viernes, 28 de marzo de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
Hoy, toca un nuevo fragmento de Un sueño hecho realidad. 
En esta ocasión, veremos cómo Daniel y Ana se conocen por casualidad.
Un detalle: en la novela Olivia y Jai, Estelle decía de Freddie que tenía los ojos como las grosellas hervidas. Daniel tiene unos ojos parecidos a los de Freddie.

                       Ana se miró en el espejo por última vez antes de salir de su cuarto.
                       No le apetecía nada salir de su casa aquella noche. Pero había quedado con toda la pandilla en una discoteca del centro de la ciudad. Vería a Nando, aunque, al menos, no estaría a solas con él.
                       Estaba bajando por la escalera cuando escuchó a Tania tocar el claxon de su coche. Las dos irían juntas a la discoteca.
-¡Ya voy!-gritó Ana.
                        Se apartó cuando Bárbara subió a su cuarto.
-Buenas noches, enana-se despidió de ella.
-¡No es justo!-protestó la chiquilla-Tú vas a salir y yo me tengo que acostar.
-¡Así es la vida!
                         Ana se despidió de sus padres. Eran las diez de la noche de aquel sábado. La hora de llegada de Ana era a las doce. La joven solía llegar a su casa un poco antes, excepto, cuando se quedaba en casa de Nando. Aquella noche, por suerte, su novio no intentaría quedarse a solas con ella porque pasaba más tiempo hablando y riendo con los colegas.
-No bebas-le exhortó su padre.
-Y tampoco te drogues-intervino su madre.
                            Ana tomó nota mental de todas aquellas órdenes. Salió a la calle, donde estaba Tania, esperándola con impaciencia.
-¡Tía, creía que no ibas a salir nunca!-se quejó.
                          Ana le dio un beso en la mejilla.
-Pero ya estoy aquí-le recordó.
                           Se subieron al coche. Se abrocharon los cinturones y Ana buscó el dial de los 40 Principales en la radio del coche. Lo encontró y fue entonces cuando arrancó.
-¿Cómo te van las cosas con Nando?-le preguntó Tania.
-Van-respondió Ana.
-Sois novios desde hace la tira de tiempo. ¿Nunca habéis pensado en iros a vivir juntos?
-¡Ni hablar! A mis viejos les daría un síncope. Ellos dicen que de casa he de salir para ir directa al Altar.
-Desde luego, tus viejos son un poco carcamales, eh.
                      Ana se echó a reír y, de pronto, sintió cómo el coche golpeaba contra algo.
-¡Joder!-exclamó la joven.
                      El porrazo había sido bastante fuerte. Ana se desabrochó el cinturón de seguridad y bajó del coche.
-¡Has atropellado a alguien!-se quejó Tania.
                    Ana se acercó al joven que se estaba poniendo de pie.
-¡Qué porrazo, mierda!-exclamó.
-¿Estás bien?-le preguntó Ana.
                    El joven se palpó por todas partes, buscando saber si tenía un hueso roto.
-Creo que sí-respondió.
-Lo siento mucho-se excusó Ana-Iba con prisa porque se me estaba haciendo tarde. Y, además, iba distraída al volante.
-Sé lo que es eso.
-Me llamo Ana. ¿Cómo te llamas?
                      El joven la miró. No sabía si debía de responderle o si debía de largarse. En lugar de hacer eso, contestó:
-Me llamo Daniel.
-¿De dónde eres?-quiso saber Ana.
-De Madrid...-contestó Daniel.
-¿Quieres que te lleve a la Reixaca? Te vería un médico. Y yo me quedaría más tranquila.
-No, gracias. Estoy bien.
-Pero puedo llevarte a otra parte.
                         Ana no podía apartar los ojos de Daniel.
                        Tenía unos ojos realmente extraños. Le recordaban mucho a las grosellas hervidas. ¿Dónde había leído eso?
                        Era la definición que Estelle Templewood hacía de Freddie Birkhust. El joven tenía los ojos como las grosellas hervidas. Nunca entendió el porqué decía eso de él. ¿Acaso era porque Freddie era alcohólico?
                       Aquel chico no parecía estar borracho, pero sí parecía estar triste.
                       Tania vio cómo su amiga regresaba al coche llevando consigo a un perfecto desconocido. Tuvo que abrir uno de los asientos de atrás para que él pudiera meterse.
                        Ana se sentó en el asiento del conductor. Se abrochó el cinturón. Tania la fulminó con la mirada.
-¿Quién es ése?-le preguntó.
-Se llama Daniel-respondió Ana-Voy a llevarle a un albergue.
-¿Te has vuelto loca? Podría ser un violador. O un psicópata...
-Yo creo que es inofensivo. Además, se parece mucho a Freddie.
-¿Qué Freddie? ¿Freddie Mercury?
-¡No, tonta! Freddie Birkhust...¡Es calcado a él! Tiene sus mismos ojos de color grosella hervida.
-¡Te juro que voy a quemar ese novela! ¡Te tiene sorbido el seso! ¡Ves a personajes de ese libro por todas partes! Un día, me juraste que habías visto a una chica que era calcada a una tal Charlotte.
-Charlotte Smithers...Es junto con Polly, una de las mejores amigas de Estelle.
-¡Me da igual!
                       Ana arrancó. Daniel la oyó discutir con la chica que estaba sentada en el asiento del copiloto. Salía de la radio una canción que Daniel nunca antes había oído. The one and only...
                     Contra su voluntad, empezó a tararearla. No conocía a ninguna de las personas que estaban mencionando. Pero le llamó mucho el nombre de Estelle.

 

-Estelle...-susurró Daniel.
                     La chica rubia que aparecía en sus sueños. Así era como se llamaba. Estelle...Es una casualidad, pensó.
-No hagas caso a mi amiga-le dijo la chica del asiento del copiloto, girando para mirarle-Está como una cabra.
-¿Has leído Olivia y Jai?-le preguntó la chica llamada Ana.
-No...-respondió Daniel-No me suena.
-¡Es una novela preciosa! He perdido la cuenta de las veces que la he leído.
-Yo creo que tú te drogas, aunque no lo quieras admitir.
                      Ana dejó a Daniel en un albergue.
-Muchas gracias por todo...-dijo el joven-¡Eres cojonuda, tía!
                       Le estampó un beso en la mejilla.
                       Bajó del coche.
                       Ana le vio tocar al portero automático del albergue. Le abrieron. Entró.
-Se ha ido-susurró.
-¡Venga ya, tía!-la instó Tania-¡Que llegamos tarde!
-Lo siento.
-Nos van a echar la bronca cuando nos vean llegar.
                      Ana volvió a arrancar. Llegaba con media hora de retraso a la discoteca.
-Nando se habrá ido-le auguró Tania-¡Ya lo verás!
                      Ana no estaba pensando en Nando en aquellos momentos. Estaba pensando en el chico que había conocido de manera tan casual. Daniel...Se parecía demasiado a Freddie Birkhust. Su físico...¡Y aquellos ojos! Era como estar viendo a Freddie salido de la novela. Tania le decía que estaba loca. Pero Ana sabía que no era así. Freddie existe, pensó.
                       De algún modo, aquel chico llamado Daniel convertía a los personajes de Olivia y Jai en seres reales. De carne y hueso...
                     Olivia Siobhan O' Rourke existe, pensó Ana. ¡Y podría estar viviendo aquí, en Murcia!

2 comentarios:

  1. Uy me sorprendiste, te mando un beso y te me cuidas

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    1. ¡Me alegro de haberte sorprendido, Citu!
      Cuídate mucho.
      Un fuerte abrazo.

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