspeó un poco incómoda y Estelle trató de aguantarse la risa. Se alisó una arruga imaginaria de su falda de color blanco.
-Lo siento mucho, mamá-se excusó-Es que me ha hecho gracia. Lo de estudiar inglés a distancia.
-Frederick, no entiendo el porqué has hecho ese comentario-le regañó lady Birkhust a Daniel.
-Tía, es la verdad-replicó el chico-Se puede estudiar inglés a distancia.
Tuvo que guardar silencio. La Tacañona no conocía los cursos CEAC. Ni sabía lo que era eso.
-Lo cierto es que mi hijo está muy raro desde que abandonó la plantación-se lamentó lady Birkhust-Debe de ser que se esté recuperando de alguna enfermedad rara.
-Ser pijo ya es una enfermedad de por sí-dijo Daniel.
Estelle se excusó. Se puso de pie y salió por la puerta delantera al jardín. No pudo contener la risa. Encontraba a Freddie Birkhust gracioso. ¡Gracioso! ¡Pero si contaba unos chistes malísimos! Cuando quería contar chistes deseoso de impresionar a Olivia. Eso ocurría casi nunca.
No se dio cuenta de que Daniel también se había puesto de pie. Se había excusado. Y había salido al jardín por la puerta principal. Para verla reírse. Para tener la sensación de que el Sol había salido.
Estelle se dio cuenta de que no estaba sola en el jardín. Dejó de reírse y clavó sus hermosos ojos azules en Freddie. El joven se acercó poco a poco a ella.
Consideró seriamente la idea de excusarse y de volver a meterse dentro de la casa. Después de todo, no había nada entre ellos. Estaba destinado a Olivia.
Y ella acabaría enamorándose antes o después del capitán Sturges. Era cuestión de tiempo y empezaría a amarle. Pero, antes, debía de mantener la distancia con Freddie. Por el bien de ambos...
-Tienes una risa muy bonita-la alabó Daniel.
-¡Por tu culpa!-le reprochó Estelle-¿Por qué haces esa clase de comentarios? No los ha entendido nadie.
-Pero te has reído.
-Porque me han hecho gracia. Aunque no tienen la menor gracia. Libby no se ha reído.
-Yo no quiero hacer reír a tu prima. Tan sólo quiero hacerte reír a ti, Estelle. No sé porqué me gusta tu risa. Hace que me reconcilie con el mundo. Que piense que todavía quedan en este jodido planeta cosas bonitas por las que vale la pena pelear.
En aquel momento, Daniel hablaba con el corazón. Se acercó a Estelle y, como movido por un impulso, posó sus labios sobre los labios de ella. Ella le rodeó el cuello con los brazos. No se resistió al beso que le dio Daniel. Correspondió a aquel beso con todo su corazón. Poniendo en aquel beso todo lo que sentía. Lo que se resistía a sentir.
Se separaron. Daniel permaneció con la frente apoyada contra la frente de Estelle. Luchando por alejarse de ella. Pero sin querer alejarse de ella.
En esta ocasión, en el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, vamos a ver cómo los Templewood visitan a los Birkhust con la intención de que Olivia y Freddie puedan iniciar una relación.
Sin embargo, la intención de Daniel es bien distinta.
Entrar en la mansión que los Birkhust poseían en Dívar era lo último que Estelle esperaba hacer. Sin embargo, fue idea de lady Bridget el visitar a lady Birkhust y a su hijo Freddie. Estelle y Olivia entraron en el recibidor de la villa. Las dos intercambiaron una mirada cargada de significado. Ninguna de las dos quería estar en aquel lugar. Olivia no quería saber nada de Freddie. Y Estelle tampoco quería saber nada de Freddie. Pero los motivos por los cuales deseaba alejarse de aquel joven eran muy distintos a los motivos de Olivia.
-Tendría que haberme quedado en Calcuta-opinó la joven-Yo podría serle de mucha ayuda a tu hermano.
-¡Mi querida Bridget!-exclamó lady Birkhust cuando los cuatro miembros de la familia Templewood entraron en el salón-¡Qué alegría me da verte!
Freddie estaba allí, de pie, junto a su madre, pensó Estelle con nerviosismo. Y la estaba mirando.
Daniel se había jurado así mismo que intentaría mantenerse alejado de Estelle.
Pero, por algún motivo, terminaba encontrándose con ella. Sabía que no era culpa suya. Ni siquiera sabía el motivo real por el cual se encontraba allí.
Se sentaron.
Una criada hindú entró en el salón y sirvió el té. Daniel se sentía incómodo. Aquella villa era más grande que el chalet que tenían sus padres en Somosaguas. En ocasiones, tenía la impresión de que nada de lo que estaba pasando era real. En cualquier momento, se despertaría. Ana estaría a su lado. Pero recordaba todo lo que había ocurrido.
-El honorable Freddie Birkhust hace una bonita pareja con tu prima-le comentó lady Bridget a Estelle-¿No te parece, querida? Hemos de ayudar a Libby a que se empareje con ese gallardo joven, Estelle.
La aludida dirigió una mirada cargada de nerviosismo a su más que incómoda prima.
-¿Dónde estudió usted?-se atrevió a preguntar Olivia.
-No me acuerdo-respondió Daniel.
-Mi hijo, últimamente, se dedica a gastar bromas-intervino lady Birkhust-Lo cierto es que estás estudiando en Oxford.
-Es que quiero estudiar inglés a distancia.
Ocurrió contra su voluntad. Estelle se echó a reír con el comentario que acababa de hacer Daniel.
Cuatro pares de ojos se posaron en ellos. Lady Bridget carraspeó un poco incómoda y Estelle trató de aguantarse la risa. Se alisó una arruga imaginaria de su falda de color blanco.
-Lo siento mucho, mamá-se excusó-Es que me ha hecho gracia. Lo de estudiar inglés a distancia.
-Frederick, no entiendo el porqué has hecho ese comentario-le regañó lady Birkhust a Daniel.
-Tía, es la verdad-replicó el chico-Se puede estudiar inglés a distancia.
