Hola a todos.
Aquí os traigo un nuevo fragmento de Un sueño hecho realidad.
En contra de su sentido común, Estelle va al encuentro con Daniel.
¡Vamos a ver lo que pasa!
A pesar de las súplicas de Olivia, Estelle hizo caso omiso cuando, a la noche siguiente, logró escabullirse de casa sin ser vista por la puerta de la cocina.
No quiso abrazarse a Freddie cuando le vio, pero le abrazó con fuerza.
No quiso besarle, pero le besó poniendo todo su corazón.
Daniel llevaba un rato esperándola entre los arrozales. En lo alto del cielo, brillaba la Luna en el Cuarto Creciente.
Deseaba poder decirle la verdad a Estelle. Merecía saber quién era realmente él.
-No estoy enamorado de Jane-le confesó-Ni siquiera sé el porqué estoy prometido a ella. Tan sólo sé que no la desposaré. Te amo. Pensé que no volvería a amar. Que no volvería a ser capaz de sentir lo que siento. Pero es mucho más fuerte de lo que pensaba.
Alzó la mano para acariciar la mejilla de Estelle.
La joven le besó en el mentón. Le besó con suavidad en los labios.
-Acabas de decir que no pensabas en volver a enamorarte-observó ella.
-Es una historia muy larga de contar-se sinceró Daniel-Me asusta lo que te pueda pasar. He amado a dos mujeres anteriormente. Y las dos han muerto. He estado casado.
-Eso no lo sabía.
Casi sin darse cuenta, Daniel empezó a hablarle a Estelle de Alejandra. De cómo la conoció siendo apenas unos niños.
De cómo se enamoraron en el instituto. De cómo se casaron. Y de cómo un accidente truncó sus sueños de hacerse viejos juntos.
De cómo conoció a Ana. De cómo pensó que le había llegado la hora de ser feliz de nuevo a su lado. Y de cómo una inesperada enfermedad acabó con aquel sueño.
Estelle le escuchaba con los ojos fuera de sus órbitas. Había cosas que le estaba contando Daniel que parecían estar sacadas fuera de contexto.
Pero, entonces, recordó el desgarrador grito que escuchó la noche en la que se celebró su cumpleaños. Recordó el extraño sueño que tuvo una vez. De pronto, tuvo la sensación de que algo no estaba bien. El joven que tenía delante era Freddie Birkhust.
Miró a Daniel buscando una respuesta en aquellos ojos tan hermosos. ¡Y pensar que había renegado alguna vez de aquellos ojos que la miraban con amor y con desesperación al mismo tiempo!
Daniel quería contarle la verdad a Estelle. A pesar de que la verdad era algo imposible de creer. Pero ella no le dio tiempo a hablar.
-Tu nombre es Frederick Alistair Birkhust-afirmó la muchacha.
-Estelle, estoy tratando de contarte quién soy yo realmente-le aseguró Daniel con desolación-Posiblemente...
-Posiblemente, nos hagamos viejos juntos.
-¡No quiero que te ocurra nada!
Daniel besó a Estelle con desesperación.
No podía separarse de ella.
¿Pueden las novelas románticas hacerse realidad? El blog de mis fanfics de "Olivia y Jai"
viernes, 23 de enero de 2015
sábado, 10 de enero de 2015
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Hola a todos.
He vuelto a la carga con Un sueño hecho realidad.
Aunque sea poco a poco, mi mayor deseo es ver terminada esta historia a lo largo de todo este año.
De momento, aquí os dejo con una conversación entre Estelle y Olivia acerca de nuestro querido Daniel.
Desde lo alto de la colina, se podía ver todo el casco antiguo de Panaji, la capital del Estado de Goa.
La idea de salir la había tenido Olivia.
La Iglesia que se erigía en lo alto de la colina estaba cerrada. Pasaron al interior del cementerio.
Lady Stella Templewood, la difunta abuela de Estelle, estaba enterrada allí. Pese a que los Templewood tenían un mausoleo en el cementerio de Calcuta, la madre de sir Joshua pidió ser enterrada en Piedade.
Estelle sintió más que nunca la ausencia de su abuela. Su madre no paraba de quejarse acerca de la canallada que había cometido Freddie con Olivia. A pesar de que era consciente de que entre ambos no había ocurrido nada.
