lunes, 30 de junio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
En el fragmento de hoy de Un sueño hecho realidad, Estelle le confiesa a su prima lo ocurrido entre ella y el joven quien ella cree que es Daniel.

                                  El día siguiente fue una pesadilla para Estelle.
                                  Le costaba trabajo centrarse en algo.
                                  Trató de pintar un bodegón, pero lo único que consiguió fue llenar de garabatos una hoja de su cuaderno de dibujo.
                                   Tampoco probó bocado a la hora de la cena. Estelle siempre repetía el postre, pero, aquella vez, ni siquiera lo probó. Cuando lady Bridget se retiró a su cuarto a dormir la siesta, estaba preocupada por su hija.
                                  Olivia y Estelle se quedaron a solas en el salón y Olivia aprovechó para hablarle de las noticias que habían llegado desde Sacramento. Por lo visto, su padre le había escrito contándole que crecía con fuerza el rumor de que se había encontrado oro allí.
-Papá piensa que todo Sacramento se llenará de forasteros-contó Olivia-Dice que eso es malo porque no hay tanto oro en todo el Estado. Habrá problemas.
                                Estelle trató de reunir el coraje necesario para hablar de un tema que la estaba angustiando de sobremanera. Respiró hondo.
-Libby...-titubeó-Yo...El capitán Sturges vino a verme. Y ocurrió algo que me tiene muy angustiada.
                              Olivia miró atónita a su prima. Recordó que Estelle había regresado del paseo sola. Y había vuelto muy nerviosa. No quiso contarle a nadie el porqué estaba así. El vestido de la chica estaba compuesto. Pero, aún así, el capitán Sturges pudo haberle hecho algo o habría intentado hacerle algo. Olivia apretó con rabia los puños.
-¡Te juro que no era mi intención hacerlo!-le aseguró Estelle-El capitán Sturges me dijo que estaba muy hermosa y me habló del título que va a heredar de su tío. También se excusó conmigo por lo que pasó la noche de mi cumpleaños. Él es todo un caballero. Me trató con respeto.
-Eso no lo pongo en duda-afirmó Olivia-Pero ocurrió algo durante el paseo.
                            Estelle sabía que su prima no sentía nada por Freddie Birkhust, pero no podía evitar preguntarse cuál sería su reacción. Tragó saliva.
-Encontramos a Freddie Birkhust-se sinceró Estelle-Estaba tirado en la calle. Y vestía de una manera muy rara. Ha regresado de la plantación. Yo estaba furiosa con él. No sé el porqué estaba tan furiosa con él por verlo en aquel estado. Me acuerdo de la "burra Khana" de los Pennworthy. Estaba peor ahí. Y...El caso es que le pedí al capitán Sturges que me dejara a solas con él. Yo quería echarle un buen sermón. Pero...No era sólo eso.
                             La sorpresa de Olivia iba en aumento a medida que iba escuchando a su prima.
-¿Qué ocurrió entre mister Birkhust y tú?-la interrogó.
                            Estelle clavó la mirada en el suelo. Casi no se atrevía a seguir. Alzó la cara para clavar sus ojos en los ojos de Olivia. Respiró hondo otra vez. No podía mentirle.
-En ocasiones, me sorprendo a mí misma pensando mucho en mister Birkhust-le confesó-Y no está bien. Mamá lo desea para ti. Como tu marido...Pensé que si lo besaba, saldría de mi mente. Y lo besé.
-¿Has besado a mister Birkhust?-se sorprendió Olivia-¿A Ojos de Grosella Hervida, como tú le llamas?
                             La joven pensó que su prima estaba de broma.
                             Hasta donde ella sabía, Estelle estaba interesada en el capitán Sturges.
-¡Sí!-contestó la muchacha-¡Lo hice! No sé el porqué lo hice. Llevo toda la noche deseando arrepentirme de lo que hice, Libby. Pero no puedo hacerlo. ¡Oh, Libby! Necesitaba sacarme a Freddie de mi cabeza. ¿Entiendes? Pensaba mucho en él. Y, cuando lo hice, fue distinto a cuando lo hice con el capitán Sturges.
                               Estelle se paseó de un lado a otro del salón. Estaba muy agitada. Se sentía nerviosa. Pero también sentía que estaba flotando en una nube.
                               ¡Y era Freddie Birkhust quien la hacía sentirse así! A pesar de que lady Bridget deseaba emparejarlo con Olivia. A pesar de lo gallardo que era el capitán Sturges. A pesar de todo eso... Estelle sentía que había algo entre Freddie y ella. Se parecía más al Freddie que había visto en la Biblioteca. No se parecía en nada al Freddie que se emborrachó en la "burra khana" de los Pennworthy.
                             Olivia no salía de su asombro. Estelle era una chica alegre. Pero siempre había sido comedida. Olivia, por el contrario, siempre había sido más lanzada.
                               Las mejillas de Estelle estaban encendidas. Hacían juego con el vestido que llevaba puesto, de color rosa. Le costaba trabajo asimilar lo ocurrido. El beso que le había dado a Freddie.



-¿Por qué dices que fue distinto?-la interrogó Olivia-Cuéntamelo.
-Sentí algo raro en mi estómago-contestó Estelle con honestidad.
-¿A qué te refieres?
-Cuando sentí los labios de Freddie posados sobre los míos, no sentí asco. No sentí el mismo asco que me invadió cuando me besó el capitán Sturges. Yo...Sentí otra cosa. Yo fui la que lo besó y él correspondió a mi beso con tanta pasión que pensé que no podía ser real. Y su lengua invadió con suavidad mi boca.
                          Estelle hablaba de una manera insólita. Hablaba con pasión.
                         Olivia pensó que su prima se había enamorado de Freddie.
-Él puede venir a ver a tío Josh y contarle que siente lo mismo por ti-opinó la joven-Creo que estás enamorada de él. Y me alegro mucho.
-¡No!-replicó Estelle-¡No quiero verle! Es una locura.
                           Se resistía a seguir hablando de aquel tema con Olivia.