Tuvo que guardar silencio. La Tacañona no conocía los cursos CEAC. Ni sabía lo que era eso.
-Lo cierto es que mi hijo está muy raro desde que abandonó la plantación-se lamentó lady Birkhust-Debe de ser que se esté recuperando de alguna enfermedad rara.
-Ser pijo ya es una enfermedad de por sí-dijo Daniel.
Estelle se excusó. Se puso de pie y salió por la puerta delantera al jardín. No pudo contener la risa. Encontraba a Freddie Birkhust gracioso. ¡Gracioso! ¡Pero si contaba unos chistes malísimos! Cuando quería contar chistes deseoso de impresionar a Olivia. Eso ocurría casi nunca.
No se dio cuenta de que Daniel también se había puesto de pie. Se había excusado. Y había salido al jardín por la puerta principal. Para verla reírse. Para tener la sensación de que el Sol había salido.
Estelle se dio cuenta de que no estaba sola en el jardín. Dejó de reírse y clavó sus hermosos ojos azules en Freddie. El joven se acercó poco a poco a ella.
Consideró seriamente la idea de excusarse y de volver a meterse dentro de la casa. Después de todo, no había nada entre ellos. Estaba destinado a Olivia.
Y ella acabaría enamorándose antes o después del capitán Sturges. Era cuestión de tiempo y empezaría a amarle. Pero, antes, debía de mantener la distancia con Freddie. Por el bien de ambos...
-Tienes una risa muy bonita-la alabó Daniel.
-¡Por tu culpa!-le reprochó Estelle-¿Por qué haces esa clase de comentarios? No los ha entendido nadie.
-Pero te has reído.
-Porque me han hecho gracia. Aunque no tienen la menor gracia. Libby no se ha reído.
-Yo no quiero hacer reír a tu prima. Tan sólo quiero hacerte reír a ti, Estelle. No sé porqué me gusta tu risa. Hace que me reconcilie con el mundo. Que piense que todavía quedan en este jodido planeta cosas bonitas por las que vale la pena pelear.
En aquel momento, Daniel hablaba con el corazón. Se acercó a Estelle y, como movido por un impulso, posó sus labios sobre los labios de ella. Ella le rodeó el cuello con los brazos. No se resistió al beso que le dio Daniel. Correspondió a aquel beso con todo su corazón. Poniendo en aquel beso todo lo que sentía. Lo que se resistía a sentir.
Se separaron. Daniel permaneció con la frente apoyada contra la frente de Estelle. Luchando por alejarse de ella. Pero sin querer alejarse de ella.
jueves, 10 de julio de 2014
UN FRAGMENTO DE "UN SUEÑO HECHO REALIDAD" PARA ANNA, UNA APASIONADA DEL ROMANCE
Hola a todos.
El fragmento de ayer de Un sueño hecho realidad estaba dedicado a Citu, toda una Enamorada de las Letras.
Os recomiendo que visitéis su blog porque todos los lunes y todos los viernes tenéis una cita con su preciosa novela Melodías prohibidas.
El link es:
http://enamoradadelasletras.blogspot.com.es/
El fragmento de hoy está dedicado a una buena amiga. Se trata de Anna, la administradora del "Romance" y toda una apasionada de la novela romántica.
Hace unos días, subió a su blog un pequeño relato de amor y de magia que nos invita a viajar a los cuentos que escuchábamos en nuestra niñez.
Os recomiendo que lo visitéis y que leáis este relato porque es precioso y mágico.
El link es:
http://romanceanna.blogspot.com/
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, Estelle habla con Daniel (a quien cree Freddie) para hablarle de cómo tiene que cortejar a Olivia. El encuentro tiene un resultado inesperado para ambos.
Era cerca del mediodía.
Kanvar fue a buscar a Daniel y le entregó una nota.
El chico sonrió para sus adentros al leer aquella nota. Se la había escrito Estelle. Gracias a lo que recordaba de sus lecciones de inglés, supo que la joven quería verle aquella tarde.
Daniel supo que se encontraba en la aldea más grande de la isla, llamada Piedade. Estelle lo citaba en la fachada de la Iglesia Católica de Nuestra Señora de la Compasión sobre las cuatro de la tarde.
Daniel acudió puntual a la cita.
Estelle no entendía el porqué estaba tan nerviosa. Lo que quería hacer era aclarar la situación con Freddie de una vez por todas.
-¡Por fin llegas!-exclamó la joven cuando vio aparecer a Daniel.
-Recibí tu nota-dijo el chico-Me ha llamado mucho la atención que quisieras verme.
-Se trata de mi prima.
Daniel estaba harto de escuchar el nombre de Olivia.
-Es más que evidente que estás enamorado de mi prima y que lo que ha habido entre nosotros, si es ha habido algo alguna vez, no ha sido nada-prosiguió Estelle-Ha sido un sueño raro por mi parte. Y un momento de locura, además. Pero eso no significa nada. Se lo he contado a Olivia. Dice que no le da importancia. Pero miente.
-¿Quién te ha dicho a ti que tu prima te miente?-le preguntó Daniel.
-Mamá piensa que eres el mejor partido para Libby.
-¿Tu vieja piensa eso de mí? ¿Está fumada o qué?
-¡Frederick!
-Lo que quiero decir es que no soy la clase de tío que le mole a tu prima.
-Mira, creo que no te entiendo. Hablar de forma rara no te servirá conmigo, Freddie. Eres lo que mi madre busca para Olivia. No ha pasado nada entre nosotros. Yo, por mi parte, todo está olvidado.
Hacía mucho tiempo que Estelle conocía a Freddie. Le aseguró que era un joven apuesto y, cuando no bebía, era bastante agradable. Daniel se echó a reír. Era evidente que Estelle no le conocía tan bien como pensaba. Al tal Freddie, en realidad.
Los Birkhust eran una de las familias más ricas de toda la colonia inglesa. Y, además, estaban emparentados con la aristocracia. Si lo pensaba bien, Freddie era el mejor partido para Olivia. No podía encontrar otro mejor.