Su padre intentaba llevar sus negocios desde Piedade. Escribía con frecuencia a Arthur Ransome y a Jai. Y, además, su hermano debía de permanecer en Calcuta. Al contrario de lo que había ocurrido en otras veces, no podría viajar a Piedade para reunirse con ellos. Curiosamente, aquella idea no le agradaba nada a Olivia.
-He vuelto a ver a Freddie-le confesó Estelle a su prima-No recuerda haberle pedido a Jane que se case con él. Y dijo un montón de cosas raras. Me dijo que él no era Freddie. O me dio a entender que no era Freddie.
Y nos besamos otra vez, recordó Estelle con el corazón encogido.
Olivia la miró con extrañeza.
Desde luego, Estelle estaba actuando de un modo muy impropio de ella.
Se creía la historia de que Freddie no recordaba haberse comprometido con Jane. Posiblemente, estaría muy borracho cuando le pidió matrimonio.
-¿Qué piensas?-quiso saber Estelle.
-No deberías de verle nunca más a solas-contestó Olivia.
No era quién para darle consejos a Estelle, reflexionó Olivia. Pero, por lo visto, Freddie Birkhust era un joven que estaba a punto de casarse. Su tía Bridget no sabía nada de eso. Estelle debía de tener cuidado.
No obstante, Freddie Birkhust le había parecido un inglés estirado más. Quizás, sólo se diferenciaba del resto de los ingleses estirados que había conocido en Calcuta porque empinaba demasiado el codo, como diría su vecina Sally. Pero, últimamente, le notaba distinto. Tenía la sensación de que era distinto.
-¿De verdad no notas cambiado a Freddie?-le preguntó Estelle.
-Lo cierto es que, desde que llegamos aquí, está raro-respondió Olivia.
-Él me ha dicho que no es Freddie. ¡Y yo te puedo asegurar que es Freddie Birkhust! Tiene los mismos ojos de color grosella hervida. Como los tenía él. Y mataría por volver a sentir asco por él, como me ocurría antes. Pero...
Estelle clavó la mirada en la lápida de la tumba de su abuela.
Pensó en lo que le diría de estar allí. Lady Stella había sido una mujer muy comprensiva en vida. Apoyó a su hijo Joshua cuando el joven le manifestó su deseo de contraer matrimonio con Chandramani, la hija de un jefe tribal. Le buscó a su nuera el mejor médico ella misma cuando, durante una noche de tormenta monzónica, ocurrida dos años después de su boda con Joshua, vino al mundo Jai. Y consoló a su hijo y a su nieto cuando una neumonía acabó con la vida de Chandramani, cuando Jai tenía ocho años.
Y era verdad que Estelle notaba que algo había cambiado en Freddie. Se parecía mucho al Freddie con el que ella soñaba todas las noches.
El mismo Freddie al que vio en la Biblioteca Real.
-Quizás...-admitió Estelle, sonrojándose-Ya estaba enamorada de Freddie antes. Quizás...Estaba asustada por lo que sentía.
-¿Y qué sientes realmente por él?-le preguntó Olivia.
-Le amo.
Aquellas dos sencillas palabras tan fáciles de pronunciar habían sido las mismas dos palabras contra las cuales Estelle había estado luchando.
-Ahora, vas a decir que estoy loca-replicó Estelle.
-¿Por qué vas a estar loca?-sonrió Olivia.
-El capitán Sturges sería un excelente partido para mí. Es todo un caballero. Cuando su tío muera, heredará el título de marqués de Quenberry. ¡Y no está prometido a nadie!
El problema era que Estelle no estaba enamorada del capitán Sturges.
Se santiguó. Salió del cementerio con paso nervioso. Olivia fue tras ella.
En aquel momento, un hombre vestido con ropas de sirviente las abordó. Era Kanvar, el ayudante de cámara de Freddie.
-Mensahib Templewood...-dijo Kanvar.
Estelle supo que la estaba buscando a ella. Dio un paso adelante. Kanvar le entregó un papel doblado.
-Si es lo que estoy imaginando que es, deberías de devolvérselo-intervino Olivia.
Kanvar se alejó rápidamente de aquel lugar. Estelle desdobló el papel mientras Olivia hacía ademán de ir tras Kanvar.
