Hola a todos.
Después de algún tiempo sin subir nada a este blog, pienso retomar el ritmo de publicación de Un sueño hecho realidad.
Un nuevo año, 1992, ha empezado. Pero las cosas no van a ser nada fáciles a partir de ahora ni para Daniel ni para Ana.
La joven empieza a sentirse mal. ¿Qué es lo que le pasa?
Ocurrió después de la Epifanía de los Reyes Magos.
Ana amaneció un día con un fuerte dolor de cabeza. No se trataba de una simple jaqueca. Era un dolor tan fuerte y tan agudo que Ana sentía que le estaban taladrando el cráneo. Su madre le aconsejó que se quedara en la cama acostada.
Ana se sentía mareada y creía que toda su habitación le daba vueltas. No pudo terminar de desayunar porque acabó vomitando.
Bárbara decidió no ir a clase. Quiso quedarse con Ana cuidándola.
-Nuestros viejos se van a cabrear cuando se enteren de que no has ido a clase-le advirtió Ana.
-No me importa-afirmó Bárbara-Alguien tiene que quedarse contigo. ¿Estás embarazada?
Ana pensó que se iba a desmayar al escuchar la pregunta que le había hecho su hermana. ¿Cómo podía estar embarazada?
Ana tomaba la píldora desde hacía algunos años, cuando empezó a tener relaciones sexuales con Nando. Seguía tomando la píldora desde que empezó a tener relaciones sexuales con Daniel. Además, su novio solía usar preservativo.
Daniel tampoco quería tener hijos. No se sentía preparado, después de que Alejandra muriera con el hijo que llevaba en sus entrañas.
-¡Bárbara!-contestó Ana, escandalizada-¿Cómo se te ocurre hacerme esa pregunta? ¿Por qué me lo preguntas?
-Estás mareada y has vomitado-contestó Bárbara-La hermana mayor de mi mejor amiga también se mareaba y vomitaba. Ella dijo que no tenía nada, pero mi amiga me contó que su hermana estaba embarazada, pero perdió el bebé. Yo no quiero que tú pierdas el bebé.
-No estoy embarazada, Bárbara.
Lo cierto era que la regla le había llegado a Ana después de Nochevieja. No podía estar embarazada.
Sintió un agudo dolor en su ojo derecho. Cerró los ojos.
-¿Estás peor?-le preguntó Bárbara, con preocupación.
-Me duele el ojo-respondió Ana-¿Puedes bajar la persiana? Si me quedo a oscuras, me sentiré mejor.
-Está bien. ¡Pero no pienso dejarte sola!
-Eres muy buena, hermanita.
Bárbara bajó la persiana de la habitación.
Ana se quedó a oscuras.
Había sufrido cefaleas con frecuencia a lo largo del año anterior. Pero no le había dado demasiada importancia. Lo achacó a sus problemas con Nando. A los estudios...A discusiones con los padres...A mil cosas...
Se tomaba una aspirina y se le aliviaba.
Pero se había tomado una aspirina aquella mañana. El problema era que el dolor de cabeza iba cada vez a más. Ana estaba realmente asustada. Estoy exagerándolo todo, pensó.
Bárbara se sentó en la silla del escritorio de Ana. Sabía que su hermana no estaba dormida.
La oía quejarse por el dolor que sentía. Debería de verla un médico, pensó Bárbara con angustia.
-Le diré a nuestro padre que te lleve a la Arrixaca-le dijo a Ana-Allí, hay buenos médicos. Te pondrá uno de ellos un calmante. ¡Mañana, estarás mejor!
-Es sólo una simple cefalea-le aseguró la chica-Un dolor de cabeza muy fuerte...Me ha pasado otras veces. Lo que pasa es que hoy no se quiere ir. Ha debido de cogerme cariño.
Intentaba bromear. En la penumbra de la habitación, Ana no vio cómo una lágrima rodaba por la mejilla de Bárbara. La chiquilla no estaba para bromas.
Uy ojala no se un bebé . Te mando un beso y te me cuidas
ResponderEliminarHola Citu.
ResponderEliminarSólo te puedo decir que no es un bebé. Pero no va a ser nada bueno.
Un fuerte abrazo y cuídate.