-Imagina que soy tu hermana-le propuso Estelle a Daniel-Te estoy pidiendo que me hagas un favor. Libby es una joven maravillosa. Tiene una imaginación febril y un tanto exagerada. Pero te aseguro que lo hace sólo para reírse de la gente que piensa de ella que es una salvaje. ¡Y no es ninguna salvaje!
-¿Y qué pasa contigo, Estelle?-le preguntó Daniel-¿Cuándo vas a pensar en ti misma?
-La felicidad de Libby es importante para mí.
-¿Y qué pasa con tu felicidad? Lo único que haces es hablar una y otra vez de Olivia.
Eso fue lo que más le molestó de la novela. El nombre de Olivia aparecía en todas las páginas. Era la protagonista absoluta de aquellas ochocientas y pico páginas. Los demás personajes parecían desaparecer. Incluso, Jai estaba desaparecido. Era muy difícil empatizar con un hombre maltratado por la vida si no aparecía nunca. ¡Hasta Kinjal aparecía más veces que Jai! Pero, claro, Kinjal era la mejor amiga de Olivia.
-Mi felicidad está con el capitán John Sturges-contestó Estelle-Es un hombre gallardo y educado. Algún día, será el marqués de Quenberry. Y yo seré su marquesa.
-Lady Quenberry...-dijo Daniel con tono burlón-No está mal.
-¡No te rías!
El Sol dio de lleno en el rostro de Estelle y Daniel se quedó sin habla. Tuvo la sensación de estar delante de una especie de hada. O de ninfa...
Tuvo la sensación de que Estelle no sentía nada por aquel niño pijo. Si estaba con él era porque la obligaban a estar con él. Porque la autora de la novela así lo había querido.
-Tú no estás enamorada del pijo ése-observó Daniel-No te engañes a ti misma. No le amas. No eres un personaje de ficción, Estelle. Eres de carne y hueso. Por algún motivo, lo que está pasando es real. Yo lo siento como real. Aunque sea un completo disparate.
-No entiendo nada de lo que me dices-replicó la muchacha, sorprendida-Pero sí sé que quiero mucho al capitán Sturges. Nos casaremos algún día. Y tú te casarás con mi prima. Y...
Estelle se interrumpió cuando Daniel le cogió las manos. Se las llevó a los labios para besárselas con fervor.
De pronto, Estelle sintió cómo Daniel la tomaba entre sus brazos. Cómo llenaba de besos su cara. Y cómo la besaba con fervor en los labios.
-Freddie...-susurró Estelle.
Le cogió las manos al joven y se las besó.
No pensó en nada mientras Daniel volvía a tomarla entre sus brazos. Mientras la abrazaba. Mientras la besaba con tanta pasión que Estelle sentía que todo lo demás desaparecía a su alrededor.
Pero regresó al presente. Se separó con gesto asustado de Daniel. Todo lo que estaba ocurriendo era demasiado disparatado. Daniel también lo pensaba. No entendía el porqué estaba obrando de aquel modo con aquella muchacha.
-¡No tiene que volver a pasar!-gritó Estelle, nerviosa.
-Y no volverá a pasar-le prometió Daniel.
-He de irme. No quiero verte nunca más a solas.
Se alejó corriendo del lado de Daniel.
Estelle llegó a la villa. Vio que Olivia la estaba esperando en el jardín, donde se disponía a plantar un rosal.
-¿De dónde vienes, prima?-le preguntó con preocupación-¡Qué pálida que estás!
Estelle estaba como ida y no sabía cómo había llegado hasta la villa de su familia. En lo único que podía pensar era en Freddie y en su encuentro. Había vuelto a pasar.
-¡Oh, Libby!-exclamó Estelle ahogando un sollozo.
Su prima dejó caer la paleta de jardín que sujetaba con su mano. Se acercó a su prima y la abrazó con cariño. Le dio un beso en la frente.
-Mi querida Estelle...-dijo Olivia con ternura-Tienes dieciocho años y estás empezando a descubrir el mundo. Y también estás empezando a descubrir nuevos sentimientos en tu interior.
Estelle se separó un poco de su prima. Tenía la sensación de que Olivia le estaba hablando con conocimiento de causa.
-¿Tú sientes algo por ese chico de Sacramento?-le preguntó.
-¿Te refieres a Greg?-inquirió Olivia.
-Sí...A veces, he pensado que no quieres saber nada de Freddie porque tienes a ese chico, a Greg, en la cabeza metido. No lo sé.
-Quiero mucho a Greg, es verdad.
-Pero...¿Estás enamorada de él? ¿Lo amas de verdad?
-Me he dado cuenta de que el cariño y el amor, en ocasiones, no significa lo mismo. No estoy enamorada de Greg. Y no entiendo el porqué tía Bridget desea emparejarme con mister Birkhust cuando no siento nada por él.
-Es un buen partido. Y el capitán Sturges es un buen partido para mí.
Había tanta desolación reflejada en el rostro de Estelle que Olivia, conmovida, volvió a abrazarla.
El fragmento de ayer de Un sueño hecho realidad estaba dedicado a Citu, toda una Enamorada de las Letras.
Os recomiendo que visitéis su blog porque todos los lunes y todos los viernes tenéis una cita con su preciosa novela Melodías prohibidas.
El link es:
http://enamoradadelasletras.blogspot.com.es/
El fragmento de hoy está dedicado a una buena amiga. Se trata de Anna, la administradora del "Romance" y toda una apasionada de la novela romántica.
Hace unos días, subió a su blog un pequeño relato de amor y de magia que nos invita a viajar a los cuentos que escuchábamos en nuestra niñez.
Os recomiendo que lo visitéis y que leáis este relato porque es precioso y mágico.
El link es:
http://romanceanna.blogspot.com/
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, Estelle habla con Daniel (a quien cree Freddie) para hablarle de cómo tiene que cortejar a Olivia. El encuentro tiene un resultado inesperado para ambos.
Era cerca del mediodía.
Kanvar fue a buscar a Daniel y le entregó una nota.