La hoja tembló en las manos de la joven. Freddie la citaba en los arrozales a la noche siguiente. A pesar de que iba a casarse con Jane, seguía enamorado de Estelle. No quería renunciar a ella.
-Por tu propio bien, prima-le pidió Olivia a la joven-No vayas.
-He de ir-sentenció Estelle con voz serena.
He vuelto a la carga con Un sueño hecho realidad.
Aunque sea poco a poco, mi mayor deseo es ver terminada esta historia a lo largo de todo este año.
De momento, aquí os dejo con una conversación entre Estelle y Olivia acerca de nuestro querido Daniel.
Desde lo alto de la colina, se podía ver todo el casco antiguo de Panaji, la capital del Estado de Goa.
La idea de salir la había tenido Olivia.
La Iglesia que se erigía en lo alto de la colina estaba cerrada. Pasaron al interior del cementerio.
Lady Stella Templewood, la difunta abuela de Estelle, estaba enterrada allí. Pese a que los Templewood tenían un mausoleo en el cementerio de Calcuta, la madre de sir Joshua pidió ser enterrada en Piedade.
Estelle sintió más que nunca la ausencia de su abuela. Su madre no paraba de quejarse acerca de la canallada que había cometido Freddie con Olivia. A pesar de que era consciente de que entre ambos no había ocurrido nada.
Su padre intentaba llevar sus negocios desde Piedade. Escribía con frecuencia a Arthur Ransome y a Jai. Y, además, su hermano debía de permanecer en Calcuta. Al contrario de lo que había ocurrido en otras veces, no podría viajar a Piedade para reunirse con ellos. Curiosamente, aquella idea no le agradaba nada a Olivia.
-He vuelto a ver a Freddie-le confesó Estelle a su prima-No recuerda haberle pedido a Jane que se case con él. Y dijo un montón de cosas raras. Me dijo que él no era Freddie. O me dio a entender que no era Freddie.
Y nos besamos otra vez, recordó Estelle con el corazón encogido.
Olivia la miró con extrañeza.
Desde luego, Estelle estaba actuando de un modo muy impropio de ella.
Se creía la historia de que Freddie no recordaba haberse comprometido con Jane. Posiblemente, estaría muy borracho cuando le pidió matrimonio.
-¿Qué piensas?-quiso saber Estelle.
-No deberías de verle nunca más a solas-contestó Olivia.
No era quién para darle consejos a Estelle, reflexionó Olivia. Pero, por lo visto, Freddie Birkhust era un joven que estaba a punto de casarse. Su tía Bridget no sabía nada de eso. Estelle debía de tener cuidado.
No obstante, Freddie Birkhust le había parecido un inglés estirado más. Quizás, sólo se diferenciaba del resto de los ingleses estirados que había conocido en Calcuta porque empinaba demasiado el codo, como diría su vecina Sally. Pero, últimamente, le notaba distinto. Tenía la sensación de que era distinto.
-¿De verdad no notas cambiado a Freddie?-le preguntó Estelle.
-Lo cierto es que, desde que llegamos aquí, está raro-respondió Olivia.
-Él me ha dicho que no es Freddie. ¡Y yo te puedo asegurar que es Freddie Birkhust! Tiene los mismos ojos de color grosella hervida. Como los tenía él. Y mataría por volver a sentir asco por él, como me ocurría antes. Pero...
Estelle clavó la mirada en la lápida de la tumba de su abuela.
Pensó en lo que le diría de estar allí. Lady Stella había sido una mujer muy comprensiva en vida. Apoyó a su hijo Joshua cuando el joven le manifestó su deseo de contraer matrimonio con Chandramani, la hija de un jefe tribal. Le buscó a su nuera el mejor médico ella misma cuando, durante una noche de tormenta monzónica, ocurrida dos años después de su boda con Joshua, vino al mundo Jai. Y consoló a su hijo y a su nieto cuando una neumonía acabó con la vida de Chandramani, cuando Jai tenía ocho años.
Y era verdad que Estelle notaba que algo había cambiado en Freddie. Se parecía mucho al Freddie con el que ella soñaba todas las noches.
El mismo Freddie al que vio en la Biblioteca Real.
