El fragmento de hoy va a ser un poco decisivo en lo relativo a la historia.
Ana se decide a escribir un fanfic de Olivia y Jai.
Ana mordisqueaba con gesto pensativo su tostada. Oía cómo su hermana menor, Bárbara, de trece años, masticaba sus cereales. Había visto el anuncio de aquellos cereales en la tele, protagonizados por unos duendes cantores que amenazaban con darle una paliza a los malos de turno. ¿Para cuándo sacarán la serie?, preguntaba Bárbara entre risas.
-Te noto algo seria esta mañana-observó Rita, la madre de Ana y de Bárbara-¿Qué pasó anoche? ¿Te peleaste con Nando?-Mi hermana sale con el tío más complaciente del mundo-intervino Bárbara-Nando nunca se quejaría de Ani. Ni aunque le pusiera los cuernos. Tiene la personalidad de una lechuga.
-Es un buen muchacho-intervino el padre de las chicas, Adolfo-Tiene un buen futuro. Es listo. Es rico.
-Conozco de sobra las virtudes de mi novio-le interrumpió Ana-Pero no es eso lo que me preocupa. Hace unas noches, Tania estuvo a punto de atropellar a un chico. No pasó nada, por suerte. Pero no logro quitármelo de la cabeza.
Por supuesto, ocultó un pequeño detalle. Lo había visto la noche antes.
Le había dado su número de teléfono. No la había llamado, aún. Pero podía llamarla.
Y estaba Nando. ¡Pero si no había hecho nada malo!, pensó Ana.
Adolfo frunció el ceño mientras bebía un sorbo de su taza de café con leche.
Ni él ni Rita eran malos padres. Se preocupaban por el futuro de sus dos hijas. Ya habían logrado casar a su hijo mayor con la hermana de Nando, que acababa de terminar el instituto. Según sus hijas, había sido un error. Pero ellos querían pensar que su hijo era feliz. Tenía a su lado a la mujer que más le convenía.
-A lo mejor, es que estás loquita por él-apostilló Bárbara.
-¡No digas tonterías!-le regañó Ana-Apenas tuve tiempo de hablar con él. Lo llevamos a un albergue.
-¿Atropellastéis a un mendigo?-se escandalizó Rita.
-No creo que fuese un mendigo. Estaba de paso por la ciudad. Creo que se dedica a recorrer el país. Algunas personas lo hacen. Es como vivir una aventura. ¿Os imagináis lo que sería eso? Una aventura...
Bárbara estalló en carcajadas.
-Una aventura...-sonrió-Como las que viven las heroínas de esas tonterías que lees. ¡Surcando los Siete Mares al lado de un pirata!
Ana fulminó a su hermana con la mirada. Tania le había dicho que, a pesar de que sólo tenía trece años, Bárbara parecía ser mucho más madura que ella. Ana, por supuesto, no lo creía. Y eso le inquietaba. Bárbara era aún una niña. Pero parecía ser mucho más madura que cualquier otra niña de su edad. A la edad que tenía Bárbara en aquellos momentos, Ana todavía jugaba con su Chabel.
Bárbara estaba cursando 7º de E.G.B. Se moría de ganas de empezar a ir al instituto.
-Tú prefieres leer libros como Fray Perico y su borrico-apostilló Ana.
-¡Eso es para niños!-bufó Bárbara.
-Es mejor leer novelas para niños que no comecocos, como los que lee tu hermana-sentenció Rita-Hay que vivir en el mundo real. Aunque no nos guste.
-Lo sé-suspiró Ana.
Aquel día, Ana tenía que llevar al colegio a Bárbara. Su padre se iba temprano a trabajar a la oficina. Era director de una empresa dedicada a la fabricación de calzado. Su madre trabajaba en un banco. Era directiva.
Ana se bebió de un solo trago su vaso de zumo.
Miró su reloj de pulsera. Era de correa y tenía ya sus años. Pero le gustaba llevarlo. Se trataba del último regalo que le había hecho su tía Sara. Le parecía una gran casualidad. Su tía favorita y la madre de Olivia se llamaban igual. Sara...Pero la madre de Olivia llevaba una h al final del nombre.
-Oye, que a mí me gusta que leas novelas cursis-le aseguró Bárbara-Así, por lo menos, te distraes del muermazo que tienes de novio.
-¡Nando no es ningún muermazo!-lo defendió Ana.
-Es un rollazo estar con él.
Ana pensó de nuevo en su tía Sara.
Había muerto prematuramente a los cuarenta años.