El chico sonrió para sus adentros al leer aquella nota. Se la había escrito Estelle. Gracias a lo que recordaba de sus lecciones de inglés, supo que la joven quería verle aquella tarde.
Daniel supo que se encontraba en la aldea más grande de la isla, llamada Piedade. Estelle lo citaba en la fachada de la Iglesia Católica de Nuestra Señora de la Compasión sobre las cuatro de la tarde.
Daniel acudió puntual a la cita.
Estelle no entendía el porqué estaba tan nerviosa. Lo que quería hacer era aclarar la situación con Freddie de una vez por todas.
-¡Por fin llegas!-exclamó la joven cuando vio aparecer a Daniel.
-Recibí tu nota-dijo el chico-Me ha llamado mucho la atención que quisieras verme.
-Se trata de mi prima.
Daniel estaba harto de escuchar el nombre de Olivia.
-Es más que evidente que estás enamorado de mi prima y que lo que ha habido entre nosotros, si es ha habido algo alguna vez, no ha sido nada-prosiguió Estelle-Ha sido un sueño raro por mi parte. Y un momento de locura, además. Pero eso no significa nada. Se lo he contado a Olivia. Dice que no le da importancia. Pero miente.
-¿Quién te ha dicho a ti que tu prima te miente?-le preguntó Daniel.
-Mamá piensa que eres el mejor partido para Libby.
-¿Tu vieja piensa eso de mí? ¿Está fumada o qué?
-¡Frederick!
-Lo que quiero decir es que no soy la clase de tío que le mole a tu prima.
-Mira, creo que no te entiendo. Hablar de forma rara no te servirá conmigo, Freddie. Eres lo que mi madre busca para Olivia. No ha pasado nada entre nosotros. Yo, por mi parte, todo está olvidado.
Hacía mucho tiempo que Estelle conocía a Freddie. Le aseguró que era un joven apuesto y, cuando no bebía, era bastante agradable. Daniel se echó a reír. Era evidente que Estelle no le conocía tan bien como pensaba. Al tal Freddie, en realidad.
Los Birkhust eran una de las familias más ricas de toda la colonia inglesa. Y, además, estaban emparentados con la aristocracia. Si lo pensaba bien, Freddie era el mejor partido para Olivia. No podía encontrar otro mejor.
-Imagina que soy tu hermana-le propuso Estelle a Daniel-Te estoy pidiendo que me hagas un favor. Libby es una joven maravillosa. Tiene una imaginación febril y un tanto exagerada. Pero te aseguro que lo hace sólo para reírse de la gente que piensa de ella que es una salvaje. ¡Y no es ninguna salvaje!
-¿Y qué pasa contigo, Estelle?-le preguntó Daniel-¿Cuándo vas a pensar en ti misma?
-La felicidad de Libby es importante para mí.
-¿Y qué pasa con tu felicidad? Lo único que haces es hablar una y otra vez de Olivia.
Eso fue lo que más le molestó de la novela. El nombre de Olivia aparecía en todas las páginas. Era la protagonista absoluta de aquellas ochocientas y pico páginas. Los demás personajes parecían desaparecer. Incluso, Jai estaba desaparecido. Era muy difícil empatizar con un hombre maltratado por la vida si no aparecía nunca. ¡Hasta Kinjal aparecía más veces que Jai! Pero, claro, Kinjal era la mejor amiga de Olivia.
-Mi felicidad está con el capitán John Sturges-contestó Estelle-Es un hombre gallardo y educado. Algún día, será el marqués de Quenberry. Y yo seré su marquesa.
-Lady Quenberry...-dijo Daniel con tono burlón-No está mal.
-¡No te rías!
El Sol dio de lleno en el rostro de Estelle y Daniel se quedó sin habla. Tuvo la sensación de estar delante de una especie de hada. O de ninfa...
Tuvo la sensación de que Estelle no sentía nada por aquel niño pijo. Si estaba con él era porque la obligaban a estar con él. Porque la autora de la novela así lo había querido.
-Tú no estás enamorada del pijo ése-observó Daniel-No te engañes a ti misma. No le amas. No eres un personaje de ficción, Estelle. Eres de carne y hueso. Por algún motivo, lo que está pasando es real. Yo lo siento como real. Aunque sea un completo disparate.
-No entiendo nada de lo que me dices-replicó la muchacha, sorprendida-Pero sí sé que quiero mucho al capitán Sturges. Nos casaremos algún día. Y tú te casarás con mi prima. Y...
Estelle se interrumpió cuando Daniel le cogió las manos. Se las llevó a los labios para besárselas con fervor.
De pronto, Estelle sintió cómo Daniel la tomaba entre sus brazos. Cómo llenaba de besos su cara. Y cómo la besaba con fervor en los labios.
-Freddie...-susurró Estelle.
Le cogió las manos al joven y se las besó.
No pensó en nada mientras Daniel volvía a tomarla entre sus brazos. Mientras la abrazaba. Mientras la besaba con tanta pasión que Estelle sentía que todo lo demás desaparecía a su alrededor.
Pero regresó al presente. Se separó con gesto asustado de Daniel. Todo lo que estaba ocurriendo era demasiado disparatado. Daniel también lo pensaba. No entendía el porqué estaba obrando de aquel modo con aquella muchacha.
-¡No tiene que volver a pasar!-gritó Estelle, nerviosa.
-Y no volverá a pasar-le prometió Daniel.
-He de irme. No quiero verte nunca más a solas.
Se alejó corriendo del lado de Daniel.
Estelle llegó a la villa. Vio que Olivia la estaba esperando en el jardín, donde se disponía a plantar un rosal.
-¿De dónde vienes, prima?-le preguntó con preocupación-¡Qué pálida que estás!
Estelle estaba como ida y no sabía cómo había llegado hasta la villa de su familia. En lo único que podía pensar era en Freddie y en su encuentro. Había vuelto a pasar.
-¡Oh, Libby!-exclamó Estelle ahogando un sollozo.
Su prima dejó caer la paleta de jardín que sujetaba con su mano. Se acercó a su prima y la abrazó con cariño. Le dio un beso en la frente.
