jueves, 17 de diciembre de 2015

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
Aquí os traigo un fragmento de Un sueño hecho realidad. 
Veamos lo que ocurre cuando el yogui vuelva a aparecer.

                            Fue Kanvar el que sugirió a Daniel hacerse cargo del dinero y de las tierras de los Birkhurst.
                           Después de todo, ante los ojos de la sociedad, era Frederick Birkhurst, el heredero de aquellas riquezas.
                           En un primer momento, Daniel se negó. No podía coger un dinero que no era suyo. Sentía que estaba en un sitio al que no le pertenecía. Deseaba volver a su mundo. Pero se llevaría a Estelle con él. Era una joven abierta y extrovertida. Se quedaría atónita cuando le enseñara todo lo que había fuera esperándola. Los coches...La tele...Los videojuegos...
                         ¿Y si aparecía el verdadero Freddie Birkhurst? ¿Dónde estaría?
                         Aquel joven debía de seguir siendo el mismo cabeza loca de siempre. Decidió que era mejor ocuparse él mismo de sus tierras.
                         En el tiempo que llevaba viviendo en Piedade, el nivel de inglés de Daniel había mejorado considerablemente. Era lo bueno que tenía hablar en inglés a diario con la gente. Por lo menos, no había vuelto a ver a la petarda de Jane Watkins. Pero no bajaba la guardia. Sabía que seguía en Piedade. ¿Por qué no regresaba a Calcuta?
                          El despacho del difunto lord Birkhurst no se parecía en nada al despacho que tenía su padre en vida. ¿Dónde estaba el ordenador?
                         El secretario de lord Birkhurst acudió a hablar con el joven que creía que era Freddie. Le mostró una serie de documentos que Daniel no entendió. Guardaban relación con sus negocios.
                        Por lo visto, estaban asociados con la Templewood & Ransome Company. Pero sir Joshua desconfiaba de Freddie. Por ese motivo, su relación a nivel comercial se había enfriado. El secretario, un tal mister Kinsberly, habló de muchos temas de los que Daniel no entendía.
                       Sabía más o menos lo que era la importación y la exportación. ¡Había visto los telediarios!
-Tío, cuando habla de especias, ¿está hablando de cocina?-le preguntó a mister Kinsberly.
-Perdone, señor-respondió el hombre, sorprendido-Pero no entiendo lo que quiere decir. Ni lo que me acaba de decir.
-Bueno...El tal Joshua hace negocios. Con especias...Yo las únicas especies que conozco son las que se le echa a la comida.
-¿Perdón?
-¿Ha probado el tal Joshua con el perejil? Si tiene un restaurante en Londres, las comidas con perejil estarán de puta madre. Es lo que le echa Arguiñano a todas las comidas. ¿Ha visto el programa? La madre de Ana...
-¡No le entiendo!
                        El tal mister Kinsberly acabó con un fuerte dolor de cabeza. Llegó a la conclusión de que Freddie debía de estar enfermo. Trató de hablar de negocios con él durante las dos horas que siguieron. Pero el joven sólo decía disparates.
                       Hasta le preguntó si un tal Ruiz Mateos iba a aparecer por allí disfrazado de Superman. Si eran socios suyos. El secretario decidió dar por finalizada la reunión.
                       Abandonó el despacho hecho un basilisco. Kanvar presenció su huida. Cuando entró en el despacho, Daniel no entendía lo que acababa de ocurrir. Creía que un tipo que parecía haberse escapado de una fiesta de disfraces le había insultado. Lo único que había hecho había sido hacerle preguntas.
                      Al día siguiente, Daniel decidió salir a dar un paseo. Volvería a intentar hablar con mister Kinsberly por la tarde. Tenía muchas cosas en las que pensar. Y La Tacañona volvía a darle matraca con el tema de Olivia. Había hablado con Cara de Perro unos días antes. Decidió contárselo a lady Birkhurst. Pero La Tacañona empezó a flipar creyendo que había empezado a cortejarla.
                      Al acercarse a la Iglesia, Daniel creyó divisar una figura desconocida. No supo qué hacer. Era el mismo yogui que había visto semanas antes. Aquel tipo debía de darle unas cuantas respuestas. Quería saber dónde estaba Freddie. Quería que le indicase la manera que había de regresar a su tiempo.
-Freddie ya no existe-le dijo el yogui, adivinando lo que Daniel estaba pensando. Se acercó al joven-Al menos, no existe el honorable Frederick Birkhurst que todos conocen. Tú has ocupado su lugar. Él ya no se encuentra en este mundo.
-¿Y en qué mundo se encuentra?-le preguntó Daniel.
-Las gunas son las tres cualidades de la naturaleza. Sahib Birkhurst era tama. No sabía vivir con los demás. Era ignorante. Perezoso...La tama es la peor de todas las gunas. 
-¿Y por qué estoy en su lugar?
-Tú posees la raya. 
                     Daniel se echó a reír. El yogui debía de creer que todavía seguía drogándose.
                     El hombre negó moviendo la cabeza.
                     Veía en aquel muchacho muy buenas cualidades. Sólo que el joven seguía sin entender nada.
-Tu lugar no estaba en tu mundo-añadió el yogui-La raya es pasión.
-La única raya que conozco son las rayas de cocaína que me he metido alguna que otra vez.
-La raya hace referencia a la fundación. Tú has renacido de tus cenizas. Pudiste haber sido tama. 
                     Daniel no entendía nada. El hinduismo era algo incomprensible para él.