                           Daniel despertó al escuchar una canción que alguien estaba interpretando al piano. De algún modo, se dio cuenta de que ya no estaba acostado sobre el duro suelo. Ni en su piso...Ni en la calle...
                          Un hombre con la tez morena estaba a su lado. Daniel se percató de que estaba acostado sobre el blando colchón de una gran cama.
-¿Quién eres tú, tío?-le preguntó al desconocido.
                          Quien estaba tocando el piano desafinó de un modo que a Daniel le resultó terrible.
-Buenas tardes, sahib-le respondió el desconocido.
-¿Sahib?-se extrañó Daniel-No, tío. No me llamo Sahib. Me llamo Daniel.
-Sahib Birkhust, nos alegramos de que haya vuelto.
-¡Tío, te he dicho que me llamo Daniel! No sé quién es el tal Sahib Birkhust. ¿Te debe pasta?
-¿Cómo dice?
                          El desconocido parpadeó.
                          Daniel estaba confuso. Recordaba cómo la tarde anterior alguien apareció donde él se encontraba. Era introducido de malas maneras dentro de un carruaje. ¿Un carruaje?
                         Debía de estar todavía soñando. Había estado con Estelle Templewood. Recordaba todo lo que había pasando entre ellos. Recorrió con la vista la habitación. ¡Era el doble de grande que su piso! Pero estaba tan poco amueblada como su piso. Estaba acostado en una cama que ocupaba la mitad de la habitación.
-¿Se ha despertado ya mi hijo?-oyó preguntar a una mujer.
-Creo que sí, mensahib-oyó responder a alguien.
-¿Hay otro tío más aquí?-inquirió Daniel.
                             El muchacho no entendía nada de lo que estaba pasando.
                            De pronto, escuchó el fuerte sonido de un trueno. En realidad, Daniel escuchó varios truenos. Lo último que le apetecía era regresar a su piso lloviendo. Le pidió al desconocido que estaba con él que llamara a un taxi.
-¿Qué es eso de llamar a un taxi?-se extrañó.
-Coge el teléfono-le explicó Daniel-Llama a un taxi. Me quiero pirar de aquí.
-¿Teléfono?
                          Daniel bufó.
                         En aquel momento, una mujer entró en la habitación. También aquella señora parecía venir de una fiesta de disfraces. Llevaba puesto un vestido de color negro.
                         Daniel ahogó la risa al verla. Le recordaba mucho a las míticas Tacañonas del Un, dos, tres. Incluso, tenía sus mismo gesto serio.
                          La mujer recorrió con disgusto la figura de Daniel con la mirada. Le habían encontrado en un estado lamentable. Y vestido de un modo horrible...
-Espero que me des una buena explicación sobre el porqué has abandonado la plantación sin avisar, Frederick-le exigió La Tacañona.
-No, tía-le corrigió Daniel-No soy Frederick.
-Hijo, no tengo ganas de soportar tus bromitas. El monzón se acerca. Pero exijo que me des explicaciones.
-¡Tía, estamos en Murcia! ¿Cómo va a venir un monzón aquí? Eso pasa en La India.
-Frederick, no sé lo que pasó ayer. No sé cómo se te ha ocurrido abandonar la plantación. Y no quiero ni pensar en lo que has tomado. Pero te recuerdo que estamos en Calcuta.
                             Fuera, el viento había empezado a soplar con mucha fuerza. Daniel pensó que estaba en mitad de un huracán.
                             Golpeaba con fuerza el viento los cristales de las ventanas de toda la casa.
-¿En Calcuta?-se sorprendió Daniel.
                              Se levantó de golpe de la cama. Se dirigió a la ventana. Esperaba ver la catedral de Murcia desde allí. Desde su piso, se veía la catedral de Murcia.
                              Pero no vio nada parecido. Vio unas extrañas nubes que cubrían el cielo. Pero el paisaje que se dibujaba ante él no se parecía en nada al paisaje de Murcia. Las gotas de lluvia empezaron a golpear los cristales de la ventana. Daniel se apartó de allí. No entendía nada de lo que estaba pasando.

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos. 
El fragmento de hoy viene arrancando motores. 
Vamos a ver cómo Daniel se queda dormido en su piso en el año 1992. Pero se despierta en otra parte. 

                             Daniel cerró el libro y por su mente pasaron imágenes de Ana leyendo aquella novela. Tenía la sensación de que estaba viendo su figura esbelta. Aquel rostro que le recordaba a un duendecillo travieso. Los ojos de Ana que le miraban de manera pícara. Su piel blanca...Y aquel cabello de color chocolate...
                           Apoyó la espalda contra la pared. Cerró los ojos. Deseaba quedarse dormido y no despertar nunca. 
                           Le costó mucho trabajo conciliar el sueño en aquella postura. Era la segunda Luna Llena de aquel mes. Noche de Luna azul, como dirían los viejos. Y los más viejos todavía dirían que era una noche mágica. Como la Noche de Todos los Santos...O la Noche de San Juan...
                          Finalmente, se quedó dormido. No había leído todavía la libreta que le había entregado Tania. Decidió que lo haría al día siguiente. Tan sólo quería dormir un poco. 