-Mi querida Estelle...-dijo Olivia con ternura-Tienes dieciocho años y estás empezando a descubrir el mundo. Y también estás empezando a descubrir nuevos sentimientos en tu interior.
Estelle se separó un poco de su prima. Tenía la sensación de que Olivia le estaba hablando con conocimiento de causa.
-¿Tú sientes algo por ese chico de Sacramento?-le preguntó.
-¿Te refieres a Greg?-inquirió Olivia.
-Sí...A veces, he pensado que no quieres saber nada de Freddie porque tienes a ese chico, a Greg, en la cabeza metido. No lo sé.
-Quiero mucho a Greg, es verdad.
-Pero...¿Estás enamorada de él? ¿Lo amas de verdad?
-Me he dado cuenta de que el cariño y el amor, en ocasiones, no significa lo mismo. No estoy enamorada de Greg. Y no entiendo el porqué tía Bridget desea emparejarme con mister Birkhust cuando no siento nada por él.
-Es un buen partido. Y el capitán Sturges es un buen partido para mí.
Había tanta desolación reflejada en el rostro de Estelle que Olivia, conmovida, volvió a abrazarla.
miércoles, 9 de julio de 2014
UN FRAGMENTO DE UN SUEÑO HECHO REALIDAD" PARA ENAMORADA DE LAS LETRAS
Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, Daniel sigue sin entender nada de lo que está pasando y lo único que quiere es respuestas.
Daniel se despertó a la mañana siguiente cuando ni siquiera había amanecido. Tardó unos instantes en darse cuenta de dónde estaba.
Se sentó en la cama. Se sentía ridículo viéndose obligado a dormir llevando puesto un ridículo camisón corto. Camisa de dormir, le había dicho el tío que decía ser su ayudante de cámara. Pero sus problemas no se reducían sólo a tener que dormir vestido de aquella manera.
Sacó los pies fuera de la cama. Se puso de pie. Se acercó a la ventana. Contempló el paisaje que se extendía ante sus ojos.
El problema era saber que él no era el verdadero Freddie Birkhust. Que estaba atrapado en el interior de una novela. Pero...¿Dónde cojones ponía que los Templewood se enfrentaban a una tormenta monzónica y se marchaban a una isla fluvial llamada Dívar? La libreta, pensó Daniel. Esto debía de estar puesto en la libreta de Ana. ¿Por qué quiso contar una historia alternativa a la novela? ¡Si estaba tonta con aquella birria!
Su ayudante de cámara debió de escucharle. Porque, en aquel preciso instante, entró en su habitación.
-¿Es que no te das cuenta de que voy vestido igual que la Obregón?-le espetó Daniel a aquel tío.
-¿Quién es ésa?-inquirió aquel hombre.
-Da igual. No lo entenderías. Mira, tío, aquí ha habido un error. ¡Ni siquiera debería de estar aquí! ¿Lo pillas? Esa tía que parece una de las Tacañonas no es mi vieja. Y yo no soy quién vosotros decís que soy.
-Habla muy raro esta mañana, sahib. Tiene algo en la garganta. ¿Ha probado a hacer gárgaras? Eso despeja la garganta.
Daniel le propinó un puñetazo cargado de frustración a la pared. Sin perder la compostura, el ayudante de cámara se dirigió al armario. Sacó una ropa parecida, pero igual de ridícula, a la que había llevado puesta Daniel el día antes.
-Tío, yo no soy Freddie Birkhust-afirmó el chico-Me llamo Daniel. Y soy de Madrid. ¡Ni siquiera he visitado Inglaterra! Soy español. Y no tendría que estar aquí. Estaba leyendo una de esas tonterías románticas que perteneció a mi chica. Y, de pronto, me he visto aquí.
-Sahib tiene una gran imaginación-sonrió el ayudante de cámara-Y tiene mucho sentido del humor.
-¿Qué coño significa sahib? ¿Es una forma de decir Freddie?
-Sabih significa señor.
-¿Y por qué me llamas sahib? ¿Por qué no me llamas Freddie, si dices que me llamo así?
-No puedo llamarle por su nombre. Soy su ayudante de cámara. Su criado...
El ayudante de cámara dejó la ropa encima de la cama. Daniel le calculó que debía de tener la misma edad que tenía Adolfo, el padre de Ana. Quizás, era un poco más joven. No entendía el porqué se refería a él como si fuera un señor mayor cuando no lo era.
-Me puedes llamar como dices que me llamo-le ofreció-Si tú dices que me llamo Freddie, adelante. Llámame así.
-No puedo llamarle así, sahib-rechazó, nervioso, el hombre-Usted es el señor de la casa. Y...
-¡Tío, yo no soy el señor de nada! Ésta no es mi casa. Ni siquiera sé el porqué estoy aquí. ¡Esto es de locos! Además, no soy un carroza. Tú sí eres un carroza. Tutéame y llámame como quieras. Y no te preocupes por La Tacañona, que hablaré con ella.
El ayudante de cámara vertió agua de una jarra que traía en el interior de una jofaina. De pronto, se echó a reír con ganas. No sabía lo que le había pasado a su señor, pero había regresado distinto de la plantación.
-¿De qué te ríes?-le preguntó Daniel.
-Usted siempre está serio-respondió el ayudante de cámara-Nunca hace reír a nadie.
-¿Cómo te llamas?
-Me llamo Kanvar.
A Daniel le pareció un nombre curioso. Lo repitió para sus adentros. Lo que más necesitaba en aquellos momentos era contar con un aliado para poder salir de allí.
-Pues, tío, Kanvar, ya somos colegas-afirmó Daniel.
Para estupor de Kanvar, el chico chocó los cinco con él. Con la mano abierta, le dio una palmada en la mano. El hombre no entendía nada.
-¿Qué ha sido eso?-le preguntó.
-Eso es chocar los cinco-respondió Daniel.
-¿Por qué ha hecho eso conmigo?