-Quizás...-admitió Estelle, sonrojándose-Ya estaba enamorada de Freddie antes. Quizás...Estaba asustada por lo que sentía.
-¿Y qué sientes realmente por él?-le preguntó Olivia.
-Le amo.
Aquellas dos sencillas palabras tan fáciles de pronunciar habían sido las mismas dos palabras contra las cuales Estelle había estado luchando.
-Ahora, vas a decir que estoy loca-replicó Estelle.
-¿Por qué vas a estar loca?-sonrió Olivia.
-El capitán Sturges sería un excelente partido para mí. Es todo un caballero. Cuando su tío muera, heredará el título de marqués de Quenberry. ¡Y no está prometido a nadie!
El problema era que Estelle no estaba enamorada del capitán Sturges.
Se santiguó. Salió del cementerio con paso nervioso. Olivia fue tras ella.
En aquel momento, un hombre vestido con ropas de sirviente las abordó. Era Kanvar, el ayudante de cámara de Freddie.
-Mensahib Templewood...-dijo Kanvar.
Estelle supo que la estaba buscando a ella. Dio un paso adelante. Kanvar le entregó un papel doblado.
-Si es lo que estoy imaginando que es, deberías de devolvérselo-intervino Olivia.
Kanvar se alejó rápidamente de aquel lugar. Estelle desdobló el papel mientras Olivia hacía ademán de ir tras Kanvar.
La hoja tembló en las manos de la joven. Freddie la citaba en los arrozales a la noche siguiente. A pesar de que iba a casarse con Jane, seguía enamorado de Estelle. No quería renunciar a ella.
-Por tu propio bien, prima-le pidió Olivia a la joven-No vayas.
-He de ir-sentenció Estelle con voz serena.
miércoles, 7 de enero de 2015
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Hola a todos.
Hoy, seguimos con Un sueño hecho realidad.
Se produce un nuevo encuentro entre Daniel y el extraño yogui.
Ha vuelto, pensó Daniel al asomarse a la ventana aquella madrugada.
No había sido capaz de conciliar el sueño. Agradeció el que La Tacañona no quisiera hablarle.
Pero no podía quitarse a Estelle de la cabeza. No sabía qué hacer. ¿Acaso era verdad que Freddie Birkhust iba a casarse con la tal Jane? ¿Dónde ponía eso en la novela? ¿Por qué no se encontraba en la novela? ¿Y por qué no podía arrancarse a Estelle de la cabeza? Quizás, porque llevo soñando con ella desde que me alcanza la memoria.
Se negó, incluso, a desvestirse. Le dijo a Kanvar que se retirara a su cuarto.
-No debería de casarse con mensahib Watkins-opinó Kanvar-Usted no la ama. No entiendo cómo ha podido pedirle en matrimonio.
-¡No me acuerdo!-estalló Daniel, desquiciado-¡Te juro por Dios que no me acuerdo!
-Usted no es sahib Birkhust. Se comporta de un modo distinto. Es distinto.
-¡Porque no soy ese tío! Kanvar, no soy Frederick Birkhust. No sé qué estoy haciendo aquí. Sólo sé que éste no es mi lugar. Yo no pertenezco a este sitio.
A veces, Daniel tenía la sensación de que Kanvar le creía. Otras veces, pensaba que el hombre le había tomado por un loco. Sólo sabía que no quería estar más tiempo allí.
No dudó en bajar al jardín para hablar con el yogui en cuanto le vio.
-Tíio, me vas a sacar ahora mismo de aquí-le ordenó-Si esto es un sueño, despiértame de una puta vez.
-¿De verdad piensas que es un sueño?-le preguntó el yogui con serenidad-Entonces, lo que sientes por esa joven es también un sueño.
-¡Estelle es el personaje secundario de un puto libro romántico! ¡No es real! No puede ser real nada de lo que está pasando.
-Pero sueñas con ella. Lleva toda tu vida soñando con esa chica.
Al escuchar aquel comentario, Daniel se envaró.
¿Cómo sabía aquel yogui que llevaba toda su vida soñando con Estelle Templewood? Cuando leyó Olivia y Jai, tuvo la sensación de que conocía a Estelle. Y, cuando Ana le habló de aquella novela, ya soñaba con Estelle desde hacía mucho tiempo.
De pronto, una idea pasó por su cabeza.