Era la hermana menor de Rita. Las dos hermanas se habían querido muchísimo. Sin embargo, tenían caracteres bien dispares. Sara siempre había sido la más romántica e idealista de las dos. Por el contrario, Rita era la más sensata y la más práctica. Una Marianne y una Elinor Dashwood...Pero murcianas...
Sara se había casado con un próspero empresario.
El matrimonio duró diez años. No tuvieron hijos. Sara ocasionó un gran escándalo cuando decidió divorciarse de su marido. Hacía poco que se había aprobado la Ley del Divorcio. Sara había pillado a su marido en la cama con otra. No era la primera vez que ocurría esto. Lo había dejado pasar porque no podía divorciarse. Su madre intentó convencerla de que no lo hiciera.
En su opinión, una mujer debía de aguantar a su marido.
Sara no lo vio así.
Se divorció. Nunca se arrepintió de la decisión que había tomado. Empezó a salir más y a divertirse.
Pero un cáncer de mama acabó con su vida hacía ya cuatro años.
-Se está haciendo tarde-dijo Ana-Te llevo al cole-Se dirigió a Bárbara.
-Puedo ir sola-afirmó la chiquilla.
-No quiero que te pase nada malo.
Ana sentía auténtico terror cada vez que su padre ponía el Telediario.
Hablaba de niñas que habían desaparecido. Y, luego, aparecían muertas y violadas en contenedores de basura. Bárbara podía ser muy espabilada para su edad. Pero seguía siendo una niña.
Se pusieron de pie. Bárbara cogió su mochila. Ella y Ana se despidieron de sus padres, como siempre hacían.
-Conduce con cuidado-le pidió Adolfo a su hija mayor.
-Tendré cuidado-le prometió Ana.
Ella y Bárbara salieron por la puerta.
Las dos se subieron al coche de Ana, un Opel Kadett de color blanco. Ana arrancó el coche. No había conseguido conciliar el sueño la noche anterior. Recordaba unos ojos preciosos. Como las grosellas hervidas...¡Basta ya!, se regañó así misma. No lo vas a volver a ver nunca más. Además, seguro que te lo imaginaste. Era de noche.
-¿Te pasa algo?-quiso saber Bárbara.
-El chico que casi atropellamos la otra noche-empezó a hablar Ana-Te va a a parecer una tontería. Pero...No sé. Tengo una extraña sensación. Desde que lo vi. Y...
-Tú me cuentas lo que pasa. Yo, después, decido si es una chorrada. Venga, Ani. ¡Dispara!
-Tenía los ojos del color de las grosellas hervidas. ¡Igual que los tiene Freddie! Es el pretendiente de la protagonista de la novela que estoy leyendo. Olivia y Jai...¡Oh, Bárbara! Es una novela que...¡Es tan completa! No puedo describirla con palabras.
-Mejor no la describas. Podría quedarme dormida antes de llegar a clase.
-Me quejo de la falta de romanticismo de Nando. Pero, lo mire por donde lo mire, no hay romanticismo en ninguna parte. ¡Está muerto, mierda! Nadie piensa en el amor como algo bonito. Nuestro hermano se casa sólo por casarse. ¡Menudo gilipollas!
Bárbara se echó a reír. En el fondo, pensó, su hermana tenía razón. La gente ya no se preocupaba tanto por el romanticismo. Lo achacaba a que el mundo se estaba corrompiendo a pasos agigantados. El amor había quedado como algo obsoleto. Ana debía de ser una de las pocas románticas que quedaban en el planeta Tierra. Bárbara frunció el ceño. Si ella era una cínica con sólo trece años. ¿Cómo sería dentro de diez años? Prefería no saberlo.
-¿Y te gusta esa novela tal y como es?-indagó-¿O le cambiarías algo?
Ana se encogió de hombros.
-Bueno, mentiría si te dijera que es una novela perfecta-se sinceró-Hay cosas que cambiaría.
-¿Cómo cuáles?-se interesó Bárbara.
-Jai debió de haber luchado más por Olivia. En lugar de haberse ido, haberse quedado. Sir Joshua pudo haberse casado con Chandramani, la madre de Jai, antes de haberse casado con lady Bridget. Chandramani pudo haber muerto cuando Jai era pequeño. Entonces, él no sería bastardo. Crecería al lado de sir Joshua y no habría tanto odio y tanto resentimiento entre ellos. Sir Joshua se suicida y no llega a tener una conversación seria con Jai. Eso nunca me gustó. Debieron de haber hablado. Sir Joshua debió de haberle pedido perdón. ¡Es su hijo! Pero no quiere reconocerlo. ¿Qué padre se avergüenza de su propio hijo? ¿Qué padre odia a tal punto a la sangre de su sangre? ¡No me lo explico!