-Porque somos colegas. Tú tienes pinta de ser un tío listo. ¡Necesito a alguien listo a mi lado! Quizás, conozcas a alguien que pueda ayudarme. Créeme. Lo que me ha pasado es una historia larga de contar y, a lo mejor, no te la crees. Pero puede ser que conozcas a alguien que sí me crea.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, Daniel sigue sin entender nada de lo que está pasando y lo único que quiere es respuestas.
Daniel se despertó a la mañana siguiente cuando ni siquiera había amanecido. Tardó unos instantes en darse cuenta de dónde estaba.
Se sentó en la cama. Se sentía ridículo viéndose obligado a dormir llevando puesto un ridículo camisón corto. Camisa de dormir, le había dicho el tío que decía ser su ayudante de cámara. Pero sus problemas no se reducían sólo a tener que dormir vestido de aquella manera.
Sacó los pies fuera de la cama. Se puso de pie. Se acercó a la ventana. Contempló el paisaje que se extendía ante sus ojos.
El problema era saber que él no era el verdadero Freddie Birkhust. Que estaba atrapado en el interior de una novela. Pero...¿Dónde cojones ponía que los Templewood se enfrentaban a una tormenta monzónica y se marchaban a una isla fluvial llamada Dívar? La libreta, pensó Daniel. Esto debía de estar puesto en la libreta de Ana. ¿Por qué quiso contar una historia alternativa a la novela? ¡Si estaba tonta con aquella birria!
Su ayudante de cámara debió de escucharle. Porque, en aquel preciso instante, entró en su habitación.
-¿Es que no te das cuenta de que voy vestido igual que la Obregón?-le espetó Daniel a aquel tío.
-¿Quién es ésa?-inquirió aquel hombre.
-Da igual. No lo entenderías. Mira, tío, aquí ha habido un error. ¡Ni siquiera debería de estar aquí! ¿Lo pillas? Esa tía que parece una de las Tacañonas no es mi vieja. Y yo no soy quién vosotros decís que soy.
-Habla muy raro esta mañana, sahib. Tiene algo en la garganta. ¿Ha probado a hacer gárgaras? Eso despeja la garganta.
Daniel le propinó un puñetazo cargado de frustración a la pared. Sin perder la compostura, el ayudante de cámara se dirigió al armario. Sacó una ropa parecida, pero igual de ridícula, a la que había llevado puesta Daniel el día antes.
-Tío, yo no soy Freddie Birkhust-afirmó el chico-Me llamo Daniel. Y soy de Madrid. ¡Ni siquiera he visitado Inglaterra! Soy español. Y no tendría que estar aquí. Estaba leyendo una de esas tonterías románticas que perteneció a mi chica. Y, de pronto, me he visto aquí.
-Sahib tiene una gran imaginación-sonrió el ayudante de cámara-Y tiene mucho sentido del humor.
-¿Qué coño significa sahib? ¿Es una forma de decir Freddie?
-Sabih significa señor.
-¿Y por qué me llamas sahib? ¿Por qué no me llamas Freddie, si dices que me llamo así?
-No puedo llamarle por su nombre. Soy su ayudante de cámara. Su criado...
El ayudante de cámara dejó la ropa encima de la cama. Daniel le calculó que debía de tener la misma edad que tenía Adolfo, el padre de Ana. Quizás, era un poco más joven. No entendía el porqué se refería a él como si fuera un señor mayor cuando no lo era.
-Me puedes llamar como dices que me llamo-le ofreció-Si tú dices que me llamo Freddie, adelante. Llámame así.
-No puedo llamarle así, sahib-rechazó, nervioso, el hombre-Usted es el señor de la casa. Y...
-¡Tío, yo no soy el señor de nada! Ésta no es mi casa. Ni siquiera sé el porqué estoy aquí. ¡Esto es de locos! Además, no soy un carroza. Tú sí eres un carroza. Tutéame y llámame como quieras. Y no te preocupes por La Tacañona, que hablaré con ella.
El ayudante de cámara vertió agua de una jarra que traía en el interior de una jofaina. De pronto, se echó a reír con ganas. No sabía lo que le había pasado a su señor, pero había regresado distinto de la plantación.
-¿De qué te ríes?-le preguntó Daniel.
-Usted siempre está serio-respondió el ayudante de cámara-Nunca hace reír a nadie.
-¿Cómo te llamas?
-Me llamo Kanvar.
A Daniel le pareció un nombre curioso. Lo repitió para sus adentros. Lo que más necesitaba en aquellos momentos era contar con un aliado para poder salir de allí.
-Pues, tío, Kanvar, ya somos colegas-afirmó Daniel.
Para estupor de Kanvar, el chico chocó los cinco con él. Con la mano abierta, le dio una palmada en la mano. El hombre no entendía nada.
-¿Qué ha sido eso?-le preguntó.
-Eso es chocar los cinco-respondió Daniel.
-¿Por qué ha hecho eso conmigo?
-Porque somos colegas. Tú tienes pinta de ser un tío listo. ¡Necesito a alguien listo a mi lado! Quizás, conozcas a alguien que pueda ayudarme. Créeme. Lo que me ha pasado es una historia larga de contar y, a lo mejor, no te la crees. Pero puede ser que conozcas a alguien que sí me crea.
martes, 8 de julio de 2014
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Hola a todos.
Aquí os dejo con este nuevo fragmento de mi novela Un sueño hecho realidad.
Daniel visita la villa de los Templewood en Dívar para seguir cortejando a Olivia, en su rol de Freddie. Y se encuentra con Estelle.
Era algo raro.
Nunca antes había oído hablar de la isla de Dívar. Pero he aquí que se encontraba en aquel sitio.
Dio un paseo, mientras intentaba hacer memoria. Dívar...Dívar...
Tuvo que reconocer que la isla era un lugar interesante. Muy chulo...
Vivían unas cincuenta familias, entre inglesas y portuguesas, en aquel sitio. Le saludaron al verle.
No te saludan a ti, gilipollas, se recriminó así mismo Daniel. Saludan al tal Freddie. Y tú te pareces un huevo a ese tío.
No entendía nada.
La noche antes, no pudo conciliar el sueño.
