Hola a todos.
En el fragmento de hoy, Ana decide visitar a su médico de cabecera para saber lo que tiene.
A principios del mes de febrero, Ana acudió a visitar a su médico de cabecera. Le habló de los dolores de cabeza que llevaba sufriendo desde el año anterior.
-Yo creía que eran por los nervios-le explicó al médico.
-¿Qué quieres decir con eso?-inquirió el doctor.
-Bueno...Ya sabe. Estoy liada con los estudios. A veces, discuto con mis padres. Me peleo con mi hermana. Esas cosas...Además, la relación que mantenía con mi novio estaba mal desde hacía algún tiempo. Ahora, las cosas han mejorado. Estoy saliendo con otro chico, que es estupendo.
-Pero los dolores de cabeza no cesan.
-No...
El médico sometió a Ana a un verdadero interrogatorio.
La chica le explicó que sufría simplemente dolores de cabeza.
-Los dolores de cabeza tienen su origen en algo que ocurre en nuestro cerebro-le explicó el médico.
-Yo pensaba que mis dolores de cabeza eran por los nervios-afirmó Ana-Estaba pasando por una etapa complicada de mi vida. Eso es todo.
-Pero los dolores de cabeza no se van ni siquiera tomándote una aspirina.
-He pensado que podría recetarme café-aspirina. He oído que es más fuerte que la aspirina.
Ana no había acudido sola a la consulta de su médico. No había acudido sola. Había acudido con Daniel. Él la estaba esperando en el pasillo porque ella se lo había pedido.
Daniel odiaba los hospitales. Recordaba demasiado vívidamente el tiempo que estuvo ingresado en el hospital tras el accidente que le costó la vida a Alejandra y al niño que llevaba en su vientre.
No pudo permanecer sentado mucho tiempo. Se levantó de la silla.
Empezó a caminar de un sitio a otro. Cierto era que no estaba en un hospital. Estaba en un ambulatorio.
Trataba de pensar que todo iría bien. Ana le había besado en los labios cuando la enfermera la llamó. Esbozó una sonrisa antes de entrar, siguiendo a la enfermera.
Ana está bien, pensó Daniel. Sólo es un simple dolor de cabeza. Le recetarán algo más fuerte que una aspirina. Y todo se habrá solucionado. Es una chica joven y sana. No puede tener ningún problema. Está bien.
El médico le hizo toda clase de preguntas a Ana. Además del dolor de cabeza, ¿había experimentado algún síntoma raro más?
¿Vomitaba mucho? ¿Sentía dolores en alguno de sus ojos? ¿Veía doble? ¿Alguna de sus extremedidades se le paralizaba o le dolía?
-Yo llevo algunos días vomitando junto con los dolores de cabeza y me duele el ojo-contestó Ana-A veces, me duele un poco la pierna. Pero no creo que sea nada grave.
Observó cómo el médico anotaba todo lo que ella le iba contando. El nerviosismo de Ana iba en aumento.
Al cabo de un rato, la chica abandonó la consulta del médico. Daniel estaba esperándola junto a la puerta.
-¿Qué te ha dicho el médico?-le preguntó.
Ana llevaba un papel en la mano. El médico le había dicho que debía de verla un neurólogo. Daniel percibió que eso era lo que inquietaba a Ana. Le dio un beso en la frente.
Salieron del ambulatorio cogidos de la mano. Ana estaba temblando de un modo violento. El presentimiento de que lo que le pasaba era algo más grave que una simple cefalea se apoderó de ella.
-Todo va a salir bien-le aseguró Daniel-Iré contigo al neurólogo.
Se detuvieron. Ana apoyó la cabeza en el hombro de Daniel.
-Estoy aterrada-le confesó.
-El médico quiere descartar que tengas algo chungo-afirmó Daniel, intentando animarla-Pero tú estás bien.
-No estoy bien, Dani. ¡Tengo mucho miedo!
Daniel la abrazó con fuerza. Acarició con la mano el cabello de Ana. La chica se aferró casi con desesperación a su novio.
Ana rompió a llorar. No podía pensar con claridad después de escuchar al médico decir que debía de verla un neurólogo. Siempre había gozado de una salud de hierro.
La única vez que tuvo que guardar cama fue cuando tuvo aquella maldita gripe que le impidió ir al viaje de estudios, cuando era todavía casi una niña.
Pero la gripe, a la larga, sirvió para algo bueno. Le permitió descubrir su pasión por la novela romántica. En ocasiones, se ponía a escribir su fanfic. Y no sabía por dónde seguir.
Ana creía que su mente se quedaba en blanco porque tenía muchas cosas en la cabeza. ¿Y si tenía algo malo en su cerebro? ¿Y si le operaban y salía todo mal? Daniel trató de tranquilizarla.
-Todo saldrá bien-le aseguró-Ya lo verás. Pase lo que pase, estaré a tu lado siempre, Ani.
-¡No quiero que me abran la cabeza!-sollozó Ana-No quiero que me abran la cabeza porque podría morirme. O quedar en coma. O...
Daniel le dio un beso en la mejilla.
-Hay buenos médicos-afirmó-Estarás en buenas manos. Pase lo que pase, saldremos adelante. Tratemos de pensar en que todo irá bien. ¿De acuerdo?
-Está bien-contestó Ana-Dani...¡No me dejes!
-No te dejaré. ¡Nunca!
Daniel y Ana se fundieron en un beso cargado de ternura. En aquellos momentos, Ana sintió que no podría soportar perder a Daniel. Le necesitaba más que nunca. Sobre todo, cuando la sombra de una enfermedad se cernía sobre ella. Y Daniel sentía que no podía perder a Ana. No, después de todo lo que ella le había dado. Volver a creer en el amor. Una luz al final del túnel...
Uy ojala no sea nada. Un beso y te me cuidas
ResponderEliminarHola Citu.
EliminarLo gordo está empezando ya. Y no será nada agradable.
Un fuerte abrazo y cuídate.