-Me gustaría disculparme por lo ocurrido hace unas noches-le dijo el capitán Sturges a Estelle-Cometí un terrible error. Le prometo que no volverá a pasar. 
                      La joven se arrepentía de haber accedido a dar un paseo con el capitán Sturges alrededor de la Galería Real. 
                      Estelle le había sugerido entrar en la Galería. Pero el capitán Sturges se había negado. Alegó que hacía dentro un calor sofocante. 
-Disculpas aceptadas...-cedió Estelle-Aunque no hizo nada malo. 
-Me tomé libertades con usted-se excusó el capitán Sturges. 
-Puede creerme cuando le digo que deseaba que se tomara libertades conmigo. 
-Pero...¿Lo dice en serio? Usted...
-No piense mal de mí. Era la noche de mi cumpleaños. Y deseaba vivir un momento romántico. 
-Señorita Templewood, me gusta mucho. Yo la respeto. Y deseo cortejarla. Hablaré con su padre y le contaré mis intenciones hacia usted. 
                     Estelle esbozó una sonrisa. 
                     El capitán Sturges era un hombre muy educado. Sabía que había sido condecorado en varias ocasiones. Tenía fama de ser muy valiente. El capitán se acercó mucho a Estelle. Llenó de besos su cara. 
                     De pronto, se fijó en una figura que yacía enfrente de ellos. A los pies de la Galería Real...
                    El corazón de Estelle se detuvo. Creía reconocer a la persona que yacía inconsciente a los pies de la Galería. 
-Otro inglés borracho...-masculló el capitán Sturges-Si heredo algún día el título de mi tío, no pienso pasarme toda la vida bebiendo. Haré cosas útiles. 
                 Se acercaron a ver quién era. 
-¡Joder!-exclamó Daniel, al tiempo que sentía los rayos de Sol dándole de lleno en la cara-¡Menuda resaca! ¡La leche! ¿Dónde coño estoy? 
                    Parpadeó varias veces. Estaba acostado en el suelo. Sin embargo, no estaba acostado en el suelo de su piso. 
                       Logró sentarse en el suelo. Le dolía todo el cuerpo. Lo achacó a las birras que había consumido sin descanso desde la muerte de Ana. 
-¡Mister Birkhust!-exclamó una voz-¿No le da vergüenza? 
                       En un primer momento, Daniel no supo a quién le estaban echando el sermón. 
-¡Levántese!-le ordenó un hombre al que Daniel no había visto en su vida. De pronto, sintió cómo aquel hombre le ponía de pie de muy malas maneras-¿Qué está haciendo aquí? ¿Por qué ha abandonado la plantación? ¿Y qué es esa ropa que lleva puesta? 
-¿Quién coño eres tú, tío?-le increpó Daniel-¡No me des sermones! 
-¿Qué idioma es ese? 
                         De pronto, Daniel se dio cuenta de que el desconocido le estaba hablando en el inglés. Y que él, a su vez, le estaba hablando en español. No se entendían.
                          El desconocido parecía regresar de una fiesta de disfraces. 
                          Tenía unas patillas que le recordaba a un profesor suyo del colegio donde estudió, allá por los años 70. Pero la ropa era lo que más llamó su atención. 
                         Tenía toda la pinta de ser un pijo. 

  

                                El cuello de su camisa estampada estaba subido hasta las mejillas, pero no ocultaban ningún grano. Lucía unos pantalones de color gris tan ajustados que marcaba el paquete. Este tío está para ir a La Ostra Azul, pensó Daniel con sorna. 
                             De pronto, se dio cuenta de que el pijo no estaba solo. Vio una figura delgada y delicada cerca de él. 
-Señorita Templewood...-alcanzó a decir en inglés. 
-Déjenos solos, capitán-le pidió Estelle al capitán Sturges-Le puedo asegurar que mister Birkhust no está interesado en mí. Es a mi prima a quien desea cortejar. 
-¿Cortejar yo a Cara de Perro?-pensó Daniel atónito. 
                          Recordó el sueño que había tenido meses antes. 
                          Pensó que estaba soñando. Antes o después, se despertaría y se encontraría en su piso. 
-¿Y qué piensa hacer a solas con él, señorita Templewood?-quiso saber el Pijo. 
-Hablar con él-contestó Estelle-Decirle que no puede actuar así. Perdería el favor de Olivia. 
-No me gusta. Está borracho. 
-Tío, tú no me has visto a mí todavía trompa-le aseguró Daniel. 
                         El vocabulario que empleó el muchacho escandalizó mucho al capitán Sturges. No había tenido un trato cercano con Freddie Birkhust. Sin embargo, las pocas veces que habían hablado le había parecido un joven bastante educado. 
                         No se parecía en nada a aquella piltrafa humana. Pero Estelle quería quedarse a solas con él. El capitán Sturges cogió la mano de la joven y se la besó con cortesía. Lanzó una mirada cargada de desdén a Daniel y se alejó de allí. 
-¿Se ha vuelto loco?-le increpó Estelle a Daniel. 
                       Un matrimonio pasó por al lado de ellos. Se quedaron mirando el extraño atuendo que lucía Daniel. 
-¿Qué pasa?-les increpó el joven-¿Tengo monos en la cara o qué? 
-No le entiendo, mister Birkhust-protestó Estelle-¿Acaso es que ha tomado opio? 
-He bebido birra. 
-¿Birra? 
                          Hablaba de una manera muy extraña. Estelle casi no le entendía. Sin embargo, sentía cómo sus fuerzas se estaban viniendo abajo. Freddie había regresado a Calcuta. 
-Cerveza...-contestó Daniel. 
-Ya entiendo. Acaba de llegar y ya viene de El Trasero Dorado. 
                        Estelle escupió aquella observación. Estaba disgustada de un modo muy visible. 
-Yo no vengo de ningún culo, guapa-afirmó Daniel. 
-¿Cómo dice?-gritó Estelle, disgustada. 
                       Por la calzada pasó un palanquín. Los dos portadores del palanquín se quedaron mirándoles. 
-Tía, estoy soñando-afirmó Daniel-Esto es sólo un sueño. Cuando me despierte, habrá pasado todo. 
                       Un sueño, pensó Estelle. 
                       Llegó a la conclusión de que lo que sentía por Freddie era producto de un sueño. Aquel pelirrojo no era el hombre de su vida. Iba a sacar finalmente a Ojos de Grosella Hervida de su cabeza. Le cogió la cabeza entre las manos. Iba a montar un gran escándalo, pensó mientras se ponía de puntillas. 
-¿Qué estás haciendo, tía?-le preguntó Daniel, atónito. 
-Sacarte de mi cabeza-respondió Estelle, indignada. 
-¿Y qué pasa con el tío pijo ése?
-Es el capitán John Sturges. En cuanto haga esto, él podrá cortejarme. ¡Y tú no volverás a molestarme! 