Trató de recordar pasajes de Olivia y Jai. Desde luego, todo lo que estaba ocurriendo no se ajustaba en nada a lo que él había leído en la novela. ¿Y si tenía algo que ver con lo que había escrito Ana en su libreta? No había leído la libreta. Y se arrepentía de no haberlo hecho.
Tenía que buscar ayuda. Pero no sabía a quién recurrir. No conocía a nadie en aquella isla. Y, además, si contaba lo que le estaba pasando, probablemente, le tomarían por loco. O por algo peor...Y el tal Freddie tenía una fama espantosa.
Dívar era un pueblo muy bonito. Era un lugar tranquilo, muy diferente de Madrid, de Murcia o de Calcuta. Se rió para sus adentros.
Constaba de posada. Tenía una herrería. Se veían unos pocos carruajes en aquel lugar. Había casas más pequeñas. No sólo había villas.
También tenía un dispensario médico.
Acudir a merendar a la casa de los Templewood había sido un error. Daniel lo supo cuando entró en el comedor, donde Estelle y Olivia le estaban esperando. Cortejar a Olivia también era un error. Deseaba ponerse a gritar a los cuatro vientos que él no era Freddie Birkhust. Todo lo que estaba pasando era demasiado disparatado.
-¿Le gusta Divar, mister Birkhust?-le preguntó Estelle.
-Es un lugar muy interesante-respondió Daniel-Está guay.
-¿Cómo dice?-se extrañó Olivia.
-Quiero decir que me gusta.
-A mí también me gusta estar aquí-admitió Estelle.
-¿Piensan regresar muy pronto a Calcuta?-inquirió Daniel-¿O se van a quedar aquí más tiempo?
-Nuestra casa en Calcuta se inundó con la llegada del monzón. Es algo que se repite todos los años. Por eso, nos hemos venido aquí a pasar unas semanas mientras se realizan las obras de reparación. Jai está en Calcuta supervisándolo todo. No sé si papá viajará allí para ver cómo van las obras de reparación. Pero creo que es una tontería. Antes o después, volverán los monzones. ¡Y vuelta a empezar! Ya me entiende.
-Es una pena que no esté aquí. Su hermano, digo. No he tenido mucha relación con él. Me habría gustado hacerme amigo suyo.
Y preguntarle cómo salir de aquí.
Creía que el tío abuelo de Jai por parte de madre era una especie de yogui o algo así. Un sabio hindú...No se decía de ese modo en la novela. Pero Daniel creía que sí. Si hablaba con Jai, le llevaría hasta los Árboles del Té. La tribu de la madre de Jai, Chandramani, vivía allí. Podía pedir ayuda. Descubrir por qué estaba en aquel sitio.
Estelle se dio cuenta de que estaba llevando ella el peso de la conversación con Freddie. Le dio un codazo a Olivia. Su prima estaba distraída.
Daniel cogió una tartaleta de cereza y le dio un mordisco. Pensó que los Phoskitos que solía comer para merendar estaban mucho más buenos. Pero aquella tartaleta tenía un sabor también delicioso. Todo lo que estaba pasando parecía estar sacado de aquellos sueños que llevaba teniendo desde hacía mucho tiempo.
Todavía no se podía creer lo que estaba pasando. En ningún momento de Olivia y Jai se mencionaba una merienda en la casa de los Templewood en la isla de Divar. ¡Pero es que tampoco se hacía referencia alguna a una segunda residencia de la familia Templewood en la isla de Divar!
-El maharajá de Kirtingar ha invitado a Olivia a visitar su palacio-contó Estelle-Desea que participe en la cacería del tigre que organiza todos los años.
-¿Y a usted no la han invitado?-inquirió Daniel.
-Siempre suele ir papá o suele ir Jai. Pero el monzón ha sido más dañino con nuestra casa este año. Además...No me gusta ir a la cacería del tigre. Detesto ver cómo se mata a un animal.
-O sea, que es usted ecologista. Podría unirse a Greenpeace.
-¿Cómo dice?-preguntó Olivia extrañada-¿Qué es Greenpeace? ¿Un nuevo culto a un dios hindú?
Daniel pensó que había cometido un error al mencionar a la organización ecologista por excelencia.
Pero las palabras de Estelle podían coincidir con el pensamiento de cualquier miembro de la organización. Estaba mal cazar animales. La muchacha sentía repugnancia al pensar en que su prima participaría en aquella dichosa cacería. Olivia miraba de manera alternativa a Freddie y a Estelle. Tuvo la sensación de que estaba de más en aquella merienda. Pero optó por no levantarse de la mesa.
-Son cosas mías-mintió Daniel-No me haga caso. Son ganas de tomarle el pelo. De hacerla reír. No se cabree. Por favor...
-¿Ha participado en alguna cacería del tigre, mister Birkhust?-preguntó Olivia, alentada por Estelle, que le hacía gestos de forma disimulada.
-¡Ni hablar! ¡No podría yo tampoco matar a un animal indefenso!
-¿Un tigre es un animal indefenso?
-Son animales carnívoros. Comen carne.
Daniel no tenía ganas de discutir sobre ecología con una californiana de 1848. Posiblemente, Olivia no lo entendería.
Pero es que él tampoco entendía nada de lo que estaba pasando. Aquellos pantalones de tela le picaban.
La corbata le estaba asfixiando. En un momento dado, se despojó de ella y la metió en el bolsillo de su chaqueta. Olivia y Estelle lo miraron con gesto extrañado.
Las dos notaban que el honorable Freddie Birkhust se estaba comportando de un modo muy extraño. Lo curioso era que a Estelle le agradaba el nuevo Freddie que estaba descubriendo.
Y la atraía a la vez.
Aquí os dejo con este nuevo fragmento de mi novela Un sueño hecho realidad.
Daniel visita la villa de los Templewood en Dívar para seguir cortejando a Olivia, en su rol de Freddie. Y se encuentra con Estelle.
Era algo raro.
Nunca antes había oído hablar de la isla de Dívar. Pero he aquí que se encontraba en aquel sitio.
Dio un paseo, mientras intentaba hacer memoria. Dívar...Dívar...