-Llévame a ver a la tía ésa que es amiga de la tal Olivia-le pidió al yogui-La que es Reina o algo así de un sitio. Maharaní...La tal Kinjal...Tiene brujos y hechiceras a su servicio.
El yogui no parecía conocer a la maharaní.
Daniel se paseó de un lado a otro con nerviosismo. ¿Acaso iba a pasarse toda la vida atrapado en aquel lugar? ¿Acaso no iba a regresar nunca a Murcia? Lo único que sabía era que no podía casarse con la tal Jane. Y que unos ojos de color azul como el cielo de Murcia le retenían allí.
El yogui pareció adivinar lo que Daniel estaba pensando.
-Es ella la que te retiene aquí-sentenció-Es real, como tú. Lo que sientes por ella, es real.
-¡No!-se negó Daniel-¡No puede ser real que lo único que deseo es que ría! ¡No puede ser real que salga a la calle con el único deseo de verla!
Y se dio cuenta de que eso era lo que estaba pasando. Estelle era quien le retenía en aquel sitio. El Sol salía sólo porque la veía a ella.
Y parecía que una nube gris había ocultado el Sol porque Estelle estaba sufriendo. Sufría por su culpa. Porque creía que iba a casarse con Jane.
No podía confesarle la verdad. Estelle no le creería.
Todo lo que quería era estar cerca de ella. Y sólo era feliz cuando la veía.
-La amo-admitió Daniel con gesto derrotado-Amo a Estelle Templewood.
-Entonces, ese amor que le profesas es real-concluyó el yogui.
Se alejó de allí dejando a Daniel solo.
El joven tuvo la plena conciencia de lo que acababa de decir.
Estaba enamorado de Estelle Templewood.
Era verdad lo que sentía por ella. Su amor por ella...
Y le parecía todo absurdo. Haberse enamorado de un personaje secundario de una novela romántica.
Lo que sentía por Estelle era distinto de lo que sentía por Alejandra y por Ana. Era un sentimiento que le asustaba.
Era demasiado fuerte. Demasiado intenso...
Le quemaba el pecho por dentro.
Hoy, seguimos con Un sueño hecho realidad.
Se produce un nuevo encuentro entre Daniel y el extraño yogui.
Ha vuelto, pensó Daniel al asomarse a la ventana aquella madrugada.
No había sido capaz de conciliar el sueño. Agradeció el que La Tacañona no quisiera hablarle.
Pero no podía quitarse a Estelle de la cabeza. No sabía qué hacer. ¿Acaso era verdad que Freddie Birkhust iba a casarse con la tal Jane? ¿Dónde ponía eso en la novela? ¿Por qué no se encontraba en la novela? ¿Y por qué no podía arrancarse a Estelle de la cabeza? Quizás, porque llevo soñando con ella desde que me alcanza la memoria.
Se negó, incluso, a desvestirse. Le dijo a Kanvar que se retirara a su cuarto.
-No debería de casarse con mensahib Watkins-opinó Kanvar-Usted no la ama. No entiendo cómo ha podido pedirle en matrimonio.
-¡No me acuerdo!-estalló Daniel, desquiciado-¡Te juro por Dios que no me acuerdo!
-Usted no es sahib Birkhust. Se comporta de un modo distinto. Es distinto.
-¡Porque no soy ese tío! Kanvar, no soy Frederick Birkhust. No sé qué estoy haciendo aquí. Sólo sé que éste no es mi lugar. Yo no pertenezco a este sitio.
A veces, Daniel tenía la sensación de que Kanvar le creía. Otras veces, pensaba que el hombre le había tomado por un loco. Sólo sabía que no quería estar más tiempo allí.
No dudó en bajar al jardín para hablar con el yogui en cuanto le vio.
-Tíio, me vas a sacar ahora mismo de aquí-le ordenó-Si esto es un sueño, despiértame de una puta vez.
-¿De verdad piensas que es un sueño?-le preguntó el yogui con serenidad-Entonces, lo que sientes por esa joven es también un sueño.
-¡Estelle es el personaje secundario de un puto libro romántico! ¡No es real! No puede ser real nada de lo que está pasando.
-Pero sueñas con ella. Lleva toda tu vida soñando con esa chica.
Al escuchar aquel comentario, Daniel se envaró.