  

                         Daniel no tuvo tiempo de reaccionar. 
                         Los labios de Estelle se posaron sobre sus labios. Aquella muchacha sacada de una novela romántica...¡Le estaba besando! Fue un beso cargado de rabia por parte de ella. Pero aquel beso era muy real. En contra de su voluntad, Daniel se vio así mismo correspondiendo a aquel beso. Sus manos rodearon la cintura de avispa de Estelle. Y el beso se hizo más hondo. 
                        Fue la propia Estelle quien puso fin a aquel beso. Miró con horror a Daniel. 
                        Sentía algo parecido al revoloteo de una mariposa en su estómago. De miles de mariposas...
                        Salió corriendo sin decir nada. 
                        Daniel se quedó paralizado. 
                        Deseó ir corriendo tras ella. Pero no lo hizo. Antes o después, despertaría de aquel sueño. Volvería a su espantosa realidad. 
                         Sin Ana...

domingo, 29 de junio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDA

Hola a todos. 
Hoy, os traigo este nuevo trozo de Un sueño hecho realidad. 
En esta ocasión, nos centramos en Estelle, quien recibe una visita inesperada que le hará una advertencia relacionada con su futuro. 

                                  Estelle perseguía a su perrita Clementine mientras ésta correteaba por el jardín. 
                                  Ya habían pasado dos días desde que se celebró su dieciocho cumpleaños. Dos días en los que Estelle casi no había dormido. 
                                  Clementine ladraba alegremente. Hacía reír a Estelle. Jugar con ella le permitía no pensar en lo ocurrido entre el capitán Sturges y ella durante su fiesta de cumpleaños. Pero también le hacía no pensar en Freddie Birkhust. 
Clementine, ven aquí!-le pidió a su perrita-¡Serás mala! 
                                De pronto, Clementine se detuvo en seco. 
                                Estelle también se detuvo. Había un anciano vestido con una larga túnica en el jardín. Llevaba una poblada barba que le llegaba hasta el pecho. También tenía el pelo largo. Barba canosa...Pelo canoso...Estelle se envaró. 
-Estás intentando olvidar a un hombre, mensahib-le indicó a Estelle-Pero no puedes sacártelo de la mente. Ese hombre no pertenece a este lugar. 
-No le entiendo. 
                                El anciano sonrió. Había visto en sueños lo que le deparaba a aquella joven. 
                                Estelle se agachó para coger en sus brazos a su perrita. Curiosamente, Clementine no le ladró a aquel desconocido. Parecía emanar una curiosa calma. 
-Los dioses son caprichos en ocasiones-afirmó el anciano. 
-¿A qué se refiere?-inquirió Estelle. 
-Los dioses son los que deciden nuestro destino, mensahib. Y han decidido un destino curioso para ti. Pronto, será revelado. 
-Un destino...
-Ten paciencia. Lo entenderás a su debido tiempo. No se puede luchar contra algo que es imposible. 
                           El anciano se acercó a él. Depositó un beso paternal en su frente. Después, se alejó de allí. 
                          En aquel momento, su mayordomo la sacó de su estado de estupor. 
                         Le anunció la visita de su amiga Polly Drumond. Estelle dejó en el suelo a Clementine. La perrita se alejó de su lado ladrando. Polly salió al jardín. 
                           Estelle y ella se besaron en las mejillas. 
                          Polly le habló de su fiesta de cumpleaños. Le aseguró que toda la ciudad hablaba de ella. 
-¡Ha sido todo un éxito!-aplaudió Polly-Me imagino que tu madre estará encantada. 
-Supongo que sí-admitió Estelle. 
-Te noto algo distraída. 
                         Estelle trató de esbozar una sonrisa. Le dijo a Polly que lo estaba era acalorada. Se abanicó con la mano. 
                         Polly se echó a reír. 
-Deberías de estar acostumbrada a este calor tan sofocante-le recordó. 
                         Estelle no supo qué contestar. Tenía la mente en otra parte. 
                        Las palabras que le había dicho el extraño anciano la habían dejado sin habla. No entendía nada lo que había querido decirle. 
                         Pero aquellas palabras contenían una especie de aviso. Algo estaba a punto de pasarle. Posiblemente, estaba relacionado con Freddie Birkhust. Estelle se dijo así misma que debía de sacarse a aquel joven de su mente. Ojos de Grosella Hervida no era el hombre adecuado para ella. 
-Puede ser que estés pensando en el apuesto y gallardo capitán Sturges-sonrió Polly. 
-Puede que sea así-mintió Estelle. 
-¡Eres muy afortunada! Si el tío del capitán Sturges muere, él se convertirá en marqués. A tus padres les agradará que entres a formar parte de la aristocracia inglesa. Con un poco de suerte, podrás viajar a Londres. ¡Oh, siempre he querido viajar a Londres! 
-Es el sueño de muchas de las chicas que conocemos, Polly. Aunque no sea mi sueño. 