Tuvo que reconocer que la isla era un lugar interesante. Muy chulo...
Vivían unas cincuenta familias, entre inglesas y portuguesas, en aquel sitio. Le saludaron al verle.
No te saludan a ti, gilipollas, se recriminó así mismo Daniel. Saludan al tal Freddie. Y tú te pareces un huevo a ese tío.
No entendía nada.
La noche antes, no pudo conciliar el sueño.
Trató de recordar pasajes de Olivia y Jai. Desde luego, todo lo que estaba ocurriendo no se ajustaba en nada a lo que él había leído en la novela. ¿Y si tenía algo que ver con lo que había escrito Ana en su libreta? No había leído la libreta. Y se arrepentía de no haberlo hecho.
Tenía que buscar ayuda. Pero no sabía a quién recurrir. No conocía a nadie en aquella isla. Y, además, si contaba lo que le estaba pasando, probablemente, le tomarían por loco. O por algo peor...Y el tal Freddie tenía una fama espantosa.
Dívar era un pueblo muy bonito. Era un lugar tranquilo, muy diferente de Madrid, de Murcia o de Calcuta. Se rió para sus adentros.
Constaba de posada. Tenía una herrería. Se veían unos pocos carruajes en aquel lugar. Había casas más pequeñas. No sólo había villas.
También tenía un dispensario médico.
Acudir a merendar a la casa de los Templewood había sido un error. Daniel lo supo cuando entró en el comedor, donde Estelle y Olivia le estaban esperando. Cortejar a Olivia también era un error. Deseaba ponerse a gritar a los cuatro vientos que él no era Freddie Birkhust. Todo lo que estaba pasando era demasiado disparatado.
-¿Le gusta Divar, mister Birkhust?-le preguntó Estelle.
-Es un lugar muy interesante-respondió Daniel-Está guay.
-¿Cómo dice?-se extrañó Olivia.
-Quiero decir que me gusta.
-A mí también me gusta estar aquí-admitió Estelle.
-¿Piensan regresar muy pronto a Calcuta?-inquirió Daniel-¿O se van a quedar aquí más tiempo?
-Nuestra casa en Calcuta se inundó con la llegada del monzón. Es algo que se repite todos los años. Por eso, nos hemos venido aquí a pasar unas semanas mientras se realizan las obras de reparación. Jai está en Calcuta supervisándolo todo. No sé si papá viajará allí para ver cómo van las obras de reparación. Pero creo que es una tontería. Antes o después, volverán los monzones. ¡Y vuelta a empezar! Ya me entiende.
-Es una pena que no esté aquí. Su hermano, digo. No he tenido mucha relación con él. Me habría gustado hacerme amigo suyo.
Y preguntarle cómo salir de aquí.
Creía que el tío abuelo de Jai por parte de madre era una especie de yogui o algo así. Un sabio hindú...No se decía de ese modo en la novela. Pero Daniel creía que sí. Si hablaba con Jai, le llevaría hasta los Árboles del Té. La tribu de la madre de Jai, Chandramani, vivía allí. Podía pedir ayuda. Descubrir por qué estaba en aquel sitio.
Estelle se dio cuenta de que estaba llevando ella el peso de la conversación con Freddie. Le dio un codazo a Olivia. Su prima estaba distraída.
Daniel cogió una tartaleta de cereza y le dio un mordisco. Pensó que los Phoskitos que solía comer para merendar estaban mucho más buenos. Pero aquella tartaleta tenía un sabor también delicioso. Todo lo que estaba pasando parecía estar sacado de aquellos sueños que llevaba teniendo desde hacía mucho tiempo.
Todavía no se podía creer lo que estaba pasando. En ningún momento de Olivia y Jai se mencionaba una merienda en la casa de los Templewood en la isla de Divar. ¡Pero es que tampoco se hacía referencia alguna a una segunda residencia de la familia Templewood en la isla de Divar!
-El maharajá de Kirtingar ha invitado a Olivia a visitar su palacio-contó Estelle-Desea que participe en la cacería del tigre que organiza todos los años.
-¿Y a usted no la han invitado?-inquirió Daniel.
-Siempre suele ir papá o suele ir Jai. Pero el monzón ha sido más dañino con nuestra casa este año. Además...No me gusta ir a la cacería del tigre. Detesto ver cómo se mata a un animal.
-O sea, que es usted ecologista. Podría unirse a Greenpeace.
-¿Cómo dice?-preguntó Olivia extrañada-¿Qué es Greenpeace? ¿Un nuevo culto a un dios hindú?
Daniel pensó que había cometido un error al mencionar a la organización ecologista por excelencia.
Pero las palabras de Estelle podían coincidir con el pensamiento de cualquier miembro de la organización. Estaba mal cazar animales. La muchacha sentía repugnancia al pensar en que su prima participaría en aquella dichosa cacería. Olivia miraba de manera alternativa a Freddie y a Estelle. Tuvo la sensación de que estaba de más en aquella merienda. Pero optó por no levantarse de la mesa.
-Son cosas mías-mintió Daniel-No me haga caso. Son ganas de tomarle el pelo. De hacerla reír. No se cabree. Por favor...
-¿Ha participado en alguna cacería del tigre, mister Birkhust?-preguntó Olivia, alentada por Estelle, que le hacía gestos de forma disimulada.
-¡Ni hablar! ¡No podría yo tampoco matar a un animal indefenso!
-¿Un tigre es un animal indefenso?
-Son animales carnívoros. Comen carne.
Daniel no tenía ganas de discutir sobre ecología con una californiana de 1848. Posiblemente, Olivia no lo entendería.
Pero es que él tampoco entendía nada de lo que estaba pasando. Aquellos pantalones de tela le picaban.
La corbata le estaba asfixiando. En un momento dado, se despojó de ella y la metió en el bolsillo de su chaqueta. Olivia y Estelle lo miraron con gesto extrañado.
Las dos notaban que el honorable Freddie Birkhust se estaba comportando de un modo muy extraño. Lo curioso era que a Estelle le agradaba el nuevo Freddie que estaba descubriendo.
Y la atraía a la vez.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)