Hoy, voy a subir un nuevo trozo de Un sueño hecho realidad.
Veremos cómo es la relación entre Ana y su novio Nando. A pesar de sus intentos, Ana no está enamorada de su novio y eso se nota mucho.
A la tarde siguiente, Ana fue a ver a Nando a su piso. Sus compañeros habían salido.
Ana
había pasado la noche en vela. No podía soltar el libro. Había leído hasta el
capítulo nueve. Olivia había conocido al que sería el gran amor de su vida,
Jai. Todo el mundo le hablaba de él. El socio de su tío le había contado que
Jai había nacido en su casa. Que había sido un chaval hosco y poco sociable.
Que su madre no tenía pareja. Pero aquel hombre estaba mintiendo. Ana lo
intuía.
Nando
preparó palomitas. Él y Ana se sentaron ante la tele. Nando había alquilado un
vídeo. Se trataba de una película de acción. La Jungla de Cristal…
-¡Oh, no!-exclamó Ana al ver la carátula de la
cinta-¡Otra vez no!
-¡Pero si es una buena peli!-insistió Nando-¡Bruce
Willis se sale!
Se
acomodaron en el sofá. Ana no entendía bien de qué iba la película.
Un
policía va a buscar a su mujer al aeropuerto. De pronto, hay un secuestro por
parte de unos terroristas. Y el policía tenía que resolver la situación.
Ana
reprimió un bostezo. Nando, por el contrario, parecía estar entusiasmado.
Tendría
que haberme traído el libro, pensó Ana. Por lo menos, estaría entretenida.
Intentó hablarle a Nando de la novela. Pero su novio estaba más pendiente de
Bruce Willis que de ella. Ana se preguntó por millonésima vez el porqué había hecho caso a sus padres y a Tania. Fue ella la que habló con Nando acerca de volver.
Naturalmente, su novio se puso muy contento. Le juró y le perjuró que la había echado mucho de menos. A su modo, Nando quería a Ana.
Estaban juntos desde hacía muchos años.
No sentían el uno por el otro una gran pasión.
Aquella relación no se basaba en el amor.
Se basaba, más bien, en la costumbre. Estaban juntos más por inercia que por otra cosa. Ana se recostó en el sofá y vio cómo su novio gritaba, saltaba y se ilusionaba por una estúpida peli. Reprimió otro bostezo.
Por
suerte, la película terminó. Los amigos de Nando aún no habían vuelto.
-Soy todo tuyo-le dijo el joven a Ana mientras
apagaba el vídeo.
-Me he comprado una nueva novela-le contó la
muchacha-¡Tienes que leerla! ¡Es preciosa!
-No deberías de leer esas tonterías. Atrofían el cerebro. Está bien leer. Te recomiendo que leas. ¡Pero lee algo serio, joder! Además...Acuérdate
de que tienes un novio maravilloso. Yo…
Nando
se volvió a sentar al lado de Ana en el sofá.
-Me gusta leer esa clase de historias-insistió la
joven-¡Son preciosas!
-Apuesto veinte duros a que la novela que te has
comprado es un pestiño-auguró Nando.
-Te equivocas. Es una novela muy distinta a las
otras. La veo mucho más amarga que otras novelas.
-Adivino el final. Terminan juntos.
-Pero van a sufrir muchos. Y no hay malos en esta
historia.
-Él no quiere comprometerse por muchos motivos.
Querrá vengarse de la familia de ella.
-Pues sí…Parece que por ahí van los tiros.
-Me has contado esa historia como un trillón de
veces. Sólo cambian los nombres de la autoras. Y los títulos son algo chorra.
Como…Amor en la campiña inglesa…Pasión en
la aduana…Esas gilipolleces…
Ana
le golpeó con un cojín. Nando se reía.
-No se trata de esa clase de novelas estúpidas con
piratas macizorros sin cerebro-afirmó Ana-Hay algo en ella que la hace
distinta. Olivia no parece una heroína de las que se dejan doblegar. Está
enamorada de Jai. Pero él no quiere saber nada de ella. Aún así, la quiere. Se
ve que la quiere. Lo que no quiere es hacerle daño. Hay mucho odio en él.
-Ya…-bufó Nando-Como todos…
Ana
volvió a golpearle con el cojín.
Pasaron
la noche juntos.
Nando
quiso tener relaciones con ella. Ana se dejó hacer.
Nando
sabía besarla muy bien en los labios. En ese aspecto, Ana no podía quejarse. El
problema venía después.
Nando
no sabía en qué lugar del cuerpo de Ana podía poner sus labios. La acariciaba
con mucha torpeza. No sabía muy bien cómo debía de tocarla. Ana no sentía nada
cuando estaba entre los brazos de Nando. Cuando éste la abrazaba. De buena
gana, la cabeza de Ana habría buscado refugio en el pecho de su novio. Lo
habría abrazado. Pero se limitaba a dejarse hacer.
Nando
era un amante torpe y apresurado. Ana fingía sentir un gran placer cuando
estaba con él.
Había
aprendido a fingir. Se le daba muy bien. Nando quedaba satisfecho.