sábado, 28 de junio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos. 
Hoy, os traigo un nuevo fragmento de Un sueño hecho realidad. 
En esta ocasión, Tania va a visitar a Daniel para entregarle algo que perteneció a Ana como un recuerdo suyo. 
        
                              Los golpes en la puerta se hicieron más intensos. 
                              Daniel estaba tirado en el suelo del piso. Sentía sus huesos doloridos. 
                              Como pudo, se puso de pie y se dirigió a la puerta para abrirla. 
                              Ya había pasado un mes desde la muerte de Ana. Un mes en el que Daniel sentía cómo su vida volvía al pozo del que salió cuando llegó a Murcia. Cuando la conoció. 
                              Había latas de cerveza tiradas por el suelo. Y, para colmo de males, había perdido su trabajo en el Continente. 
                               Le despidieron porque llegó tarde y drogado a trabajar. 
                               Le sorprendió abrir la puerta y encontrarse de bruces con Tania. La chica sabía dónde vivía porque Ana se lo había contado mil veces. Daniel era el tema de conversación favorito de Ana, junto con Olivia y Jai. 
-Estás hecho un asco-le espetó Tania nada más verle. 
-Yo también me alegro de verte-replicó Daniel con sorna. 
-¿Me dejas pasar? 
-Pasa. 
                                Daniel llevaba tres días sin afeitarse. Era obvio que necesitaba una buena ducha. Tanto la camiseta como los pantalones que llevaban puestos necesitaban un buen lavado. Estaban sucios. Y él mismo llevaba varios días sin ducharse. Estaba despeinado. 
-¿Qué llevas ahí?-le preguntó a Tania. 
                             Sujetaba un libro bastante gordo entre sus manos y una libreta. 
-Ana era mi mejor amiga-respondió Tania-Y esto formaba parte de ella. Le encantaba leer novela romántica. Y esta novela, en concreto, la marcó. 
                             Le tendió el libro y la libreta a Daniel. 
-Olivia y Jai...-leyó el chico en la portada-Ani me hablaba constantemente de ella. Decía que yo me parecía a un personaje. A un tal...
-Freddie Birkhust...-terminó la frase Tania por él. 
-No lo entendí nunca. 
-Ana estaba obsesionada con esta novela. No recuerdo las veces que la leyó. Se conocía de memoria cada diálogo. Buscaba parecidos entre la gente que conocíamos con los personajes de esta historia. 
                         Daniel cogió el libro y la libreta. Le temblaban las manos. Ana había sujetado aquel libro entre sus manos. Lo había leído. 
                         No entendía el porqué Tania le hacía aquel regalo. Un nudo se formó en su garganta. Casi podía sentir la presencia de Ana en el piso. De pronto, tuvo la sensación de que no sentía la presencia de Ana en el piso. 
-Sale una chica llamada Estelle en el libro-afirmó Daniel. 
-Estelle Templewood...-recordó Tania-Es la prima de la protagonista, de Olivia. ¿Cómo lo sabes? 
-Ana me habló de ella. 
                           Y creo que la conozco, pensó Daniel. 
                           Pero no se lo contó a Tania. La joven debía de pensar que estaba drogado. Ya pensaba que estaba drogado por cómo le había visto. Tania hizo un gesto de malestar. 
-Me tengo que ir-anunció. 
-Muchas gracias...-le dijo Daniel. 
-El deseo de Ana era que te lo quedaras. Nunca lo dijo. Pero yo lo adiviné. Era mi mejor amiga. Sabía cómo pensaba. 
-Has sido muy amable, Tania. Gracias...
-Nos vemos. 
                            La puerta del piso de Daniel estaba abierta. 
                            Tania salió. Cerró la puerta. 
                            Daniel tuvo la sensación de que nunca más volverían a verse. Se quedó solo en el piso. 
                            Por lo menos, pensó, le quedaba el recuerdo de haber sujetado la mano de Ana hasta que entró en el quirófano. De haberse despedido de ella con un beso. Un sollozo se escapó de su garganta. Un libro y una libreta era lo único que le quedaba de ella. 
                            Se sentó en el suelo. Le quemaban las manos al abrir aquel libro. 
                           Ana había hablado de prestárselo. Pero Daniel no quería leer lo que él consideraba que eran chorradas románticas. 
                           Empezó a leer. Los minutos fueron pasando. Daniel estaba sumido en la lectura de aquel libro. 
                          De pronto, tuvo la sensación de que estaba en mitad de aquel jardín en Calcuta. Y de que podía ver a la chica de cabello rubio que salía corriendo sujetando en sus brazos a su perrita Clementine. Una muchacha delgada...De figura baja...De ojos grandes...De rostro redondo...De facciones aniñadas...
                          Podía verla salir con su cabello rubio al viento de su casa. La oía reírse de su prima por haberse caído dentro de una acequia. Con su piel blanca como la leche por tener que salir a la calle usando sombrilla y sombreros. Así era la chica con la que llevaba soñando toda su vida: Estelle Templewood. 