-Lo que dices suena muy coherente.
-Y, luego, está lo cerrado que es con respecto a sus sentimientos. La gente habla de lo que él siente, pero no siento que sea la autora la que haga que piense y siente. Y Estelle, la prima de Olivia, es un personaje que podría dar mucho de sí. Pero la autora no deja que veamos cómo crece como persona. Cómo pasa de ser una niñata malcriada a ser una mujer madura.
-Siempre puedes reescribir la historia-sugirió Bárbara-O escribirla a tu gusto. Hay un chaval en mi clase que escribe historias sacadas de La guerra de las galaxias. Leí una de las historias que ha escrito. Están muy bien.
Ana se preguntó de qué estaba hablando su hermana. ¿Escribir una historia partiendo de la historia original de Olivia y Jai?
¡Ni hablar!
-¡Eso no se puede hacer!-afirmó-Sería copiar.
Además, Ana pensaba que sería algo parecido a cometer un sacrilegio. Estaría manchando la historia de amor más hermosa que jamás se había escrito. ¿De verdad había gente que se dedicaba a hacer eso?
-No se trata de copiar-le explicó Bárbara-Te inventas una historia a partir de la novela que estás leyendo. Y la escribes. No tienes que publicarla en ningún sitio. La guardas para ti. Como un recuerdo...
Ana seguía sin verlo claro. Primero, estaba su encuentro la noche anterior con el chico que tenía los ojos que le recordaban a dos grosellas hervidas. Y, ahora, Bárbara le salía con esto.
-Olivia y Jai no se puede reescribir-aseguró.
-Cambia lo que te no te gusta-le aconsejó Bárbara.
Ana se preguntó si su hermana también se dedicaba a hacer eso.
A escribir historias partiendo de una novela que estaba leyendo.
Parecía saber bastante del tema.
Se dio cuenta de que ella y Bárbara apenas se relacionaban entre sí. Siete años de diferencia eran demasiados años. No tenían nada en común. Sólo vivían juntas bajo el mismo techo. Aquel pensamiento le golpeó con fuerza.
-No me gusta el capitán Sturges para Estelle-le confesó a su hermana menor-Le veo como una especie de pelele. Estelle tiene mucho genio. Se merece otra clase de hombre. Y Jai debió de haber sido más valiente. Debió de haberse quedado. Debió de haber peleado por Olivia.
El Opel Kadett se detuvo delante del colegio en el que estudiaba Bárbara. La chiquilla palmoteó entusiasmada. Quería quedarse un rato más dentro del coche y hablar con Ana.
-¡Ésa es la idea!-aplaudió-Tienes mucha imaginación. Aunque digas lo contrario, Ani.
-Supongo que podré hacerlo-meditó Ana-Pero lo tengo que pensar muy bien. Es mi novela favorita. No quiero estropearla contando chorradas. Si quiero escribirla de nuevo, tendré que hacerlo bien. ¡Pero lo haré!
-Es como un pasatiempo. Igual que los que hacen crucigramas.
-Me lo imagino.
Bárbara se quitó el cinturón de seguridad, abrió la puerta del asiento del copiloto, se despidió de Ana, cogió su mochila y se dirigió a la entrada del colegio. Ana vio cómo su hermana entraba en el edificio. Se despidieron agitando las manos. Arrancó de nuevo el Opel Kadett. Por su cabeza pasaron mil imágenes. Imágenes del muchacho con los mismos ojos que Freddie Birkhust...Escribir como ella quería la historia de Olivia y Jai.
Puso la radio. Estaba sonando el último éxito de Rem. Losing my religion...Ana empezó a tararearla. Pero no seguía bien la letra de la canción. Estaba segura de que Freddie Birkhust había pasado de ser un personaje de ficción a ser un personaje real. Y le asustaba la idea de poder reescribir el romance entre Olivia O' Rourke y Jai Raventhorne. Es como tener un gran poder y no saber cómo usarlo, pensó Ana.
Da miedo.
Mucho miedo...
Aún así...Quería hacerlo. Quería escribir a su manera aquel romance que la había cautivado. Obligaría a Jai a actuar como un hombre.
Uy dios como lo dejas asi , quiero ver que le hacen Jai . Te mando un beso
ResponderEliminarHola Citu.
EliminarAna quiere escribir un fanfic de "Olivia y Jai". Una historia sacada de esa historia, como hacen algunos fans de historias famosas (los fanfics de "Crepúsculo").
Te invito a que veas lo que ocurre.