¿Cómo sabía aquel yogui que llevaba toda su vida soñando con Estelle Templewood? Cuando leyó Olivia y Jai, tuvo la sensación de que conocía a Estelle. Y, cuando Ana le habló de aquella novela, ya soñaba con Estelle desde hacía mucho tiempo.
De pronto, una idea pasó por su cabeza.
-Llévame a ver a la tía ésa que es amiga de la tal Olivia-le pidió al yogui-La que es Reina o algo así de un sitio. Maharaní...La tal Kinjal...Tiene brujos y hechiceras a su servicio.
El yogui no parecía conocer a la maharaní.
Daniel se paseó de un lado a otro con nerviosismo. ¿Acaso iba a pasarse toda la vida atrapado en aquel lugar? ¿Acaso no iba a regresar nunca a Murcia? Lo único que sabía era que no podía casarse con la tal Jane. Y que unos ojos de color azul como el cielo de Murcia le retenían allí.
El yogui pareció adivinar lo que Daniel estaba pensando.
-Es ella la que te retiene aquí-sentenció-Es real, como tú. Lo que sientes por ella, es real.
-¡No!-se negó Daniel-¡No puede ser real que lo único que deseo es que ría! ¡No puede ser real que salga a la calle con el único deseo de verla!
Y se dio cuenta de que eso era lo que estaba pasando. Estelle era quien le retenía en aquel sitio. El Sol salía sólo porque la veía a ella.
Y parecía que una nube gris había ocultado el Sol porque Estelle estaba sufriendo. Sufría por su culpa. Porque creía que iba a casarse con Jane.
No podía confesarle la verdad. Estelle no le creería.
Todo lo que quería era estar cerca de ella. Y sólo era feliz cuando la veía.
-La amo-admitió Daniel con gesto derrotado-Amo a Estelle Templewood.
-Entonces, ese amor que le profesas es real-concluyó el yogui.
Se alejó de allí dejando a Daniel solo.
El joven tuvo la plena conciencia de lo que acababa de decir.
Estaba enamorado de Estelle Templewood.
Era verdad lo que sentía por ella. Su amor por ella...
Y le parecía todo absurdo. Haberse enamorado de un personaje secundario de una novela romántica.
Lo que sentía por Estelle era distinto de lo que sentía por Alejandra y por Ana. Era un sentimiento que le asustaba.
Era demasiado fuerte. Demasiado intenso...
Le quemaba el pecho por dentro.
viernes, 2 de enero de 2015
UN SUEÑO HECHO REALIDAD
Hola a todos.
Uno de mis propósitos para el año 2015 es terminar de una vez por todas esta historia. Y eso es lo que pienso hacer a lo largo de todo este año que tengo por delante. Que tenemos por delante.
De momento, aquí os traigo un pequeño fragmento que deseo de corazón que os guste.
No sé cuándo volveré a subir más.
A Estelle le dolía mirar a Freddie. Había cometido una locura al aceptar encontrarse con él nuevamente.
-Esto no está bien-le espetó con voz gélida en cuanto se acercó a él-Vas a casarte.
-Es una historia muy larga de contar-admitió Daniel.
Estelle quería odiarle. Deseaba poder odiar a aquel joven que había trastocado su mundo sin darse ella apenas cuenta.
Daniel había citado a Estelle en los arrozales. El lugar donde siempre se veían. Deseaba poder contarle la verdad a la joven. Pero estaba convencido de que ella no se lo creía porque él mismo no terminaba de creerse lo que estaba pasando.
-¿Está Jane embarazada?-le preguntó a Estelle a bocajarro.
-Creo que no-respondió Daniel-Se lo he preguntado. No ha pasado nada entre nosotros.
-¿Y por qué le pediste que se casara contigo?
-Estelle, te seré sincero. No recuerdo haber hablado nunca con Jane Watkins. Y no recuerdo haberle pedido nunca que se casara conmigo. Ella dice que sí. Y puede que tenga razón.
-¡Estarías borracho cuando lo hiciste!
Estelle no quería mirar a Freddie a la cara porque, para ella, seguía siendo el joven más apuesto que jamás había conocido.
-No estoy seguro de nada-admitió Daniel en tono de derrota.