                         Las horas fueron pasando. Daniel leía aquel libro buscando más información acerca de Estelle. No quería saber nada acerca de la vida de Olivia. De pronto, se dio cuenta de una cosa. Freddie Birkhust...Aquel joven tenía los ojos muy parecidos a los suyos.
                        Ojos de color grosella hervida, murmuró Daniel. Estaba atónito.

martes, 24 de junio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos. 
En el fragmento de hoy, sentimos más que vemos cómo los caminos de Estelle y de Daniel están más cerca de cruzarse. 
En este fragmento, Estelle celebra su dieciocho cumpleaños. Esta escena aparece en Olivia y Jai narrada desde el punto de vista de Olivia, ya que le permite conocer a Arvind Singh, el maharajá íntimo amigo de Jai. De ahí, pasa a ser invitada a participar en una cacería del tigre, cacería en la que también participa Jai, lo que permite que su relación se vuelva más estrecha. 
Naturalmente, está bastante modificada en este fragmento, siendo narrada desde el punto de vista de Estelle. Algunos sucesos aparecen en el episodio. Otros sucesos forman parte de mi imaginación. 

                            Dieciocho años, suspiró Estelle. 
                            En realidad, no cumplía aquel día dieciocho años. Su verdadero cumpleaños tendría lugar mientras las lluvias monzónicas inundaban una vez más su casa. Entonces, la familia Templewood estaría en la villa que poseían en la isla de Dívar. 
                            La fiesta de cumpleaños de Estelle se celebró en el jardín de su casa. La muchacha ocupó un lugar privilegiado al lado de sus padres para recibir a los invitados. Estaba realmente bella con su vestido de color azul cielo. En contra de su opinión, la habían maquillado la cara. Estelle tenía la sensación de parecer más un payaso que una chica a punto de entrar en la edad adulta. Se lo comentó a Jai en un susurro. Su hermano se echó a reír. 
-Yo opino que estás muy guapa, Anuradha-le aseguró-Además, no te han echado carmín en los labios. Madre te quiso poner ungüento de coralina. 
-¡Es asqueroso!-protestó Estelle-No entiendo cómo Polly prefiere pintarrajearse la cara. Van a pensar que soy una de esas furcias que están en El Trasero Dorado. 
-¡Anuradha! No hables muy alto o madre se enfadará contigo. 
-Mamá no se entera de nada. 
                             Los invitados empezaron a llegar. Todo fue una repetición de lo mismo. 
                             Estelle trató de mantener la calma y de comportarse como la mujer adulta que debía de ser a partir de aquel día. Fue muy amable con los invitados. Éstos la fueron felicitando. Sus amigas alabaron su peinado. Sin embargo, Estelle creía que era la diadema que coronaba el centro de su cabeza (una diadema de diamantes) la que sus amigas más alababan. Sir Joshua y Jai se la habían regalado a medias. 
                            El capitán Sturges acudió a la fiesta. 
                             Las amigas de Estelle la besaron en las mejillas para felicitarla. 
-¡Tienes que divertirte mucho esta noche!-trinó Jane-¡Es tu fiesta! 
                             Los caballeros, por su parte, le besaron las manos. 
                             Estelle prefirió aceptar un vaso de zumo de naranja que le ofreció uno de los sirvientes. 
                            La velada transcurrió como en un sueño para ella. Rápidamente, la señorita Arabella Winter monopolizó la conversación de Olivia. La joven y su prima intercambiaron una mirada cargada de significado. La señorita Arabella Winter debía de dar por sentado que Olivia era otra solterona, igual que ella. 
-¿Qué hace tu prima hablando con La Espina?-le preguntó Charlotte. 
                           Estelle se encogió de hombros. Buscaba la manera de ir a rescatar a su prima. Sin embargo, no tuvo tiempo. Se vio rodeada por sus amigas. Estelle buscó con la mirada a Olivia, pero la había perdido de vista. De pronto, echó de menos a otra persona. Freddie Birkhust no había acudido a la fiesta. 
-¿Estás buscando a alguien?-le preguntó Lily. 
-Estaba buscando a Freddie-respondió Estelle-No ha venido. Creo que mamá quiso invitarle a mi fiesta. 
-¿Lo has olvidado, querida? ¿No te acuerdas que lady Birkhust lo mandó a su plantación después del escándalo que organizó en la burra khana de los Pennyworthy? Betty Pennyworthy...
-Lo recuerdo bien. Lo que pasa es que no me acordaba. Llevo muchas cosas en la cabeza. 
                          Entonces, apareció el capitán Sturges. Pidió permiso para llevarse a Estelle durante un rato a dar un paseo. 
