Hago hoy esta entrada breve para hablaros un poco de Olivia.
Pero pienso que será mejor que sea ella quien se nos muestre un poco.
La joven de cabellos de color caoba estaba cepillándose el pelo delante del espejo de su habitación. Olivia dejó el cepillo encima del tocador. Tenía la sensación de que Calcuta, en contra de lo que su padre le había dicho, suponía una prisión para ella.
No terminaba de sentirse cómoda en aquella casa. Lady Bridget, a pesar de que era la hermana de su madre, seguía siendo una desconocida para ella. Olivia se puso de pie.
No quiso mirar el cristal del espejo. Le devolvía la imagen de su hermoso, pero cansado, rostro. Olivia se sentía cansada. El viaje desde Sacramento hasta Calcuta había durado semanas. Por suerte, no se había mareado en el clipper que la llevó hasta allí. Pero tuvieron que atarla una noche a la cama. Se había desatado una fuerte tormenta en alta mar. Al menos, el barco no naufragó. Por suerte...
Olivia se sentó en la cama. Estaba harta de ir a todas partes acompañada por una doncella hindú que le había asignado su tía. Olivia había intentado en varias ocasiones entablar conversación con la doncella, que debía de tener la misma edad que lady Bridget. Pero la mujer, por lo visto, no sabía ni una sola palabra de inglés. De no ser por su prima Estelle, Olivia se habría aburrido mortalmente en Calcuta.
Suspiró. La oscuridad llenaba la habitación. Desde luego, Calcuta no era como Olivia se la había imaginado. Las normas que imperaban allí eran distintas a las normas de Sacramento. Por lo menos, en su ciudad natal, Olivia no tenía que salir acompañada por una doncella.
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