La sensación que el joven tenía era de que Freddie Birkhust era un imbécil y un verdadero irresponsable. Lo que estaba ocurriendo no pasaba en la novela. Debía de pertenecer al fanfic que había escrito Ana sobre la novela. No había podido leerlo. ¿Y cómo le iba a contar a Estelle que era un madrileño que venía del año 1992? ¿Cómo le iba a contar que había sido absorbido por un maldito fanfic? Era algo tan ilógico que ni siquiera sonaba creíble para Daniel.
Estelle había querido arrancar de su cuaderno de dibujo todos los dibujos que había hecho de Freddie. Le parecía absurdo haberse enamorado de él.
Y, sin embargo, el saber que no volverían a estar juntos le provocaba un dolor tan hondo en su pecho que las lágrimas se agolparon en sus ojos. Se había jurado así misma que no iba a llorar. Y Daniel se dio cuenta de que Estelle estaba llorando.
Sin saber bien lo que estaba pasando, Estelle se encontró a Daniel abrazado a ella. Besando sus mejillas para secar sus lágrimas. Besándola en la frente. Entonces, los labios de ambos se encontraron en un beso cargado de desesperación. Estelle no quería apartarse de él. Y Daniel se juró así mismo que haría cualquier cosa por descubrir las verdaderas intenciones de Jane Watkins.
Uno de mis propósitos para el año 2015 es terminar de una vez por todas esta historia. Y eso es lo que pienso hacer a lo largo de todo este año que tengo por delante. Que tenemos por delante.
De momento, aquí os traigo un pequeño fragmento que deseo de corazón que os guste.
No sé cuándo volveré a subir más.
A Estelle le dolía mirar a Freddie. Había cometido una locura al aceptar encontrarse con él nuevamente.
-Esto no está bien-le espetó con voz gélida en cuanto se acercó a él-Vas a casarte.
-Es una historia muy larga de contar-admitió Daniel.
Estelle quería odiarle. Deseaba poder odiar a aquel joven que había trastocado su mundo sin darse ella apenas cuenta.
Daniel había citado a Estelle en los arrozales. El lugar donde siempre se veían. Deseaba poder contarle la verdad a la joven. Pero estaba convencido de que ella no se lo creía porque él mismo no terminaba de creerse lo que estaba pasando.
-¿Está Jane embarazada?-le preguntó a Estelle a bocajarro.
-Creo que no-respondió Daniel-Se lo he preguntado. No ha pasado nada entre nosotros.
-¿Y por qué le pediste que se casara contigo?
-Estelle, te seré sincero. No recuerdo haber hablado nunca con Jane Watkins. Y no recuerdo haberle pedido nunca que se casara conmigo. Ella dice que sí. Y puede que tenga razón.
-¡Estarías borracho cuando lo hiciste!
Estelle no quería mirar a Freddie a la cara porque, para ella, seguía siendo el joven más apuesto que jamás había conocido.
-No estoy seguro de nada-admitió Daniel en tono de derrota.
La sensación que el joven tenía era de que Freddie Birkhust era un imbécil y un verdadero irresponsable. Lo que estaba ocurriendo no pasaba en la novela. Debía de pertenecer al fanfic que había escrito Ana sobre la novela. No había podido leerlo. ¿Y cómo le iba a contar a Estelle que era un madrileño que venía del año 1992? ¿Cómo le iba a contar que había sido absorbido por un maldito fanfic? Era algo tan ilógico que ni siquiera sonaba creíble para Daniel.
Estelle había querido arrancar de su cuaderno de dibujo todos los dibujos que había hecho de Freddie. Le parecía absurdo haberse enamorado de él.
Y, sin embargo, el saber que no volverían a estar juntos le provocaba un dolor tan hondo en su pecho que las lágrimas se agolparon en sus ojos. Se había jurado así misma que no iba a llorar. Y Daniel se dio cuenta de que Estelle estaba llorando.
Sin saber bien lo que estaba pasando, Estelle se encontró a Daniel abrazado a ella. Besando sus mejillas para secar sus lágrimas. Besándola en la frente. Entonces, los labios de ambos se encontraron en un beso cargado de desesperación. Estelle no quería apartarse de él. Y Daniel se juró así mismo que haría cualquier cosa por descubrir las verdaderas intenciones de Jane Watkins.
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