-Esta noche, hace honor a su nombre, señorita Templewood-la alabó mientras caminaban. 
                          Estelle no recordaba haber aceptado pasear con él. Recordaba que sus amigas se habían esfumado. Y que se encontraba al lado del apuesto capitán Sturges. La clase de hombre que Jai aceptaba como cuñado. 
-¿Por qué me dice eso?-inquirió Estelle. 
-El cielo está repleto de estrellas-contestó el capitán Sturges-Y usted es una auténtica estrella. 
                        Las mejillas de Estelle se encendieron al escuchar aquel piropo. Se sintió halagada. Le gustaba que le piropeasen. 
-Es usted muy amable, capitán-dijo con modestia-Pero creo que exagera.
-Yo no lo creo, señorita Templewood-insistió el capitán Sturges. 
-Apenas me conoce. Nos hemos visto en unos pocos burra khanas. Y ni siquiera viene a visitarme. 
-Podría pedirle permiso a su padre. 
                            Se detuvieron detrás de los establos. El capitán Sturges cogió la mano de Estelle y se la besó. 
                            La muchacha adivinó las verdaderas intenciones de aquel hombre. 
-No creo que debamos de alejarnos demasiado de los demás-le advirtió. 
                             En realidad, estaba bromeando. El capitán John Sturges era la clase de hombre que necesitaba. Un hombre realmente opuesto a Freddie Birkhust...Él me ayudará a apartar a Ojos de Grosella Hervida de mi mente, pensó Estelle. Se dejaría besar por el capitán Sturges, decidió. Y podría, a partir de ese momento, empezar a olvidar a Freddie. 
                             Si su madre decidía casarlo con Olivia, peor para ella. Su prima no lo aceptaría. 
-Nunca me aprovecharía de usted, señorita Templewood-afirmó el capitán Sturges. 
-Lo sé-corroboró Estelle-Haga lo que tenga que hacer. Yo...
                             Pero no pudo seguir hablando. En ese momento, el capitán Sturges la besó. Fue un beso más bien torpe. Y también fue torpe la manera en la que le introdujo la lengua dentro de la boca. El beso le desagradó mucho. Y la lengua del capitán Sturges dentro de su boca la asqueó. 
                           Como pudo, se apartó de él. 
-Tengo que irme-le dijo. 
-Le ruego que me disculpe, señorita Templewood-se excusó el capitán Sturges, visiblemente abochornado. 
-No ha pasado nada. 
                            Estelle salió corriendo. Encontró a Olivia, quien continuaba escuchando a la señorita Arabella Winter. Al coro se había unido la señora Pennyworthy. 
-Tengo que hablar con mi prima durante un segundo-se excusó Estelle-Luego, se las devuelvo. 
                          Olivia vio cómo Estelle se la llevaba cogida del brazo detrás de un árbol. En el fondo, lo agradecía porque la cháchara de la señorita Winter y de la señora Pennyworthy le estaban provocando jaqueca. 
                           Estelle estaba a punto de vomitar. No sentía revolotear ninguna mariposa en su estómago. 
-Tengo que hacerte una pregunta-atacó nerviosa-Tiene que ver con el capitán Sturges-Retorció sus manos con nerviosismo-Hemos dado un paseo. Me ha llevado detrás de los establos y me ha besado. Me ha metido la lengua en la boca. ¿Eso es normal? ¡Dímelo!
                            Si volvía a recordar aquel momento, Estelle vomitaría. Siempre imaginó que su primer beso de amor sería algo mágico. Pero no había oído campanas en ningún sitio. 
-No es normal-contestó Olivia. Esbozó una sonrisa-De haber sido normal, te habría besado en la boca. Pero no detrás de los establos...
                          Estelle apretó con rabia los puños. Era evidente que Olivia se lo estaba tomando a broma. 
-Yo creía que sería de otra manera-protestó-Pensaba que mi primer beso de amor sería algo bello. Un recuerdo inolvidable...
-Mucho me temo que no ha sido así, prima-observó Olivia, tornándose seria-No has sentido nada, ¿verdad?
-¡Lo que he sentido ha sido un asco terrible!
                            Olivia la abrazó con cariño. 
                            Estelle, de pronto, escuchó algo que la llenó de angustia. Creyó escuchar a alguien gritando. Era un grito de dolor, que salía de lo más hondo del corazón. Un grito lleno de rabia y de angustia...
-¿Qué ocurre, Estelle?-le preguntó Olivia. 
-He oído gritar a alguien-respondió la aludida-A un joven...
                           Olivia le cogió las manos. 
-Estás muy alterada, cariño-le aseguró-Lo habrás imaginado. 
-No son imaginaciones mías-replicó Estelle. 
                            Creía reconocer la voz del joven que había gritado. Era Freddie Birkhust. 