Pasaron toda la noche juntos. Nando se quedó dormido enseguida. A Ana, en cambio, le costó más trabajo conciliar el sueño. Escuchó cómo los compañeros de piso de su novio llegaban cantando 20 de abril del 90.
Desafinaban que daba pena oírles cantar.
Ana dio por sentado que volvían a casa borrachos. Escuchó la suave respiración de Nando. Su novio dormía de espaldas a ella. Se preguntó qué clase de relación tenían. Y también se preguntó cómo sería su vida de estar casados. Posiblemente, acabemos divorciados en menos de un año, pensó Ana.
A sus padres les daría un soponcio si se divorciaba. Estaban en contra del divorcio. Y también estaban en contra del aborto, recordó Ana. Una amiga suya y de Tania no pisaba desde hacía mucho su casa. El motivo era muy sencillo. La chica había abortado. Se había quedado embarazada. Pero decidió interrumpir su embarazo. Se lo contó a Ana y su madre, por casualidad, se enteró. Montó en cólera con ella.
Sus padres estaban chapados a la antigua. En lo que querían, claro. Hacían la vista gorda cuando Ana pasaba la noche fuera de casa con Nando. En su opinión, el joven era el yerno perfecto.
Ana se dio la vuelta en la cama. No era la primera vez que dormía en aquel piso. Pero su cabeza no paraba de funcionar. Se preguntó qué habría hecho Olivia de estar en su lugar. A lo mejor, se habría resistido a viajar a Calcuta. Habría terminado casada con el tal Greg, que era su novio en Sacramento. Habría llevado una vida muy aburrida. Bueno...Habría participado en rodeos y el tipo apodado El Dientes habría sido su entrenador personal.
Ana bufó.
Cuando volvió a casa, era ya de día. Entró por la puerta de la cocina.
Antes de entrar, se quitó los zapatos. Procuró hacer el menos ruido posible mientras subía la escalera. Pensó que todo lo que estaba haciendo era ridículo.
Sus padres ya sabían que había pasado la noche fuera. Incluso, sabían que había pasado la noche con Nando. Ana prefería olvidar la noche anterior.
Había sido una velada aburrida. Y la relación sexual posterior había sido aún más aburrida.
Entró en su habitación. La cama estaba hecha.
Consideró estúpida la idea de deshacer la cama y dar a entender que había dormido allí. Pero era lo que sus padres esperaban de ella.
Se sentó en la cama. Ana había pasado toda su vida haciendo lo que los demás esperaban de ella. Jamás había pensado en rebelarse. No había dormido nada en toda la noche. Comparaba su relación con Nando con la relación que mantenía Olivia con Jai. Llegó a la conclusión de que Nando, al lado de Jai Raventhorne, perdía muchos puntos.
Haría buena pareja con el imbécil del capitán Sturges, pensó Ana. Le caía mal el capitán que la autora había utilizado para emparejar a Estelle. Ella era una joven con mucho carácter. ¿En serio estaba enamorada de un pelele? Nando y John Sturges estaban cortados por el mismo patrón.
Nando besa igual de mal que el capitán Sturges, pensó Ana. Recordaba cuando Estelle, en su fiesta de cumpleaños, va a buscar a Olivia y le cuenta que John la ha besado. Y que, además, le ha metido la lengua en la boca. A lo bestia, pensó Ana. La reacción de Olivia no terminó de gustarle ni a Ana ni a Estelle. Se rió de su prima. ¿Cómo te besaba a ti el tal Greg?, pensó Ana. ¿Era muy bueno besándote?
Se puso de nuevo de pie. Se limitó a estirar un poco la colcha de su cama. Fue al armario a buscar ropa limpia. Necesitaba darse una larga ducha.
Olvidaría la velada de la noche anterior. Nando era un idiota. Pero era su novio.
Su relación estaba condenada al fracaso. Ana lo sabía. Sus padres lo sabían. Tania lo sabía. Pero tanto Tania como sus padres seguían negándose a admitir la evidencia. Ana no sabía ya qué hacer. Hasta el propio Nando parecía admitir la realidad. Su relación no iba a ninguna parte.
Nando besa igual de mal que el capitán Sturges, pensó Ana. Recordaba cuando Estelle, en su fiesta de cumpleaños, va a buscar a Olivia y le cuenta que John la ha besado. Y que, además, le ha metido la lengua en la boca. A lo bestia, pensó Ana. La reacción de Olivia no terminó de gustarle ni a Ana ni a Estelle. Se rió de su prima. ¿Cómo te besaba a ti el tal Greg?, pensó Ana. ¿Era muy bueno besándote?
Se puso de nuevo de pie. Se limitó a estirar un poco la colcha de su cama. Fue al armario a buscar ropa limpia. Necesitaba darse una larga ducha.
Olvidaría la velada de la noche anterior. Nando era un idiota. Pero era su novio.
Su relación estaba condenada al fracaso. Ana lo sabía. Sus padres lo sabían. Tania lo sabía. Pero tanto Tania como sus padres seguían negándose a admitir la evidencia. Ana no sabía ya qué hacer. Hasta el propio Nando parecía admitir la realidad. Su relación no iba a ninguna parte.
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