 

-¿Por eso estoy aquí?-se exasperó el joven-¿Porque los dioses hindúes así lo han decidido? ¡No hay quién se lo trague, tío!
-Quieres al volver del lugar del que vienes.
-Y quiero que Estelle vuelva conmigo.
-Debes de quedarte aquí. Ella pertenece a este mundo. Tú ya no perteneces al lugar del que provienes. Lo abandonaste. Debías de hacerlo. Por eso, los sueños que has tenido. Naciste en el lugar equivocado, sahib. Viviste la vida que no te correspondía llevar. Pero los dioses son sabios. Shiva ha corregido su error. Por eso, estás aquí.
-¡Estás flipando! ¡Yo no pertenezco a este lugar!
                        De pronto, el yogui se esfumó. Daniel lo buscó por todas partes. La explicación que le había dado no le convencía. O sea, Freddie debía de desaparecer porque era un gilipollas integral.
                        Y él debía de ocupar su lugar. Lo habían arrancado de su mundo para traerlo hasta un fanfic. ¡Era una situación absurda!
                        Oyó unos ladridos a lo lejos. Una voz de mujer que le llamaba. El corazón de Daniel dio un vuelco.
-¡Estoy viendo a Freddie, Clementine!-trinó Estelle, contenta-¡Vamos a saludarle!
                       El yogui tenía razón en una cosa. Estelle pertenecía a aquel mundo. Daniel sintió una dolorosa punzada en su interior.
                       Ella lo abrazó con fuerza.
                       Lo besó con entusiasmo en los labios.
                       Estaba muy contenta de verle. Daniel era consciente de que Estelle seguía sin saber la verdad. ¿Cómo podía explicarle que no era realmente Freddie Birkhurst? Lo había intentado. Pero no lo había conseguido.
-¿Qué estás haciendo aquí?-le preguntó Estelle con aire risueño.
                      Hasta Clementine estaba contenta de verle. No puedo irme de aquí, pensó Daniel. No puedo irme y dejar aquí a Estelle. La muchacha le estaba sonriendo con dulzura. ¿Qué cualidad de la naturaleza eres tú?, quiso preguntarle Daniel.
                       Debía de ser también raya. 
                       Pasión...Fuerza...Renacimiento...
                       Daniel había vuelto a nacer.
                       Recordó las noches de pasión que había vivido con Estelle. En las últimas semanas, se encontraban todas las noches en el arrozal, donde se entregaban a la pasión. Donde se amaban. Y se sentía el hombre más feliz del mundo.
                        Al morder con suavidad la carne de Estelle. Al besar su cuello. Al besarla con pasión en los labios queriendo beber de ella. Al lamer sus pechos.
                        La felicidad era todo eso.

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