                          Jai se acercó a las dos jóvenes.
-¿Qué estáis haciendo tan apartadas?-les preguntó.
-Quería hablar con Olivia sobre lo que se siente al ser ya una adulta-respondió Estelle.
-Pero...¡Estás muy pálida, Anuradha! ¿Qué te pasa? ¿Qué tienes?
-Estelle tiene una imaginación muy fértil-contestó Olivia-Ha creído oír algo que no era.
-Tienes razón-alegó la aludida-Me lo he imaginación. Ya me siento mejor. Quiero volver a mi fiesta. ¡Que, por algún, hoy celebro mi cumpleaños!
                            

lunes, 23 de junio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos. 
Me he sentido con ánimos para subir un nuevo fragmento de Un sueño hecho realidad. 
El fragmento de hoy es más bien triste. Sin embargo, a partir de aquí, se provoca un nuevo punto de inflexión en la vida de Daniel. 
Todo lo que ha hecho en esta vida ha sido una especie de recorrido extraño que le llevará a conocer a Estelle. 

                                      La operación de Ana se prolongó durante toda la noche. 
                                      El cansancio acabó venciendo a Bárbara, quien se quedó dormida acostada sobre varias sillas del pasillo del hospital. Daniel salió varias veces a fumar. Los nervios le estaban consumiendo. Quería pensar que todo iba a salir bien. No podía perder a Ana. Ella le había salvado del pozo en el que se había sumido desde la muerte de Alejandra. ¡Ana no iba a morir! 
                                    Fue cerca del amanecer. 
                                    Daniel recordaría siempre aquel momento. El cirujano salió del quirófano. 
                                    Estaba manchado de sangre. Parecía sacado de una película de terror. Los padres de Ana se precipitaron sobre él. 
-Han habido complicaciones-anunció el hombre con voz cansada. 
                                    Se había despojado de la mascarilla. Daniel se fijó en que estaba demacrado. Un espantoso presentimiento se apoderó de él. 
-¡Me cago en la leche!-gritó desesperado-¿Cómo está Ana? 
                                      El grito de Daniel despertó a Bárbara. La chiquilla vio al cirujano fuera del quirófano. Pero no veía ninguna camilla. No veía a su hermana. 
-¿Por qué no ha salido Ana del quirófano?-inquirió Bárbara. 
-Señores...-titubeó el cirujano mirando a los padres de Ana-Su hija...
-¿Qué le ha pasado a mi hija, doctor?-le interrogó Rita. 
-Su hija...Ha fallecido. 
                                   El resto del mundo desapareció para Daniel. No pudo seguir escuchando. 
                                   Oía de lejos frases de contenido médico. Frases vacías para Daniel...
                                   Sangrado...Vasos arteriales dañados...La presión arterial de Ana se disparó. 
                                  Un grito de dolor salió de la garganta de Daniel. 



-¡Está mintiendo!-bramó. Se abalanzó sobre el cirujano y le agarró de las solapas-¡Está mintiendo! ¡Ana no está muerta! ¡No puede estar muerta!
                          Adolfo logró separarlo del médico como pudo. El hombre escuchó los sollozos desconsolados de su mujer y de Bárbara. Tania estaba en estado de shock. No podía reaccionar. Sentía cómo las lágrimas caían sin control por sus mejillas. Aquello no podía estar pasando.
                          Tania se arrojó en brazos de Daniel, buscando consuelo. El joven rompió a llorar. Sentía que ya nada tenía sentido para él.
                           La vida le estaba negando la posibilidad de ser feliz al lado de la mujer que amaba. Había amado a Alejandra. Y la había perdido.
                             Creyó que todo sería distinto con Ana. Se había enamorado de ella. Pero también la había perdido. Pensaba que él era el que llevaba la muerte a las mujeres que amaba. Que no merecía seguir viviendo.
                             Estoy maldito, pensó Daniel. Y oyó cómo Tania rompía a llorar.

jueves, 19 de junio de 2014

UN SUEÑO HECHO REALIDAD

Hola a todos.
Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que hice una entrada en este blog.
Estas semanas han sido de verdadera catársis mental y emocional para mí. Me han hecho reflexionar mucho y tomar algunas decisiones. Me he dado cuenta de que las penas, cuando se comparten con alguien, son menos duras de llevar.
He querido hacer una última entrada, por el momento, en este blog. No sé cuándo lo voy a retomar porque voy a estar ocupada con otros temas.
Pero pienso volver a este blog. Lo prometo.
En esta última entrada, por el momento, aunque sea breve, vemos a Estelle despertándose de un sueño que ha tenido.
¡Vamos a ver lo que pasa!

                               Estelle estaba convencida de que no podría volver a conciliar el sueño en toda la noche.
                              Olivia acudió a su habitación al oírla gritar. Sentada a su lado en la cama, Olivia intentaba tranquilizarla.
-Alguien va a morir-le contó Estelle, presa de un ataque de nervios-Lo he visto en mi sueño.
-Tranquilízate, prima-le exhortó Olivia-Ha sido sólo un sueño.
                             Pero Estelle había visto en su sueño el rostro de una joven que tenía el cabello de color chocolate. Aquella joven estaba pálida y Estelle, al mirarla a los ojos, los vio muy abiertos. Estaba muerta.
                               Freddie estaba a su lado. La besaba repetidas veces en la frente. Lloraba por su pérdida. Era Freddie, pensó Estelle. Pero no era Freddie. No era como el joven que perseguía sin cesar a Olivia hasta que lo enviaron a la plantación de su familia. Se parecía más al joven que había visto en la biblioteca.
-Freddie aparecía en mi sueño-le contó a Olivia.
-Puede que hayas soñado con una hermana de él-opinó la joven-Pero eso no significa que vaya a pasarle nada.
-Hasta donde yo sé, Freddie es hijo único. No tiene hermanas.
                             Estelle estaba desconcertada.
                             En su sueño, aquel joven tan parecido a Freddie y a quien ella llamaba así se le acercaba.
                             Estelle tembló con violencia al recordar aquella parte del sueño. Sabía que tenía que significar algo, pero no sabía lo que era. Estaba convencida de que algo estaba a punto de pasar. Podía sentir sobre sus labios los labios de Freddie cuando la besó de una forma un tanto violenta.
-¡Era muy real!-se inquietó-Tuve la sensación de que estaba pasando delante de mí. Y que no podía hacer nada para impedirlo.



-Ha sido sólo un sueño-le recordó Olivia-No pienses en eso. Intenta dormir un poco, Estelle.
-¡Pero era muy real! Tuve la sensación de que aquella chica acababa de morir delante de mí. ¡Yo lo vi!
-Cierra los ojos y piensa en cosas bonitas. ¡Piensa en tu fiesta de cumpleaños!
                        Olivia abrazó el cuerpo delgado de Estelle. Acarició su rubio cabello recogido en una trenza. La besó con cariño en la frente.
-El vestido que vas a lucir va a ser mucho más bonito que los vestidos de tu amiga Charlotte-prosiguió Olivia-¡La vas a eclipsar!
-No puedo pensar en eso ahora-se lamentó Estelle, entre sollozos-Tengo la imagen de esa pobre chica metida dentro de mi cabeza. ¡Y estaba Freddie!